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El exceso de asfalto y la isla de calor agravian la sequía en Barcelona

Durante las últimas semanas, la amenaza de restricciones severas de agua planea sobre el área metropolitana. La situación empieza a ser alarmante y la ciudad ya ha tenido que tomar algunas medidas, como vaciar las fuentes ornamentales o empezar a regar las calles con agua freática. Según datos del Observatorio Fabra, los dos últimos años han sido los más secos de la serie histórica que atesora el centro, desde 1914, un hecho al cual hay que sumar unas temperaturas fuerza más elevadas que años atrás.

Ahora bien, algunos expertos desmienten que ahora llueva menos en Barcelona. A pesar de que la situación de sequía es clara y notoria, los motivos que se esconden detrás de esta son sorprendentes. Así lo explica el catedrático de Geografía de la Universitat de Barcelona, Javier Martín, que se atreve a afirmar que «la media anual de lluvia es casi la misma en Barcelona que en Londres».

Vista del Observatorio Fabra / Europa Press - Obra Social la Caixa
El Observatorio Fabra analiza la temperatura de Barcelona desde 1914 | Europa Press

Según la Observatorio Fabra, entre el 1914 y el 2022 la media de lluvia anual es de 614,6 mm. Hay que ir hasta el 1971 para encontrar el pico de lluvia (1.125,5 mm). Al otro extremo hay el 2022 que, con poco menos de 330 mm, se sitúa como el más seco. El año más lluvioso de la serie estuvo a punto de duplicar la media, mientras que el más seco se quedó a la mitad. Aun así, según Martín, «el análisis de los datos todavía permite afirmar, desde un punto de vista estadístico, que llueve el mismo ahora que hace ciento años». Eso sí, el profesor también concluye que «viendo los dos últimos registros, se prevé un futuro menos lluvioso, con mucha irregularidad y variabilidad».

El aumento de temperatura, el principal problema

El gran problema de la sequía no radica tanto en la carencia de lluvia, sino más bien en un aumento importante de la temperatura. Según datos del Observatorio Fabra, Barcelona está ahora dos grados por sobre que el primer tercio del siglo pasado. «La temperatura que ahora tenemos en el Tibidabo es la misma que teníamos hace 50 años en el centro de la ciudad», comenta Martín. «Y de aquí a 50 años, en Barcelona hará el mismo calor que ahora en Málaga», añade.

Este aumento se suma a un clima mediterráneo que deja una precipitación muy variada, hecho que permite entender la comparativa que el profesor hacía entre Barcelona y Londres. «Si a Europa la lluvia cae con más regularidad, aquí lo hace de forma más concentrada en el tiempo», explica. Es decir, que mientras hay zonas donde madriguera menos cantidad de agua, pero de forma más regular, en el Mediterráneo llueve de forma más abundante pero menos veces.

Por otro lado, el aumento de la temperatura provoca que la lluvia del área metropolitana se evapore con mucha facilidad, un hecho preocupante teniendo en cuenta que, con toda probabilidad, volverá a pasar bastante tiempo hasta que vuelva a llover. Por eso, el catedrático explica que «aunque durante las próximas décadas llueva el mismo que ahora, Barcelona tendrá menos agua en un futuro».

Lluvia y paraguas en las calles de la ciudad de Barcelona / Jordi Play
La lluvia del Mediterráneo es más intensa que la otros zonas europeas | Jordi Play

El añadido de la ‘isla de calor’

El calentamiento global del planeta es el principal culpable del aumento térmico del Mediterráneo. Pero Barcelona todavía tiene un añadido más que no tienen otras ciudades del entorno. «Aquí vive mucha gente que utiliza mucha energía; los coches, las bocas de metro -donde el aire se comprime y crea un contraste térmico-, el alumbrado, los materiales de construcción… son energías que almacenan y desprenden calor», explica Martín. Todo ello mujer lugar a un fenómeno que se conoce como ‘isla de calor’; el centro es más cálido que la periferia. «En los años 80 la isla de calor se consideraba un fenómeno bueno porque, por ejemplo, permitía ahorrar calefacción. Ahora, en cambio, es un problema de salud pública«, comenta.

El catedrático también lamenta que nos hayamos olvidado de los efectos negativos que causa el alta temperatura durante la noche. «De día el Ayuntamiento ha incorporado nuevos refugios climáticos, como por ejemplo bibliotecas o incluso supermercados, pero hemos descuidado la noche». Martín recuerda en este sentido que el año pasado la capital superó los 20 grados en ciento noches diferentes. Y todavía más. El experto ha detectado un aumento de ‘noches tórridas’: «Si hace una década teníamos 4 o 5 noches con valores superiores a los 25 grados, el año pasado detecté 39». En este sentido, los profesionales biomédicos afirman, tal como recuerda el profesor, que las altas temperaturas nos impiden descansar bien y esto puede comportar «problemas que serán visibles más tarde».

Vista aérea de la Estación de Sants. Plaza de los Países Catalanes AYUNTAMIENTO DE BARCELONA
Las plazas duras incrementan la sensación de calor | Ayuntamiento

¿Qué tiene que cambiar Barcelona?

El aumento de temperaturas parece que ha venido para quedarse, a pesar de que todavía hay acciones que pueden contribuir a frenar esta escalada. Martín reconoce que l‘ideal sería tener un gran pulmón natural en el centro de la ciudad –como el parque del Retiro de Madrid–, puesto que Collserola o la Ciutadella quedan muy escorados. Ahora bien, asegura que todavía hay tiempo para hacer cambios. «En los años 80, Barcelona fue un icono de las plazas duras [MACBA o estación de Sants], pero ahora ya no tienen sentido», argumenta. El catedrático considera que la capital tendría que cambiar el asfalto por un suelo más «esponjoso» y analiza positivamente iniciativas que buscan ganar verde, como las supermanzanas o el intento de cubrir la ronda de Dalt. Ahora bien, también avisa que «los estudios demuestran que, más que plantas, lo que realmente funciona es un suelo impermeable» y pide a los políticos más ambición.

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