La pandemia de la covid-19 ha hundido muchos negocios en la ciudad de Barcelona. Algunos de ellos centenarios, que habían superado una guerra y otras muchas vicisitudes. Sin turismo, sin bares y ocio, mientras ha durado la pandemia, muchas empresas han visto tambalear su economía y como sus persianas se bajaban por siempre jamás. Ahora, a las puertas de las primeras elecciones postpandemia, el sector del comercio hace balance de un mandato que ha quedado condicionado por la crisis sanitaria, pero también por una política económica que ha polarizado la ciudad y que también ha tenido impacto en el sector del comercio. El TOT Barcelona se sienta con las dos patronales más grandes del sector comercial, que coinciden a señalar que, a pesar del ruido, la capital de Cataluña todavía es uno en lo referente a nivel mundial en el ámbito comercial.
«Una cosa es como la vemos nosotros y una de muy diferente es como nos ven desde fuera. Aquí sufrimos una falta de autoestima importante«, dice Gabriel Jané, presidente de Barcelona Oberta. Unas palabras que suscribe totalmente el presidente de la Fundació Barcelona Comerç, que agrupa 22 ejes de la ciudad. «Barcelona es magnífica y, aunque se ha deteriorado en algunos puntos, aguanta el tipo», comenta su presidente, Pròsper Puig.
Secuelas de la pandemia
Pero más allá de percepciones, el día a día deja algunas marcas postpandémicas en el tejido comercial, que el próximo gobierno municipal tendrá que afrontar. El comercio llega a las elecciones del 28M después de haber navegado por uno de los momentos más críticos de su historia. El centro, en líneas generales, ha aguantado el tipo, puesto que las marcas más relevantes han vuelto a la mayoría de calles, salvo una excepción. «En Ciutat Vella muchas grandes empresas no han vuelto y ahora tenemos tiendas de souvenirs y cannabis en su lugar», dice Jané. En el resto de barrios, la situación se ha estabilizado, también en el caso de las pequeñas tiendas. «Tenemos la gran suerte que no ha habido un gran paro general; nosotros dependemos mucho de la renta de los vecinos», comenta Puig.
Pero los efectos de la pandemia sí que se hacen notar en días señalados. El pequeño comercio ha detectado un cambio de hábito en los barceloneses, que ahora tienen más ganas que antes de hacer actividades sociales. Para Puig, ahora se prioriza el ocio «por delante todo», cosa que «a veces va en detrimento del comercio». «Para Sant Joan no es lo mismo que te quedes en casa y compres en la tienda de siempre, que que salgas fuera a celebrar la verbena y vayas a un restaurante», explica a modo de ejemplo. Pasa a la inversa con el centro, que progresivamente ha visto más turistas con ganas de gastar.
Cara y cruz de los cambios en la movilidad
Justamente, la pandemia ha acelerado algunos cambios que hacía tiempos que el ejecutivo quería impulsar, sobre todo en materia de movilidad, y que no siempre han beneficiado el comercio. «Se ampliaron las aceras para poder cumplir con la distancia de seguridad y ahora todo ha quedado igual», dice Jané bastante contrariado. Más flexible es el presidente de los pequeños comerciantes, que cree que Barcelona es «policéntrica» y que no se puede hacer un análisis general. «Yo sé que tengo socios del Eixample que están muy disconformes con Consell de Cent, pero a Sant Andreu o Sant Antoni están encantados con las pacificaciones», apunta Puig.
A pesar de todo, reconoce que «se ha improvisado bastante» en todos los barrios. «Se ha actuado más por ideología que por ciencia, no se ha estudiado todo bastante bien». En este sentido, comparte la visión de Barcelona Oberta, que lamenta los efectos del hecho que ahora sea más difícil acceder en el centro en coche. «Hace falta una visión más metropolitana», mantiene Puig que, con todo, no cree que ningún otro candidato «con opciones» quiera revertir las medidas que se han aprobado este mandato en cuanto a las Supermanzanas.

Horarios flexibles, Amazon y los planes de usos
Hablar de políticas comerciales es sinónimo de abrir un archivo de medidas diversas que no siempre han dado como resultado una mejora. Un caso muy evidente: la capital está perdiendo establecimientos emblemáticos a gran velocidad, a menudo sustituidos por negocios de cadenas o directamente cerrados y olvidados. También durante este mandato el Ayuntamiento ha permitido abrir más festivos que nunca en las grandes tiendas instaladas en las zonas turísticas de la ciudad, una medida que ha abierto una grieta entre las dos grandes patronales.
«Los comercios de menos de 300 metros cuadrados que no son cadenas ya podían abrir todos los días, si no lo hacen es porque no hay negocio», dice un Pròper Puig que a la vez se pregunta «a quién beneficia entonces esta medida». Muy diferente es la opinión de Gabriel Jané, que cree que esta acción «sitúa Barcelona como referente de las compras internacionales». Es más, desde Barcelona Oberta consideran que hay que ir más allá y apuestan por una política más flexible que permita abrir todavía más festivos: «Barcelona estaba llena de turistas esta Semana Santa y las tiendas cerradas. Esta fotografía nos tendría que hacer reflexionar».
Barcelona también es una de las grandes ciudades que ha impulsado la famosa «tasa Amazon», un impuesto a las grandes distribuidoras que tiene también mucho que ver con la movilidad interna en la ciudad. En este punto no hay fisuras. Ambas patronales consideran que no tiene sentido apostar por una «Europa verde» y al mismo tiempo permitir que «furgonetas ocupen el espacio público». Por eso celebran que el consistorio haya puesto límites en las grandes empresas de paquetería.
También están satisfechas con los planes de usos, pero con matices. Desde Barcelona Oberta creen que «hay que reflexionar» con la situación de Ciutat Vella. «Se tiene que fomentar según qué actividades comerciales por ante otras, y el Ayuntamiento tiene que acompañar», dice Jané. En este punto, Puig remarca que «no se tienen que imponer las cosas» y pone de ejemplo el plan de usos del Eixample. «El gobierno vio que no iba a ninguna parte con la propuesta inicial. Después de negociarla, los cinco ejes nuestros han quedado satisfechos y hay que mencionarlo», comenta.
¿Qué deberes tiene el futuro gobierno?
Los comerciantes creen que el futuro gobierno tendrá la obligación de ejecutar un «mandato democrático», que no tiene que ser «incompatible» con escuchar el sector. «Le pedimos más diálogo y más colaboración», apunta Gabriel Jané. «Me parece importantísimo y no ha habido mucho», remarca. Por su parte, Pròsper Puig señala acciones concretas en que los grupos tienen que posicionarse: «¿Flexibilizarán más los horarios de los festivos? ¿Qué pasará con los quioscos? ¿Y con la estación de la Sagrera?». Puig abre otros melones que serán protagonistas durante el próximo mandato. La votación que tiene que permitir que los quioscos vendan café y comida se ha pospuesto para el mandato próximo. Y la estación de tren de la Sagrera, que tendría que ser una realidad en los próximos cuatro años, plantea tímidamente un modelo comercial de grandes marcas que quita el sueño los tenderos de los barrios más próximos.