Barcelona está llena de lugares mágicos pero ocultos a ojos de la gran mayoría de ciudadanos. Lugares que, en algunos casos, solo conocen los vecinos más próximos y que el mismo Ayuntamiento los promociona en su web. Muchos de estos espacios destacan por la ausencia de turistas, lo cual permite observarlos o pasear con total tranquilidad. En anteriores ocasiones, el TOT Barcelona ha repasado algunos de los jardines más emblemáticos de la ciudad o monumentos ocultos del arquitecto Antonio Gaudí. En esta entrega repasamos la historia de algunos de los parques más míticos y a la vez desconocidos de la ciudad.
Jardines de la Villa Amèlia
Los jardines de la Villa Amèlia tienen el origen en el jardín suntuoso que Ignasi Girona hizo construir en una finca suya de Sarriá. Desde la web del jardín se apunta que Girona le puso este nombre, que todavía perdura, en honor a su esposa Amèlia de Vilanova. El año 1930, el Ayuntamiento decidió transformar esta finca en un parque público y treinta años más tarde la expropió definitivamente. A cambio, una parte del patio se transformó en pisos. La gracia de esta finca es que tiene más de 50 vegetales diferentes y mantiene un estilo francés.

Palacio de las Hiedras
Los encontramos a tocar del mítico Laberinto de Horta. A pesar de que no son tan conocidos como el laberinto, estos jardines también son históricos. A finales del siglo XIX, el arquitecto Augusto Font los diseñó por encargo del industrial Josep Gallart, que vivió allí hasta el estallido de la Guerra Civil. Las paredes de este palacio, escondido detrás de unas grandes escalinatas, han acogido otros grandes personajes de la historia de Cataluña, como es el caso del presidente Lluís Companys, que también vivió durante un tiempo.

Los jardines de Laribal
Se trata de una de las maravillas de Montjuic. A inicios del siglo XX fue muy famoso por los encuentros populares de diferentes grupos. Es el caso de la Pandilla del Arroz, grupos gastronómico y político que tuvo mucha influencia durante el siglo XIX. Se reunían, según apunta el consistorio, en un edificio situado donde ahora hay el Museo Etnológico. Según la información municipal, la parte alta del jardín correspondía al abogado Josep Laribal, director del diario de la época El Diluvio. El año 1908, los jardines pasaron a titularidad municipal y recibieron un gran impulso de cara a la Exposición Internacional de Barcelona, en 1922. En aquella época se optó para rediseñarlo con un estilo paisajístico mediterráneo.

