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Grito de alerta desde Ciutat Vella por el aumento de los pisos turísticos

Los gritos en la entrada de una finca rompen el silencio de la noche. Fiestas que irrumpen en el descanso de vecinos que trabajan el día siguiente. Nuevos inquilinos que monopolizan un ascensor con maletas cada tres, cinco o siete días. Más inquilinos intentando entrar en casa de algún vecino porque se equivocan de piso. Estas son algunas de las situaciones que se viven en edificios de Barcelona con pisos turísticos y donde la vida turística y la vida vecinal están forzadas a convivir. 

Esta realidad se volvió a notar de manera importante el verano pasado, el primero sin restricciones desde el estallido de la pandemia. Y esta temporada turística podría volver con más fuerza y estar en el centro del debate del mismo modo que lo hacía el 2019 y en años anteriores. Por una parte, porque la previsión es que visiten Barcelona oleadas de turistas similares a las de antes de la pandemia. Por la otra, porque desde Ciutat Vella alertan que los pisos turísticos ilegales están volviendo a aumentar, a pesar de que hace años que el Ayuntamiento puso freno a su expansión prohibiendo que se otorgaran más licencias. Fuentes municipales informan al TOT Barcelona que en estos momentos hay en Barcelona alrededor de 9.500 vigentes. 

Vecinos que marchan de Barcelona por la crisis

Uno de los gritos de alerta viene del gerente de la asociación Eix Comercial Raval, Jordi Bordas, que señala que los efectos de la crisis han hecho que algunos vecinos de la ciudad conviertan sus viviendas en pisos turísticos. Uno de los métodos, detalla, es ir a vivir a un pueblo del área metropolitana más económico y alquilar durante unos meses el inmueble a otro particular o un fondo inversor que se encarga de irlo alquilando a diferentes turistas. Bordas ha visto situaciones de este tipo a los barrios de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera i El Raval. “Hay gente que está marchando y optando por esta opción porque los precios de los alquileres han subido”, dice. 

El aumento de estos alojamientos también lo ha detectado uno de los integrantes de la junta de la Xarxa Veïnal del Raval, Àngel Cordero, durante este 2023 y el año pasado. Tal como explica al TOT, el escenario son los alrededores de la plaza del Pedró y los hechos que han hecho saltar las alarmas son la llegada de personas con maletas a viviendas donde antes vivían familias o estudiantes y las fiestas que se hacen algunas noches. Ha llegado a llamar a la Guardia Urbana. “Cuando cenamos en la terraza, vemos como a cierta hora los vecinos entran a casa porque trabajan el día siguiente, pero los inquilinos de estos pisos continúan y suben la música. En algunas ocasiones, hacen fiestas con DJ”, indica. “Hay la sensación de que todo vale”. 

En Barcelona habría todavía más pisos turísticos ilegales si no fuera por algunas de las actuaciones del Ayuntamiento. Tal como recuerdan las fuentes municipales, el verano del 2016 puso en marcha un plan de choque para frenar su actividad, “que había proliferado de forma alarmante”. Esto permitió pasar de 6.000 a “una cifra muy baja”. En el marco de este plan de choque, destacan, el consistorio recuperó para “uso de residencia habitual” hasta 3.763 inmuebles. En cuanto a las compañías que anuncian alojamientos turísticos, como Airbnb, pidió que se retiraran todos los anuncios ilegales de su web. A las que no lo hicieron se los impuso sanciones. En el caso de Airbnb llegaron hasta los 600.000 euros. 

La proliferación de pisos de temporada

El panorama lo ve diferente un integrante de la Asociación de Vecinos del Gòtic, Martí Cusó. Asegura al TOT que en este barrio del corazón de Barcelona ahora hay menos que antes porque “se ha hecho mucha presión”. Lo que sí que ha visto, pero, es la proliferación de alojamientos de temporada. “La mayoría de pisos no se podan alquiler por más de 10 meses”. En este caso, el perfil de los inquilinos no son turistas, sino expats, entre los cuales hay los llamados ‘nómadas digitales’, que vienen a vivir una temporada Barcelona mientras continúan trabajando para sus países de origen. “Vienen a vivir a un lugar muy barato para ellos, lo cual también hace que suban los precios de los alquileres”, avisa. 

Azoteas de Ciutat Vella / Meritxell M. Pauné
Azoteas de Ciutat Vella / Meritxell M. Pauné

La situación de los precios de las viviendas es alarmante desde hace tiempo. No solo por declaraciones como las de Cusó o por casos de jóvenes para los cuales es imposible ir-se de casa de sus padres, también por los datos que se van publicando al respeto. Algunas de ellas son que el importe mediano del alquiler fue el 2022 de 1.020 euros, mientras que el 2019 fue de 979 euros, según La Cámara de la Propiedad Urbana de Barcelona (CPUBCN). En los últimos 14 años ha crecido un 26%, con tenedores que van desde Nou Barris (730 euros) hasta Sarrià-Sant Gervasi (1.384 euros). 

Y otro dato reciente: Barcelona se encuentra al podio de las ciudades con la vivienda más cara del sur de Europa. El portal inmobiliario Idealista analizó la evolución del precio del m² de las viviendas y estableció que la primera posición lo ocupa Lisboa (5.178 euros/m²), la segunda Milán (4.953 euros/m²) y la tercera Barcelona (4.059 euros/m²), a la cual sigue Madrid (3.995 euros/m²).

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