El Turó de la Rovira volvió a ser escenario este domingo por la noche de una nueva fiesta ilegal. Un fuerte despliegue de la Guardia Urbana de Barcelona había conseguido impedir inicialmente la celebración de este acontecimiento por la tarde, pero, una vez los efectivos se retiraron de la zona, la música electrónica se apoderó de los búnkeres del Carmel y acabaron siendo los mismos vecinos los que tuvieron que parar finalmente la fiesta cuando esta ya estaba en marcha.
Según denuncian algunos de los vecinos, a pesar del éxito de este despliegue disuasivo y del control de acceso que realizaron una veintena de agentes en la zona de la calle de la Gran Vista, el cuerpo policial barcelonés no dejó ningún efectivo en la zona, de forma que los organizadores de la fiesta solo tuvieron que esperar que los policías se marcharan del espacio para poder volver a instalar los aparatos de sonido y arrancar con el acontecimiento. De hecho, en varios videos compartidos por los vecinos se puede ver como entre las nueve y las diez de la noche decenas de personas se concentraban alrededor de dos dispositivos diferentes en dos fiestas diferenciadas, una en la zona de los búnkeres propiamente dichos y la otra en el Turó del Carmel.
Al recibir el aviso de los vecinos de la zona, los organizadores de ambos acontecimientos pararon los aparatos de música y procedieron a retirarlos, dando por acabadas las fiestas. Se da la circunstancia que en uno de los casos ya es la cuarta semana consecutiva que impulsan este acontecimientoena los búnkeres, una situación que los vecinos hace tiempo que denuncian.
Un cierre nocturno del espacio polémico
Hay que recordar que el Ayuntamiento empezó a implantar hace unas semanas el proyecto de cierre del espacio durante las noches. La medida persigue el objetivo de reducir las molestias de incivismo y de los botellones que se producen por las noches y otros momentos del día. Esta medida ha provocado división entre los vecinos de la zona. Una parte considera que el cierre del espacio los ayudará a descansar mejor y frenará, en lo posible, la masificación de personas que sufre el espacio patrimonial y las fiestas. Otra parte de vecinos, pero, agrupados bajo la Plataforma de Viviendas Afectadas de los Tres Turons (PHATT), se oponen al cierre porque creen que supone la privatización del espacio.
