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La abstención arrasa en La Marina del Prat Vermell
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Las elecciones de Barcelona han dejado muchos titulares para el análisis. Xavier Trias ha ganado el referéndum de Ada Colau, la izquierda consolida su mayoría y las líneas rojas a la hora de hacer pactos se rompen definitivamente. Pero todavía hay un dato más que hace reflexionar. La abstención aumenta de forma considerable en la capital. Si hace cuatro años, tres de cada diez vecinos decidieron quedarse a casa, ahora ya son cuatro de cada manantial (+11%). La situación por barrios es todavía más ejemplificadora. En las elecciones de 2019 hubo más abstencionistas que votantes en 7 de los 41 barrios de la ciudad. Este año, esta cifra llega hasta 12 barrios.

Especialmente molestos están a la Zona franca, donde se ubica el barrio con menos interés por la política. En la Marina del Prat Vermell, seis de cada diez vecinos han decidido ignorar la cita electoral. La Marina vuelve a ser el barrio con más abstención de Barcelona, y es que hace cuatro años ya lideró el ranking con solo un 40% de participación, un punto menos que este año. Todo ello son datos que no sorprenden a Abdo Florencio, activista histórico del barrio. «Es un barrio con gente mayor, poco movilizado y con poca cultura de ir a votar», explica al TOT Barcelona.

Crecimiento urbanístico en el barrio de la Marina de Prat Vermell.
La Marina crecerá urbanísticamente durante los próximos años | Jordi Play

Sin interés por la política

La historia de la Marina nos remonta a inicios del siglo pasado, cuando los vecinos de las barracas de Montjuic fueron expulsados por la Exposición Internacional de 1929 y fueron reubicados cerca del Puerto de Barcelona. Allá se construyeron las conocidas casas baratas de Eduard Aunós, que fueron derrocadas con la llegada de los Juegos Olímpicos. Con un paisaje completamente renovado, la Marina, que ahora respira los olores fuertes del Puerto, mantiene el espíritu de un pequeño pueblo unido. «Que no se te ocurra hablar mal de nadie, que nos conocemos todos», avisa un Abdo a quien el activismo le llegó después de regentar una lavandería durante más de 40 años.

La Laura, dependienta de la única farmacia del barrio, comparte las teorías de la Abdo. Hace diez años que trabaja a la Marina y mantiene que es de los pocos barrios donde la gente «todavía hace vida en la calle». El objetivo del Ayuntamiento es ubicar en esta zona un nuevo 22@, convirtiendo la Marina en un nuevo polo económico con espacios para oficinas y nuevas viviendas. A pesar de todo, Laura duda de que los futuros nuevos vecinos arrastren el resto a las urnas. «Los de toda la vida no se interesan mucho por la política», mantiene. Las conversaciones en la plaza han ignorado sistemáticamente lo que dicen los políticos, incluso durante las épocas más fuertes del Procés cuando, en mayor o menor medida, todo el mundo hablaba. A la Marina, asegura la farmacéutica, «nunca nadie me comentó nada del tema».

Crecimiento urbanístico en el barrio de la Marina de Prat Vermell. Plaza de Falset, centro neurálgico del barrio.
Vecinos en la plaza del Falset, a la Marina| Jordi Play

«Que se voten entre ellos»

Sentada en un banco de la plaza del Falset, Nuria ejemplifica como nadie el sentimiento de todo un barrio. «Fui a votar porque me liaron unas amigas», comenta. Asegura que siempre ha escogido los socialistas por herencia de su padre, pero deja claro que «ni entiendo de política ni me interesa». La vecina, que controla de lejos su hija, se entera por el TOT que la Marina es el barrio con más abstención, un hecho que la entristece pero que entiende. A pocos metros aparece Sergio, propietario de un quiosco en el Eixample. «Estoy desencantado», dice a pesar de haber ido a votar. En su caso, la papeleta escogida ha sido la de Vox, aunque reconoce no saber «quién es el candidato». Los dos detallan, además, que este año les han cambiado el punto de votación, ahora más lejano, motivo por el cual hay gente mayor que se ha quedado en casa.

Los otros vecinos, la mayoría sentados al bar de la plaza, transmiten las mismas sensaciones. Pero nadie habla tan claro como Diego, que considera que «ningún voto va para el barrio». Asegura que ni él ni su mujer ni su hija han votado y se justifica con ejemplos concretos. «Mira como están de altos –dice señalando los árboles–. Nadie los viene a podar y ha habido casos de chinches», comenta antes de subir el tono. Considera que la Marina es «un gueto» y lamenta que, pagando los mismos impuestos, se invierta más en otras zonas. «Que se voten los políticos entre ellos», concluye contundente.

«Nos envían todo el que molesta a Barcelona»

El PSC ha ganado las elecciones en la Marina, imponiéndose solo por un voto de diferencia a los Comunes. A mucha distancia están el resto, con VOX y ERC un poco por delante de PP y TriasxBCN. Abdo Florencio asegura que la Marina es un barrio olvidado, a pesar de celebrar la expansión económica y demográfica que tiene que vivir en los próximos años, la gran esperanza de las entidades. «Se nos prometió el metro para los Juegos Olímpicos y todavía estamos esperando que pase el L2, la línea que nos interesa», detalla a modo de ejemplo el activista. Además, remarca que para ir al Hospital Clínic, centro médico de referencia, «tienes que esperar mucho y hacer transbordo». Por eso considera que antes hay que arreglar «la frecuencia de paso» de la L10 sur, una línea que apenas los conecta en la zona norte de Las Corts, mucho más próxima a Hospitalet de Llobregat que al centro de Barcelona.

No es la única crítica de los vecinos. Abdo lamenta que, durante muchos años, independientemente de quienes gobernaba el Ayuntamiento, los han intentado colocar en el barrio «todo aquello que el resto de barrios no quieren, lo que molesta en otros lugares», empezando por «dos prisiones que no queríamos y que ya son aquí». El exlíder vecinal también recuerda que los intentaron colar una incineradora y una perrera en la parte baja de Montjuic. Y todavía hay un ejemplo más, en este caso, vinculado con el mar, el gran –y casi único– reclamo de la zona. «Nos sacaron la playa para ampliar el Puerto», comenta el Abdo. Todo ello, asegura, sin «ninguna contraprestación» a cambio y empeorando un barrio ya bastante olvidado.

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