La próxima temporada será atípica para el FC Barcelona. Los azulgranas tienen su casa en obras y se ven obligados a desplazarse a Montjuïc. Lo harán sin ganas, sufriendo por la bajada de ingresos y, para acabarlo de adobar, sin Leo Messi, el astro que podría haber iluminado un año que, de entrada, se presenta más negro que blanco. L‘Estadi Olímpic no atrae nada al club culé, pero, en cambio, ha dado buenas alegrías a otros equipos. El RCD Espanyol vivió al recinto olímpico durante una década, posiblemente la más buena deportivamente de su historia. Pero el estadio también ha sido la casa de los Barcelona Dragons de fútbol americano y ha acogido momentos inolvidables como el campeonato mundial de atletismo o los Juegos Olímpicos de 1992.
Durante los inicios de los años noventa, el estadio también vio desfilar la camiseta cuatribarrada del Sant Andreu, uno de los equipos modestos más conocidos de la ciudad. Fue solo un año y empujado por un proyecto que finalmente resultó ser una estafa. El historiador y exdirectivo del club, Jordi Petit, recuerda al TOT Barcelona como fue aquella temporada lejos del estadio Narciso Sala, mítico feudo del Sant Andreu. «En un inicio había bastante gente porque era la novedad, pero al final acabamos siendo cuatro gatos; aquello estaba lejos y la pista de atletismo te generaba una distancia con los jugadores que en casa nuestra no tenemos», explica Petit. El periplo lejos del ‘pueblo’ duró solo un año y, evidentemente, el retorno se vivió con alegría porque aquello «era un suplicio».
Un proyecto fantasma
No es nada habitual que un equipo modesto como el Sant Andreu juegue en Montjuïc. Pero no lo hicieron por voluntad propia, sino porque durante aquella templada, el Narciso Sala tenía que vivir una transformación importante. El estadio andreuenc tenía que transformarse en un gran parking para coches, pero el proyecto nunca salió adelante. «Resultó ser una grande estafa«, recuerda Petit. El historiador apunta que «hubo gente que compró plaza y todo» y que, años más tarde, cuando él ya era directivo, «todavía había quien reclamaba el parking».
Aquella fue la última experiencia lejos de Narciso Sala –salvo un paréntesis puntual a Nou Barris–. Desde entonces, el estadio del barrio andreuenc lo ha vivido todo, momentos tan buenos como malos. Por este feudo han pasado equipos del nivel del Atlético de Madrid, en una eliminatoria de Copa del Rey que todavía se recuerda. Pero también han pasado entrenadores y exjugadores ilustres de la talla de Pep Guardiola y Luis Enrique, durante su etapa en el Barça B, o el mítico centrocampista del Espanyol Dani Solsona, que jugó alguna temporada al Sant Andreu. El año que viene, el Narciso Sala estrena una nueva categoría con la esperanza de volver a vivir noches especiales.
