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¿Qué vínculo tienen la casa ocupada de La Ruina y Mercè Rodoreda?

Ya hace un mes que la okupación se ha convertido en uno de los temas principales a las sobremesas de las comidas de domingo. Especialmente, el debate alrededor de las dos casas ocupadas de la plaza de la Bonanova que llevan por nombre La Ruina y el Kubo. Un debate que ha transcendido las sobremesas y se ha convertido en uno de los pilares de la campaña electoral que ha llenado la ciudad de Barcelona de discursos políticos, carteles y candidatos reclamando el voto de los ciudadanos, alegando ser la mejor opción para liderar cuatro años más la capital de Cataluña. Pero, ¿qué sabemos de la Ruina antes de que se convirtiera en el símbolo de la ocupación que es hoy en día?

Antes de que la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria, más conocida como Sareb, adquiriera la propiedad, el espacio que hoy en día es La Ruina había pasado por varias manos, entre ellas las manos del hijo de Mercè Rodoreda: Jordi Gurguí y Rodoreda. A finales de los años 60, el hijo de Rodoreda compró esta pequeña tuesta situada al cruce de la calle de Sant Joan de la Salle y la calle del Lluçanès, a escasos metros de la plaza de la Bonanova. Allá montó la Guardería Flipper, una pequeña guardería para los más pequeños de la familia. Teniendo en cuenta las dimensiones del interior de la torreta y el jardín que preside el edificio, Gurguí combinaba el espacio destinado a la guardería y los espacios para vivir.

Como que el edificio estaba totalmente habilitado para vivir con comodidad, se convirtió en la segunda residencia de la reputada escritora catalana, puesto que a finales de los años sesenta Rodoreda vivía en Ginebra (Suiza). Buena parte de la vida de quien se considera la escritora más influyente de la lengua catalana en la contemporaneidad ha girado en torno al barrio de Sant Gervasi. Rodoreda nació el 1908 al que hoy en día es la calle Manuel Angelon -Sant Gervasi de Cazuelas- y la mayor parte de su niñez tuvo lugar en este barrio.

Retorno a Sant Gervasi

Rodoreda se vio obligada a huir al exilio después de que Franco se proclamara vencedor de la Guerra Civil Española. Primero en Francia, y después en Suiza. Ahora bien, ya a finales de los sesenta volvía a su ciudad madre de vez en cuando. De hecho, el 1969, Rodoreda estuvo viviendo un breve tiempo en la guardería de su hijo -ahora La Ruina– aprovechando la visita en Barcelona para recoger el premio Ramon Llull por la novela ‘La calle de las Camelias’. En una de estas visitas, Rodoreda también coincidió con la reputada escritora catalana, Montserrat Roig. Roig estuvo trabajando durante un tiempo a la guardería de la Bonanova, tal como queda recogido a las Memorias de Rodoreda.

Imagen de Mercè Rodoreda a la guardería convertida con La Ruina

Este edificio que hoy recibe el sobrenombre de La Ruina también aparece en una de las obras de la escritora catalana. Concretamente, se trata ‘de Aloma’, la segunda edición que Rodoreda escribió el 1969 -reescribió su obra porque consideraba que la podía hacer mucho mejor-. A la novela, una obra centrada en una adolescente, Aloma, que vive en una Barcelona que crece y se expande, pero que es a la vez conflictiva, aparece un escenario que con variantes será constante de su producción: una torreta modesta pero con jardín del barrio de Sant Gervasi, un jardín lleno de flores. Este escenario que describe la novela es la viva representación de La Ruina.

Pendiente de juicio

Desde la época que Rodoreda describe a sus novelas ha llovido mucho, pero todavía se conserva un pequeño recuerdo. Según explican desde la CSO La Ruina a través de su cuenta de Twitter, los habitantes que actualmente gestionan el edificio han organizado una «biblioteca autogestionada donde tienen varias obras de Roig y Rodoreda», dos referentes del edificio.

Actualmente, La Ruina está pendiente de desalojo. Hace pocos días, el Juzgado de Primera Instancia número 39 de Barcelona ordenó el desalojo del edificio ocupado. En su sentencia, la magistrada emplaza los inquilinos de estas instalaciones ubicadas al barrio de la Bonanova a abandonar el inmueble para dejarlo en manos de sus propietarios, entre ellos la Sareb. Este desalojo, pero, no será inmediato porque la sentencia no es firme y todavía se puede recurrir a la Audiencia de Barcelona.

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