La Barcelona de siempre se va extinguiendo cada vez que cierra un comercio de toda la vida. Lo más destacable es que muchos establecimientos no bajan para siempre la persiana porque sus responsables quieran, sino porque se ven obligados por presiones inmobiliarias, como subidas del precio del alquiler o la imposibilidad de renovar el contrato; o por falta de relevo generacional. Esta realidad empezó hace mucho tiempo, pero cada vez se está acelerando más y dejando a Barcelona sin identidad propia.

El último caso que ha vivido la ciudad es el de la Granja Bruselas, situada en el barrio de la Dreta de l’Eixample. Tal como explicó hace pocos días el responsable del establecimiento, Carles Huguet, al TOT Barcelona, este establecimiento originario del 1940 cerró este viernes por varias razones. El detonante de esta decisión, pero, fue que un fondo buitre había comprado la finca donde se encontraba, el número 67 de la calle de Roger de Llúria, para hacer pisos de lujo. Exigió a los inquilinos que se marcharan cuando se les acabara el contrato de alquiler. «Han echado toda la finca», avisaba Huguet.

Una papelería centenaria

Otro caso que fue titular en los medios de comunicación barceloneses es el de la papelería centenaria Hija de J. Batlle Horta, que se encontraba en el barrio de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera desde el 1917. Isabel Devant fue la quinta generación que estaba al frente del negocio y decidió jubilarse con 61 años. A principios de junio señaló al TOT que sus hijos no querían coger el relevo, lo cual la obligó a poner punto final a la historia de la papelería y alquilar el local. No quería, pero, que acabara en manos de ninguna persona que quisiera hacer un negocio turístico. “En este punto de la via Laietana hay vecinos de toda la vida, no permitiré que abran un negocio turístico que destroce más el barrio. Si puedo contribuir a mantener, en la medida de lo posible, su identidad, me gustaría hacerlo”, dijo.

Lejos de este punto de la ciudad, al barrio del Putxet i el Farró, se encontraba la Vinoteca Jarrera. A principios de junio también se supo que su responsable quería bajar la persiana para siempre por jubilación. El periodista Marc Piquer, que lleva la cuenta de Twitter Barcelona Singular, lamentó el cierre a través de la red social. “Es la peor noticia que os podía dar durante el Día de La Rioja”, subrayó.

El pasado mes de mayo también se supo que la Granja Montsantsituada a l’Esquerra de l’Eixample y regentada en los últimos años por la María Rosa Puig, también cerraba las puertas. Puig explicó en su momento al TOT que el principal motivo del cierre de este negocio del 1982 era que estaba “muy cansada”. “Tengo 57 años y trabajo una media de 15 horas en el día”, señaló. También reconoció que le habían condicionado la pandemia, la crisis, las obras de Consell de Cent y la enfermedad de su madre, que había muerto el pasado mes de noviembre. “El negocio me funcionaba muy bien gracias a clientes de toda la vida y otros nuevos”, aseguró.

En el corazón de Barcelona, el barrio Gòtic, fue testigo de otra pérdida importante: el bar Brusi. Sus responsables, Montserrat Sabadell, de 85 años, y su hijo Josep Sans, decidieron acabar con una trayectoria de más medio siglo sirviendo cocina casera. El Brusi no hizo ninguna fiesta de despedida ni anunció la decisión de cerrar en ninguna parte. Quienes sí que se enteraron de la noticia fueron muchos de sus clientes habituales que se presentaron al Brusi para despedirse de Sabadell y Sans.

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