Maldita hemeroteca. 14 de junio de 2019. El ganador de las elecciones, Ernest Maragall, ponía sobre la mesa la posibilidad de una alcaldía compartida con los Comuns -mientras Ada Colau ya tenía garantizada la vara de alcaldesa con los votos de la derecha de Manuel Valls-, y desde el partido lila hacían mofa asegurando que los republicanos estaban muy nerviosos. “Es otra gesticulación, hemos tenido suficiente tiempo para hablar y esta propuesta no ha llegado, ahora intenta condicionar nuestra consulta a las bases“, decía hace cuatro años Janet Sanz. Y ahora, a las puertas de la investidura -o no, si VOX presenta un recurso contencioso-administrativo que aplace el plenario de sábado, 17 de junio-, Ada Colau quema su último cartucho para salvar la estructura de partido de los Comuns manteniendo una cuota de poder en el Ayuntamiento justamente con la misma propuesta que en 2019 rechazaron y ningunearon.
Retorno a la vieja política
De hecho, el tripartito progresista de los 24 regidores que clama Colau desde la noche del 28-M, y que inicialmente era también la vía más rápida de Collboni para descabalgar a Xavier Trias, ha sido desde el minuto cero la única posibilidad de Ada Colau de conservar parcialmente el poder en Barcelona a pesar de haber perdido las elecciones y ser tercera fuerza. Pero no para Jaume Collboni, que tiene sobre la mesa otras muchas opciones para impedir que el candidato de la órbita de Junts tenga la alcaldía. Collboni podría ser alcalde si el PP cediera dos de sus cuatro votos, podría serlo también si Colau se mantiene fiel al PSC -suman 19 regidores- y VOX decidiera que es mejor un alcalde constitucionalista que uno independentista. Y todavía más, Collboni podría ser el socio de Xavier Trias consolidando la famosa sociovergencia.
Sea como fuere, esta última maniobra de Ada Colau no solo se interpreta en clave de supervivencia personal, sino con perspectiva de salvar a los Comuns en los próximos ciclos electorales, volviendo a la vieja política y recuperando, de facto, la función de ICV de muleta del PSC. Una triple alcaldía significaría cuatro años de ingresos garantizados para el partido -ahora solo está el grupo parlamentario con ocho diputados-, cargos de asesores y sueldos.

Pero, sobre todo, permitiría mantener a los Comuns y a Colau cierta institucionalidad para preparar el terreno para las elecciones del 23-J en el Congreso de los Diputados y, todavía más, en el Parlament de Cataluña. La alcaldesa en funciones no va en las listas españolas de Sumar, pero en ningún caso ha cerrado la puerta a ocupar un hipotético ministerio en Madrid si el partido de Yolanda Díaz acabara siendo influyente y necesario en un gobierno liderado por el PSOE. Como tampoco se puede descartar que Ada Colau acabe siendo candidata de los Comuns a la Generalitat. A estas alturas no hay ninguna figura relevante que pueda ocupar este lugar, y Colau tiene un perfil propio suficientemente potente como para encabezar una lista que acabara siendo necesaria para configurar mayorías. Dicho de otro modo, que los Comuns volvieran a ser la muleta del PSC que fue ICV y así les abriera la puerta de entrada a más poder institucional.
Ahora bien, «la fórmula imaginativa» de Colau para garantizar la supervivencia del partido ha chocado con el recelo inicial de ERC y la negativa de Collboni, aparentemente, el más beneficiado del reparto, que según ha detallado la candidata de los Comunes, implicaría endosar a Maragall el primer año de mandato -con las obras de la Superilla, la Rambla y vía Laietana hirviendo-, y un año y medio para ella misma y para el candidato del PSC. Una oferta que Colau considera tentadora para ERC, que ha sufrido un batacazo muy importante, pasando de 11 a 5 regidores, y también para Collboni, que a pesar de no ganar las elecciones conservaría el poder y sería alcalde en el último tramo de mandato. Para el PSC y los Comuns, estar en el gobierno municipal de Barcelona les tendría que jugar a favor el 23-J. Es decir, que Colau podría presentar lo que es una estricta operación de rescate de su partido como uno

ERC, entre la espada y la pared
ERC, por su parte, asegura que no sabía nada, de esta fórmula imaginativa y que no está en ningún caso consensuada. Ahora bien, no ha cerrado la puerta a estudiar la propuesta. A primera vista, este tripartito de alcaldía dejaría ERC como el partido que ha impedido que Xavier Trias sea alcalde -sobre el papel, un alcalde independentista- para tener un año de alcaldía y dar tres a los dos partidos que en 2019 se aliaron para apartarlo de Sant Jaume. Una circunstancia difícil de gestionar para los republicanos de cara a unas futuras elecciones en el Parlament. Pero además, abonarse al tripartito imaginativo significaría cerrar la puerta a un posible bipartito con Xavier Trias, en el cual los republicanos podrían lucir acción de gobierno -arrastrando a Trias hacia políticas sociales más próximas a las de ERC- y a la vez dar un balón de oxígeno a las deterioradas relaciones entre independentistas. Porque llegar a las elecciones al Parlament con un enfrentamiento abierto beneficiaría el PSC, que se ha situado como el partido de orden ante los altibajos del independentismo en esta legislatura.
Y en cuanto al PSC, Jaume Collboni quiere agotar todas las posibilidades de ser alcalde cuatro años y, de entrada, ha dicho no al reparto de poder sugerido por la que hasta ahora ha sido su socia de gobierno. Los socialistas creen que es una fórmula que «no entenderían» los votantes progresistas y que «no contribuiría a la estabilidad y el rigor» en el Ayuntamiento, además de destacar que ERC ha cerrado la puerta a un acuerdo progresista porque está entregada al independentismo. Mientras sea posible, el socialista quiere seguir explorando un acuerdo con el PP, que le permitiría ser alcalde con el apoyo de los Comunes, o bien algún acuerdo de estabilidad con Xavier Trias que, de producirse, se cerraría después de las elecciones españolas y estaría conectado con el reparto de poder a la Diputación de Barcelona.
Pero hay que recordar que en 2019, los votantes progresistas parece que sí que «entendieron» un pacto con la derecha de Manuel Valls para dejar sin alcaldía otro progresista.