Este martes se ha hecho público que la Generalitat permitirá llenar piscinas municipales y las comunitarias durante los próximos meses. En cambio, quedarán excluidas y no se podrán llenar las piscinas privadas de domicilios individuales que estén vacías. Barcelona no escapa de la sequía y sus efectos, y de hecho, en marzo del 2023 pasa a la historia como el segundo menos lluvioso desde que el Observatorio Fabra va empieza a recoger datos el 1914.
Agua freática para limpiar las calles
En este contexto, el Ayuntamiento de Barcelona ha implementado un nuevo sistema de distribución de agua freática para los servicios de limpieza, parques y jardines. Hasta ahora, los vehículos se alcanzaban directamente de los hidrantes para los usos habituales, pero con la sequía, se hará a través de unos veinte camiones cuba de grandes dimensiones. A causa de la situación de excepcionalidad, el consistorio ha aumentado el uso de este tipo de agua en los servicios municipales. Concretamente, en el 100% de los servicios de limpieza y en buena parte de su uso para el riego. El regidor de Emergencia Climática, Eloi Badia, ha recordado que la ciudad tiene un consumo “muy eficiente” en cuanto al ámbito doméstico, 106 litros por persona y día. Ahora bien, ha insistido que el debate político sobre la sequía no es si se tiene que sancionar o no, como propone el Gobierno, sino de hacerlo bien y “ayudar los ayuntamientos para que puedan hacer los deberes de forma inmediata”. Considera, en este sentido, que una opción “pedagógica” que podría tener “impacto” sería la de publicar los datos de consumo de los municipios.
Escapes importantes
Tal como explicó el TOT Barcelona, solo el 85,3% del agua que circula por las cañerías de la red de distribución de Barcelona y 23 municipios más llega a las casas. Una parte importante de esta ‘pérdida’ se atribuye a cuestiones técnicas relacionadas con los contadores, que cuando envejecen calculan menos agua de la que llega realmente a las casas. Pero también hay un porcentaje importante que desaparece del registro por culpa de acciones fraudulentas, pérdidas comerciales –agua que no se acaba comercializando– y, lo que más preocupa, pérdidas reales provocadas por escapes no resueltos.
