La mayoría de clientes que llenan el Mercado de la Boqueria a las puertas del Pont de la Purísima son extranjeros. No es nuevo. Hace años que este emblemático mercado es una atracción turística más de la ciudad. Tampoco es nuevo ver que buena parte de los puestos han dejado la venta tradicional y venden comida pensado para atraer visitantes y darles la experiencia que vuelan. La oferta de conos de jamón, brochetas de fresas cubiertas de chocolate o de zumos de frutas exóticas es extensa. Lo que no es habitual, pero, es que no esté atestado, a pesar de que esté abierto durante todo el puente. De hecho, se puede andar con una tranquilidad que hace mucho de tiempo que marchó de aquí.
Parte de esta realidad puede responder al hecho que desde la misma Boqueria se espera que la afluencia de visitantes no llegue hasta a partir de este viernes 8 de diciembre. Así lo manifiesta al TOT Barcelona el gerente de la Boqueria, Òscar Uribe, quien también añade que hay trabajadores que hacen fiesta los primeros días de la semana con la intención de abrir a partir de jueves o viernes. “Del miércoles 6 no esperamos nada y del día 8 esperamos trabajar mejor. También es una incógnita como irá. Pero lo que sí que suponemos es que el turismo no será internacional, sino que local, de todo Catalunya y del Estado”, pronostica Uribe.
Persianas bajadas
Una visión más pesimista es la de en David Morales, propietario de la parada de embutidos Molto Gourmet. Asegura al TOT que no levantará la persiana este 6 y 8 de diciembre porque “el 99%” de los clientes son turistas internacionales y los turistas catalanes u otros territorios del Estado no visitarán el mercado. Prefieren otros lugares. “No pienso abrir para que no venga nadie. Hace años ya lo hice hace años, y no mereció la pena”, recuerda colocando en un horizonte mejor otras fechas de las fiestas. “El 31, por ejemplo, sí que lo haré porque venden muchos italianos a pasar el Fin de año. El que más vendo a los turistas es jamón ibérico y queso manchego”, añade.

Las palabras de Morales se ven reflejadas en las numerosas persianas que están bajadas pocos días antes del inicio del puente. Mientras lo habitual es que los comercios del centro de Barcelona estén abiertos toda la semana, en este caso, solo se tiene que andar unos minutos por sus pasillos para ver mínimo 10 paradas sin ningún indicio de vida. En este sentido, Morales dice que la carencia de clientes locales ha hecho que, en los últimos años, varios negocios tradicionales hayan cerrado. “No venden porque no tenemos productos con precios para ellos. Entiendo que no lo hagan y también que nosotros nos hayamos adaptado al turismo”.
Sobre las pocas paradas tradicionales que resisten, de hecho, habló hace pocos meses con el TOT la Carme Valloreva, propietaria de Polleries Aviram desde el 1982. Concretamente, aseguró que solo representaban un 25% del total y que ella se negaba a venderse al turismo por una cuestión de principios. “Siempre me he opuesto a este tipo de turismo masificado. No me apetece”. Aunque los principios no siempre pueden ganar a los poderes económicos y, a la vez, gentrificadores de la ciudad. “Me hace mucha pena, pero quizás con el tiempo tendré que vender productos para turistas”, reconocía.
Sin previsión
Otra opinión sobre el que se espera del puente se encuentra a Menuts Rosa, donde una trabajadora afirma al TOT que los vecinos que no marchen de la ciudad porque trabajan, aprovecharán los dos festivos para hacer compras de Navidad en la Boqueria. Llena de incertidumbre, en cambio, es la visión de Carmen, trabajadora de Fantasía de Pimientos. “No tenemos previsión. Esto es el día a día. Yo abro todos los días, y hasta que no lo hago no sé cómo irá”, apunta. Diferente es la de Olivas El Pinyol Conservas. Una de sus empleadas admite que sí que trabajarán porque su jefe ha decidido quiere abrir, pero “peine que esto estará muerto” y que la gente solo irá “si llueve y necesita refugiarse”.

Las últimas dos trabajadoras se mueven entre la incertidumbre y el pesimismo, a pesar de asegurar que sus negocios son de los pocos que no dependen del turismo internacional. Por su parte, desde Fantasía Pimientos explican que los barceloneses compran, pero que lo hacen antes de las 10 horas, cuando todavía no han llegado las avalanchas de turistas. Por otro lado, desde Olivas El Pinyol Conservas señalan que consiguen mantener todo tipo de clientes porque ofrecen una gran variedad de conservas, que pueden ir de los 3,5 euros hasta otros de gourments que se ensartan hasta los 135 euros. También admiten que tienen la suerte de contar con clientes que no fallan y que compran productos de grandes dimensiones, como unos botes gigantes de