La realidad de las elecciones es diferente en cada uno de los 73 barrios de Barcelona. Cada zona tiene unas problemáticas específicas más o menos comunes que obligan las formaciones a trabajar de lo lindo para incluir en los programas aquellas propuestas que convenzan a los vecinos para decantarse hacia un lado u otro. Esta lógica se aplica a todos los lugares, pero es especialmente importante en espacios como los barrios de montaña, los grandes olvidados de la capital catalana. La Barcelona de las alturas vive expectante este año unos comicios donde no acaba de verse representada y donde las campañas de los partidos parecen querer esquivar núcleos de población como Vallvidrera, convirtiéndolos en un verdadero desierto de propaganda electoral.
La única fuerza política que hasta ahora ha decidido dejar de dar la espalda a la montaña durante esta campaña ha sido la CUP, que este jueves protagonizó una encartellada por las calles principales de Vallvidrera e instaló una carpa en la plaza de Pep Ventura, justo delante de la Estación Superior del Funicular. Esta movilización de los anticapitalistas, pero, no es casual. La formación encabezada este 28M por Basha Changue sacó en este barrio su mejor resultado histórico en las elecciones de ahora hace ocho años, concentrando el 14,5% de los votos. El hito no se pudo repetir en 2019, cuando el partido solo consiguió el apoyo del 4,7% de los votantes, una cifra que -a pesar de la importante bajada- se convirtió en la segunda mejor del partido en toda la ciudad durante aquellos comicios.

Campaña personalizada y auge nacional
Uno de los artífices de aquellos resultados históricos de la CUP del 2015 fue Joan Pujol. Este vecino y actual presidente de la Asociación de Vecinos de Vallvidrera concurrió a las elecciones como número 37 de la lista de los anticapitalistas y candidato a consejero de distrito y fue uno de los responsables de la campaña de la formación en la zona. «Vallvidrera tiene una idiosincrasia muy de pueblo, prácticamente nos conocemos todos. Decidimos que se tenía que hacer una campaña más personalizada, a medida, y lo plasmamos con carteles con medidas concretas repartidos por el barrio», explica.
Pujol reconoce que les sorprendió el gran resultado obtenido y lo atribuye también en parte al momento que vivía la CUP a escala nacional. «Aquí en Vallvidrera siempre ha habido un voto de izquierdas. En 2015 coincidió que era la primera vez que se presentaba Ada Colau y mucha gente todavía dudaba y que nosotros estábamos en un contexto de auge nacional. La CUP estaba de moda e hicimos muy buena trabajo», asegura. El ahora presidente de la asociación vecinal también participó en la campaña de los anticapitalistas en 2019, pero no pudo repetir el éxito obtenido cuatro años antes. «La segunda campaña estuvo muy polarizada por el 1-O y el 9N. La dinámica nacional es muy importante y la CUP perdió mucho voto útil que se fue hacia ERC», apunta, recordando que Vallvidrera fue uno de los barrios donde se produjeron cargas policiales y también donde hubo unos altos índices de participación en el referéndum.

Política de barrio para ganar autonomía
Una de las vecinas que se animó a votar a la CUP en 2015 fue Clara Raich. Esta mujer -que hasta el pasado eas de enero ejercía de presidenta de la asociación de vecinos- recuerda con especial simpatía la campaña de los anticapitalistas en Vallvidrera, que llevó muchas personas como ella a darles un voto de confianza. «Los voté porque fueron el único partido que hizo política de barrio de verdad, escuchando las necesidades de la ciudadanía y plasmándolas en el programa en forma de propuestas», apunta.
La expresidenta considera que tanto la presencia de Pujol como la otros referentes del barrio en el organigrama de la formación fue clave para acercar las políticas al vecindario y lamenta que esta perspectiva local personalizada se haya ido diluyendo con los años. Raich y Pujol coinciden, sin embargo, en dibujar cuál es la gran demanda que Vallvidrera y los barrios de montaña en general hace tiempo que trasladan a la administración. «Formamos parte de un distrito que no tiene nada que ver con nosotros. Las normativas se han hecho con la realidad de la ciudad y no con la de aquí arriba. Por eso, queremos ganar autonomía y soberanía«, afirman, remarcando la necesidad de establecer un organismo sensible a la realidad de esta zona de la capital catalana y que vaya más allá del distrito.

Llevar las periferias en la plaza Sant Jaume
Desde la CUP son sensibles a estas demandas y este año han decidido continuar apostando por celebrar al menos uno de los actos de campaña en Vallvidrera, tal como se ha hecho desde el 2015. «Hay muchas cosas que no podemos decidir desde el plano sin preguntar a las personas de la montaña porque tienen dificultades diferentes. Se les tiene que dar la importancia que merecen y que no han tenido en los últimos años. Prueba de esto es que muchas de las propuestas que presentamos son las mismas que las del 2019», señala Clara Morató-Aragonés, número 38 de la lista de los anticapitalistas y representante del distrito de Sarrià-Sant Gervasi.
En la misma línea se pronuncia el número 2 de la CUP de cara al 28M, Jordi Estivill, que recalca que esta perspectiva local es uno de los rasgos característicos de la formación tanto en la capital catalana como el resto del territorio catalán. «Creo que tenemos un discurso coherente que se puede aplicar tanto en Barcelona como en cualquier otro pueblo de Cataluña. La lógica de estar un poco en todas partes y de aplicar medidas que tengan sentido en el territorio y que no sean réplicas también sirve para Vallvidrera y los barrios de montaña. El objetivo es coger las periferias y llevarlas a la plaza Sant Jaume», insiste.

La quimera del voto útil
Vallvidrera ha estado en primera línea mediática durante los últimos dos mandatos por casos como el de la Casa Buenos Aires o por luchas vecinales como la del bus nocturno, que hasta el año 2016 no llegaba a los barrios de montaña y un servicio que después de la pandemia volvió a dejar de funcionar. Ambas reivindicaciones tienen en común una fuerte respuesta del vecindario, que se volcó para conseguir que las administraciones movieran ficha. «Siempre digo que este es un barrio de izquierda tranquila. Los conflictos de la grande Barcelona se ven desde cierta distancia, pero cuando nos toca de bien cerca, la gente se moviliza», explica Joan Cantimplora, simpatizante de los anticapitalistas y vecino del barrio.
La CUP apela, precisamente, a esta movilización vecinal para conseguir repetir los buenos resultados del 2015 en esta zona. Dejando de lado posibles pronósticos, la presencia de los anticapitalistas en Vallvidrera ha despertado al menos la curiosidad de varios vecinos, que el jueves se acercaban a la carpa pidiendo información. Un abuelo, sin embargo, fue el encargado de verbalizar una pregunta que estos días sobrevuela el ambiente en torno a la formación encabezada por Changue: «¿Votaros será útil?».