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Un día en Montjuic con el público de La Volta: «Somos los que no hacemos siesta»

Son las once y media de la mañana. Estación del metro del Paralelo. Cuatro jóvenes empiezan el ascenso a Montjuic, a la espera de recibir el pelotón de ciclistas que concluían este domingo La Vuelta a Cataluña con seis subidas en la montaña olímpica. Hablan sobre todo de Pogacar, el Messi del ciclismo, y rememoran los mejores momentos de la carrera, una de las «más buenas» de los últimos años. Algunos de los ciclistas de talla mundial que no estaban a La Vuelta –una de las tres grandes carreras junto con lo Giro y el Tour– sí quién estarán hoy en Montjuic para la carrera catalana. Los jóvenes aficionados no son de los más puntuales, pero tampoco temen quedarse sin lugar. Tienen experiencia viendo La Volta en Montjuic, dicen.

La afición por el ciclismo es una pasión que solo entiende quien la vive. Para el resto de mortales es aquel deporte que ayuda a hacer la siesta, pero para ellos es un cálculo de tempos, estrategias y energías que, habitualmente, te resignas a vivir en la televisión. Por eso había miles de personas este domingo en Montjuic. Un público muy variado que va desde auténticos fanáticos a familias, gente que «pasaba por allá» y ciclistas amateurs, que a la práctica se han convertido en teloneros de lujo de los verdaderos protagonistas. El panorama es el que se ve en la televisión: cámaras de fotos, outfits ciclistas y banderas, muchas banderas. No faltan las catalanas ni las ikurriñas, demostrando que Euskadi es el verdadero territorio ciclista del Estado. También se ve alguna polaca, eslovaca y colombianas.

Miles de bercelonins han subido a Montjuic para vibrar con La Vuelta | GABRIEL GONZÁLEZ

De Berga en Montjuic para ver el final de La Volta

Entre el público hay tres chicos y una chica con mallot y bicis de 3.000 euros como mínimo. «Venimos de Berga. Fuimos ayer con la bici porque pasaban por allá. Si ayer estábamos en Berga, como no teníamos que estar hoy en Montjuic», explica al TOT Barcelona Joan, un chico de unos treinta años que asegura no hacer siestas cuando ve las carreras. Unos metros más allá la gente se queja de la poca cobertura. No quieren llamar a nadie, pero se los para el Esport3 y no pueden seguir la carrera. Joan es de los que ha cambiado a Eurosport, otro canal que ofrece La Volta, para probar más suerte. Mira fugazmente el cielo –está nublado y el año pasado La Vuelta, que también subió a Montjuic, fue pasada por agua– y rápidamente se vuelve a lo importante. «El pelotón está apretando», comenta mirando el móvil.

Aficionados que han subido en bici siguen la evolución de la carrera con el móvil | Gabriel González, 2023

Ir in situ a ver ciclismo es sinónimo de esperar, esperar y esperar. Entre el público, también hay algún curioso que va por «la fiesta» y va preguntando «cuánto queda». «Una media hora», explica Ignacio, que vive en Gracia y ha subido sin bici, cuando ve las motos de la Guardia Urbana pasar con las sirenas en marcha y a una velocidad, por cierto, digna de las mejores carreras de MotoGP. La Volta llegaba a Montjuic casi sentenciada, con un Pogacar inmenso que, por si no fuera suficiente, también ha ganado hoy en Barcelona. Es la estrella y se nota. Ha ganado cuatro de las siete etapas de este año y en la carretera todo el mundo especulaba en qué momento atacaría. «Siendo el último día, supongo que será a falta de dos vueltas», pronosticaban entre el público. Finalmente, no ha habido escapada, que siempre gusta, y la victoria se ha decidido al esprint.

Sea como fuere, hay vida más allá de Pogacar. Sobre todo para los colombianos, que abarrotan las curvas de banderas cafeteras a la espera de Nairo Quintana o Egan Bernal. También hay quien anima los de Euskaltel, club del País Vasco que sonríe a su paso a los que llevan la ikurriña, y quien prefiere el equipo de Movistar, uno de los más populares gracias a la serie El día menos pensado. Cuando el ciclismo se vive desde casa, el interés inicial deja paso a una siesta que, casualidad (o no) de la vida, acaba cuando apenas faltan pocos kilómetros para el final. En Montjuic se repite este patrón. La gente se anima de entrada en las dos primeras vueltas y, siguiendo el espíritu del sofá, guarda fuerzas durante las siguientes para convertir Montjuic en un auténtico caos en el último ascenso al castillo. En cada vuelta, con más o menos intensidad, la euforia con los primeros ciclistas se repite con el pelotón principal y se convierte en una especie de compasión con los últimos, que nunca salen en la tele. La «gracia de subir a Montjuic», dicen los forofos, es poder gritar a escasos centímetros de los ciclistas y algunos (pocos) burros creen oportuno empujarlos, simulando la típica imagen del Zona Zapping que siempre acaba mal. Con todo, el ambiente este domingo ha sido el de las grandes ocasiones. A los pies de Montjuic, Barcelona hace vida normal, pero un poco más arriba, en la montaña, la afición por la bici invade –literalmente– las carreteras.

Un ciclista agradece el apoyo del público con un caballito | GABRIEL GONZÁLEZ

María Cristina, el paseo de la fama de la carrera catalana

Solo queda el capítulo final. Mientras las autoridades y la Grossa de Fin de año –patrocinadora de la carrera– iban subiendo al podio para entregar premios y recibir reconocimientos, los de verdad se acumulan unos metros más allá, en la avenida de Maria Cristina. Allá los mecánicos limpian las bicis –con críticas de algunos forofos por el derroche de agua en llena sequía– y los ciclistas se duchan en los autocares, que en el fondo son como grandes rulotes. Una de estas, fácil de identificar, es la de Pogacar; medio centenar de personas rodean su autobús a la espera de una imagen para el recuerdo. Más allá hay el resto de equipos, más humildes y más solos. También más próximos, algunos incluso regalan bidones.

Otras protagonistas en María Cristina han sido los ciclistas Marc Soler, que después de las fotos ha subido a un Porsche para marcharse hacia casa, y Egan Bernal, el primer ciclista sudamericano en ganar un Tour de Francia y, con 22 años, el más joven en conseguirlo. El colombiano es una de las grandes promesas del ciclismo y la esperanza de la comunidad colombiana, una de las más grandes en Barcelona. Él ha sido el protagonista del último gran momento de euforia de la carrera. Prácticamente una hora más tarde de acabar, como quien no quiere la cosa, como si no fuera una estrella, Bernal se ha retirado hacia el autobús entre la multitud de María Cristiana, seguramente, sin calcular los centenares de colombianos que había hoy en Montjuic. Deprisa por María Cristiana, ansiosos de conseguir una fotografía, el público cafetero ha conseguido rodearlo. Ríete tú del fenómeno Taylor Swift. Eso sí, Bernal desfilaba sin seguridad, tranquilo por la avenida con una bici de unos 18.000 euros. Era ya al final, cuando los ciclistas amateurs desfilaban hacia casa para ducharse y el resto al restaurante.

Forofos colombianos enloquecidos con Bernal | GABRIEL GONZÁLEZ
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Comentaris

  1. Icona del comentari de: Los Dalton del Vallés a marzo 25, 2024 | 09:24
    Los Dalton del Vallés marzo 25, 2024 | 09:24
    Si viste un plátano por allí y unos que iban de Dalton. Es una FIESTA estupenda no quedarse en el sofá de casa. SALUDOS @los_dalton_del_valles

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