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De la cocina catalana a las tertulias: Casa Leopoldo vuelve a los orígenes

Bruno Balbàs, CEO de Banco de Boquerones, el grupo de restauración que se ha quedado el restaurante Casa Leopoldo, explica una anécdota de Manuel Vázquez Montalbán. Un día, el escritor y «embajador» de Casa Leopoldo, entró en el establecimiento para hacer el aperitivo y salió después de cenar. Con esta filosofía y la idea de recuperar el local como lugar de tertulia, Balbàs y Sofia Matarazzo, al frente de Banco de Boquerones, han reabierto este negocio histórico de Barcelona. Y lo hacen mirando atrás, a los orígenes y a la historia de Casa Leopoldo, con dos salas que rinden un homenaje a Vázquez Montalbán y a Rosa Gil, nieta del fundador del restaurante, y la Sala Bohemia, un espacio para largas conversaciones, mientras se degusta un buen gin-tonic. Casa Leopoldo se encuentra en la calle de Sant Rafael, 24, en el Raval.

Uno de los comedores de Casa Leopoldo, con reminiscencias taurinas / BANCO DE BOQUERONES

Casa Leopoldo tiene 95 años, si se cuenta el primer restaurante que abrió Leopoldo Gil, en la calle de la Aurora, u 88, ya con Casa Leopoldo en 1936, pocos días antes de que estallara la Guerra Civil. «Tengo mucho de respeto por Leopoldo Gil y por su hijo, Germán Gil, El Exquisito», valora Balbàs. El hijo del fundador fue torero en la posguerra -de ahí su apodo- y más tarde se hizo cargo de Casa Leopoldo. En los años 90, le tocó a Rosa, la nieta de Leopoldo. “Me saco el sombrero por Rosa Gil. Fue una luchadora. Me gusta mucho la forma que tenía de plantearse la vida, de ir siempre hacia adelante, a pesar de las dificultades”. Tanto Rosa como Vázquez Montalbán “representan el espíritu de Casa Leopoldo y de lo que queremos hacer”. “Soy un firme defensor de la filosofía del escritor, de estar en una mesa, ser capaz de comer, ponerse a hablar o a discutir, y pasarse 12 horas encerrado en un restaurante”, dice el restaurador.

Recuerdo de Vázquez Montalbán, en Casa Leopoldo / JORDI SUBIRANA

De Pepe Carvalho a un chino de menú diario

Con permiso del desaparecido Can Lluís, en la calle de la Cera, Casa Leopoldo es el restaurante favorito del detective Pepe Carvalho, el personaje de Vázquez Montalbán. Durante los mejores años del establecimiento eran muy habituales Eduardo Mendoza, Terenci Moix, Maruja Torres o Juan Marsé. André Pierre de Mandiargues escribió allí la novela Al margen, el mundo del toro fue santo y seña del establecimiento y en sus mesas se sentaron tanto gente de derechas como de izquierdas… Rosa estuvo al frente del negocio hasta noviembre de 2015. Durante un tiempo se hizo cargo su hija. Con posterioridad, en 2018 lo probaron los empresarios y chefs Romáin Fornells y Òscar Manresa, y un año después lo hizo Rafa Peña, del restaurante Gresca, reconvirtiéndolo en un espacio de tapas selectas. Incluso, no hace demasiado, Casa Leopoldo fue un restaurante chino, con un menú diario de 12,5 euros.

Cuadro de Rosa Gil, en la sala dedicada a la antigua propietaria de Casa Leopoldo / JORDI SUBIRANA

La base de la cocina de la nueva etapa de Casa Leopoldo es el recetario que hizo Rosa Gil. «Es el recetario de tres generaciones. Hemos dejado aquello que es intocable. La muselina de bacalao, la cola de buey… Hemos hecho una carta de cocina tradicional catalana, cocina regional. Leopoldo Gil era aragonés. Y nos ha salido una carta muy nuestra. No hay influencias de fuera. No tenemos ni ceviches ni tartars. Hemos empezado con 18 platos y llegaremos a 25, entre primeros, segundos y postres. Antes, no se compartía. Ahora, evolucionamos hacia los platos compartidos. Apostamos por la cocina de platillo, incluso con los arroces y las albóndigas con sepia», explica el propietario de Banco de Boquerones. El establecimiento arranca con 13 trabajadores, ocho en la cocina y cinco en las salas.

Bruno Balbàs y Sofia Matarazzo, propietarios de Casa Leopoldo / BANCO DE BOQUERONES

«La Barcelona con personalidad»

Banco de Boquerones cuenta con varios establecimientos, todos en Barcelona: Casa Lolea, Elsa y Fred, Club 61, Can Framis, Sophie Gastrobar, Pepeta, Bru y, ahora, Casa Leopoldo. Balbàs dice que el futuro de su grupo de restauración está en Barcelona. «Nos centramos en esta ciudad, es maravillosa». Y uno de sus objetivos, siempre que puede, es intentar recuperar un restaurante emblemático que haya cerrado y darle una nueva vida. «Mantener y conservar nuestra historia es muy importante. Tenemos que procurar que restaurantes como Casa Leopoldo, Set Portes o Los Caracoles no cierren nunca». Y entre la Barcelona de ahora y la de antes, se queda con la de sus padres, «una Barcelona abierta, pero no globalizada. Me gusta la Barcelona con personalidad. Vas a Londres, Berlín o París y parece que estás en el mismo entorno», concluye el empresario.

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