«Es la victoria de David contra Goliat». La noche del 24 de mayo de 2015, Ada Colau ganaba las elecciones municipales con solo 17.000 votos más que el entonces alcalde, Xavier Trias. La candidata de Barcelona en Comú obtenía 11 regidores, uno más que la cabeza de lista de CiU. La primera incursión del partido heredero de ICV no solo hundía al partido al cual hasta entonces había servido de muleta, el PSC (4 regidores), sino que descabezaba de golpe las expectativas que CiU había generado en Barcelona sobre un cambio político de fondo en la ciudad después de que Xavier Trias hubiera roto 32 años de victorias socialistas incontestables en la ciudad. Después de dos semanas de negociaciones, Ada Colau conseguía arrastrar al PSC, ERC y también a la CUP -que cedió uno de sus tres ediles- hacia su investidura. Xavier Trias había intentado un tripartito con ERC y el PSC y el apoyo del PP, pero este popurrí ideológico que pretendía frenar a Ada Colau en ningún momento tuvo posibilidades de contrarrestar la propuesta de gobierno de izquierda plural de Barcelona en Comú.
Barcelona, 2015
Ahora, ocho años después, las encuestas apuntan que se puede repetir el duelo del 2015 entre los mismos candidatos, Trias y Coláis. De hecho, los dos han diseñado una campaña muy personalista -Barcelona en común es, de hecho, Ada Colau, y en el caso del exbatlle de CiU es más explícito todavía con el eslogan Trias por Barcelona– pensante justamente que pueden ganar por la vía de la polarización total. Se lo juegan al todo o nada y de alguna manera, empujan el resto de formaciones a posicionarse sobre posibles alianzas postelectorales.
“Trias y Coláis intentan repetir la batalla del 2015 porque los conviene a ambos jugar al blanco o negro. En el caso de Trias, polarizando consigue sacar de la ecuación dos variables que le podrían hacer daño, el PSC y ERC. De hecho, la irrupción de Trias en campaña le ha sacado el voto útil que recogió ERC el 2019 y que correspondería a Juntos, y de aquí que Ernest Maragall haya quedado totalmente descabalgado de las encuestas”, señala en conversación con este diario Gabriel Colomé, director del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (IPCS) y profesor de Ciencia Política de la UAB.
Ahora bien, Colomé considera que “los partidos todavía no han utilizado toda la munición para combatir políticamente alguien que ya ha estado alcalde, y que de momento solo se hace fotos para las redes”, y avanza que “durante la campaña habrá mucho ruido, y habrá que ver si este efecto Trias se ha mantenido tres meses después de irrumpir como novedad”. En cuanto a Ada Colau, este experto remarca que “el 2019 ya perdió las elecciones y ahora ha tenido un mandato convulso, de forma que no tiene el plus que tendría como alcaldesa con una buena gestión, y hace la sensación que todos sus electores ya están sobre la mesa. Ha enfadado muchos colectivos y ahora Trias intentará captar gente muy diferente con temas como el coche, el Hermitage, el turismo, el comercio, el Puerto, porque ha hecho una ciudad solo pensada para sus votantes”.
Los ataques políticos, un activo para Colau
Por su parte, el profesor de comunicación política de la UPF-Barcelona School of Manegement Toni Aira remarca que la alcaldesa podría salir beneficiada de esta polarización que ambos candidatos fomentan, A parecer suyo, juega en su favor “su gran capacidad de comunicar fijando los adversarios que la proyecten como un liderazgo social y político asediado. Si todo el mundo la critica, no solo la hace protagonista sino que la ayuda con una estratégica que siempre le ha salido bien, crecer ante el ataque y saber fijar en la imagen de una parte de la población la idea que hay unos intereses poderosos detrás de los ataques que recibe”.
Además, este experto considera que la alcaldesa, si bien a las últimas encuestas no aparece como la primera fuerza, tendrá cierto voto oculto. “Siempre hay cierto voto oculto del partido del gobierno, que acumula unos problemas de percepción pública o de valoración que no acostumbran a tener los partidos de la oposición. Por lo tanto, es normal que Coláis tenga más voto oculto que otros porque ella está gestionando y esto implica desgaste, y la gente que es proclive a esta fuerza política no toda manifiesta su preferencia tanto como lo haría si el partido estuviera impoluto a la oposición”.
ERC, el precio de votar los presupuestos
Por otro lado, Toni Aira considera que quien quiera desbancar Coláis lo tendrá que hacer con «un mensaje en positivo y no en negativo, porque entonces conseguirá llevar buena parte del voto que ahora tiene más ganas de girar hoja en la ciudad». En este sentido, opina que es la estrategia tanto de Trias como de Collboni y Maragall, pero alerta que el candidato junter lo tiene más fácil porque «PSC y ERC no tienen misma credibilidad para decir que lo harán diferente a como lo han hecho estos años». Es más, el profesor de Comunicación Política de la UPF-BSM señala que el candidato republicano tiene dificultades añadidas para ser una alternativa creíble: «ERC ha apoyado a la mayoría de presupuestos del gobierno municipal, que es el que más sostiene cualquier gobierno. Si además, una de estas aprobaciones marcó una clara desautorización del candidato cuando él pretendía oponerse, pero lo forzó el pacto desde la otra banda de San Jaime porque tenía una correspondencia con los presupuestos de los Comunes, todavía queda más tocada esta capacidad de liderazgo alternativo y efectivo a Ada Colau».
En cuanto a Jaume Collboni, Gabriel Colomé apunta que, a diferencia de Ernest Maragall, puede ser una alternativa porque «tiene ahora manos libres para hacer campaña, pasear por la ciudad sin responsabilidades de gobierno y sin una agenda de teniente de alcalde que lo tenga ocupado. Es como está Xavier Trias ahora mismo, sin ninguna obligación. Pero sí que tendrá que afanar con un modelo de ciudad que ha creado muchos anticuerpos en los electores estos años», sentencia.
Los partidos pequeños pueden tener la llave
En cualquier caso, Gabriel Colomé avisa que la aritmética de la noche del 28M puede ser diabólica, y que la segunda parte del partido llegará con los pactos que necesariamente habrá que hacer a partir del día siguiente. De hecho, solo un candidato, Joan Clos, frotó la mayoría absoluta con 20 regidores el 1999. Se espera una aritmética compleja, donde es posible que los partidos pequeños «acaben teniendo la clave de la gobernabilidad municipal». «Si entran los pequeños, como el PP o la CUP, los pactos estarán condicionados de forma clara. De hecho, quién tiene que tomar la iniciativa para formar gobierno será el partido con más regidores, pero puede haber un doble o triple empate técnico. Aquí todo se complicaría, y serían los pequeños los que podrían decantar un gobierno u otro», concluye este politólogo.
El PP ya ha dejado claro que estaría en disposición de apoyar a un gobierno de Trias y Collboni, pero no a uno en el cual hubiera Ada Colau. Por el contrario, la CUP no investiría a Trias o a Collboni, pero podría hacerlo con un gobierno de Comuns y ERC. Y otra posibilidad que todas las encuestas avalan y que sería la opción predilecta de Colau, uno tripartito con el PSC y ERC.
Los manuales de teoría política dicen que el 75% de los votantes ya tiene decidido su voto el día que empieza la campaña electoral. El 25% restante, en pleno ruido de los quince días de campaña, decide si se queda en casa o se moviliza. El 28M, teniendo en cuenta las encuestas ajustadísimas, este 25% será decisivo.
