Es un edificio grande, moderno, no diríamos catedralicio pero sí imponente. El mercado nuevo del Bon Pastor cumple por fuera, con una arquitectura de primer orden, pero se muere por dentro. Hace cinco años que reina en el centro neurálgico del barrio, pero ha ido perdiendo vida. Tenía que acoger dieciséis de los cuarenta puestos que había en el mercado viejo, pero finalmente solo se instalaron doce. Y están prácticamente todos vacíos. Solo quedan seis valientes que hacen todo lo posible, contra las crisis, las guerras, y como ocurre en otros mercados, contra las decisiones del Instituto de Mercados de Barcelona. Joan Gelí y Albert Pérez son dos de los que aguantan. Son el presidente y vicepresidente de la asociación de comerciantes y, preguntados por la situación, responden con dos palabras: «Declive total».

La situación, complicada, comienza décadas atrás con la propuesta de hacer un mercado nuevo. Ambos comerciantes recuerdan que «el tripartito», en su día, se había abierto a estudiar una reforma del establecimiento antiguo, «nuestra apuesta», pero Mercados decidió finalmente impulsar uno nuevo. Según su relato, el equipo de proyectos estratégicos de Mercados ya había avisado que lo mejor era «unir los mercados del Bon Pastor y Sant Andreu» y los comerciantes ahora lamentan una infraestructura, bien ubicada, pero demasiado grande para los pocos comerciantes que quedan.

«Tenemos la sensación de que si esto [el mercado] se va a la mierda, alguien dirá que ya lo habían dicho», apunta Albert Pérez durante la visita del TOT Barcelona al recinto: un puesto, sin nadie al timón, está lleno de libros de segunda mano; pocos metros más allá aún se vislumbra lo que un día había sido un puesto de pescado; y culmina el pasillo un puesto vacío, limpio como una patena y con una columna en medio. Algo «nada práctico» que «no sé cómo la arquitecta no se dio cuenta», comenta el vendedor. Todo ello, escondido tras un Lidl que financió parte de las obras y ahora puede estar de cara a la calle de Sant Adrià, la más visible. «En un inicio decían que sería como el Mercat del Ninot, que tiene supermercado en la planta -1, y en los primeros planos allí iba mi puesto, pero los cambiaron para ubicar el súper», explica Joan Gelí.

Mercat del Bon Pastor, sobredimensionado y mal diseñado | Jordi Play

Demasiado pocos para afrontar los gastos

El mercado no genera entusiasmo, a pesar de que ha permitido recuperar algunos clientes que se perdieron en los 10 años en el exilio. «Teníamos que estar tres años en la carpa provisional y finalmente estuvimos diez», se quejan. A pesar del retorno de algunos clientes, el mercado del Bon Pastor sobrevive gracias al supermercado. Los comerciantes advierten que son demasiado pocos para afrontar unos «gastos de infraestructura gigantes», que se multiplican en una instalación «más grande, que tarda más en calentarse y gasta más electricidad». «Somos dependientes del súper, nunca habíamos dependido de nadie, pero ahora, sin lo que paga el Lidl no podríamos mantener el mercado», explica Joan. La inversión por comerciante es de unos 2.300 euros mensuales que no integran los gastos de autónomo, de gestoría o la materia prima. La partida más grande, integrada dentro del canon, es la luz de la instalación, diferente de la de cada puesto, que asciende a unos 800 euros y algo por cabeza. «Es una anomalía, pagamos más por el gasto de luz general que por el de nuestro puesto. Esto también frena a la gente, poca que viene; hay una frutera, que estaba convencida de venir, que se decidió por otro mercado por eso mismo», insiste Albert.

Ahora bien, hay un pequeño hilo por donde tirar y encontrar un rayo de esperanza. El mercado cuenta con 30 paneles solares en el techo, que, según Albert y Joan, sirven «para poco». Pero la previsión de Mercados es instalarlos «en todo el techo», explican. Fuentes municipales consultadas por este diario cifran en 72 kW la potencia de los paneles actuales, que sería equivalente al consumo de unas cincuenta lavadoras, aproximadamente. «El objetivo del proyecto que se ha redactado es la ampliación de la instalación con una potencia adicional de 100 kW nominales. Por tanto, el mercado tendrá una potencia total de 172 kW nominales. Se ha estimado que esta nueva instalación producirá unos 163.000 kWh al año», explican desde el Ayuntamiento. El proyecto es gestionado por la Agencia de la Energía de Barcelona y el inicio de la instalación está previsto «para finales del tercer trimestre de 2025».

Albert es el vicepresidente de los comerciantes del mercado del Bon Pastor | Jordi Play

Obligados a pagar el suelo, que ya pagaron sus antecesores

Menos optimistas son en el mercado con el conflicto del suelo. Tal como ocurre en otras instalaciones, el Instituto de Mercados les obliga a pagar el suelo del puesto, una especie de compra del espacio que utiliza cada comerciante. Hasta ahora, el suelo era un importe que, en la mayoría de los casos, ya habían abonado anteriores generaciones de la familia y era de carácter indefinido. Pero Mercados ha aprovechado los nuevos recintos, con puestos nuevos, para exigir a los comerciantes que abonen de nuevo la cantidad, en ningún caso pequeña. Y ahora ya no de forma ilimitada, sino solo por una concesión a diez años vista. En el caso del mercado del Bon Pastor, cada comerciante debe abonar 1.500 euros por metro cuadrado.

Joan, que tiene una carnicería, explica que debe abonar aún unos 60.000 euros por una concesión que incluía el espacio en la carpa y los primeros años del mercado nuevo. Mercados dejó de exigir el importe con la pandemia. «Hasta ahora no nos lo habían vuelto a reclamar, pero ahora lo vuelven a hacer», explica el carnicero, que ve incomprensible el trato que reciben los comerciantes «que hemos luchado por quedarnos a pesar de todo». Este último lamento llega poco después de que su compañero Albert explique al TOT que Mercados ha devuelto el importe que habían pagado algunos compañeros que se han marchado. «Todo parece que nos animen a plegar», comenta. «No pedimos ningún lujo –insiste– pero es que tampoco tenemos ninguna facilidad. Te lo digo, así no nos da para llegar a la jubilación».

El puesto de Joan Galí | Jordi Play

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