Popularmente, todavía no se lo ha bautizado con ningún nombre, pero se le podría denominar el cementerio del urbanismo táctico. Se encuentra a los pies de la montaña de Collserola, concretamente en un solar del barrio de la Clota situado al camino de Sant Genís d’Horta. Destaca porque acumula centenares de vallas de hormigón New Jersey, que se usaron para delimitar las terrazas provisionales en la calzada creadas durante la pandemia. También hay las bolas de hormigón y las estructuras de madera típicas de la supermenazana de Sant Antoni o de entornos escolares pacificados y macetas sin estrenar que decoran diferentes puntos de la ciudad. Más allá del urbanismo táctico, también hay decenas de vallas del Ayuntamiento que se usan para las manifestaciones, plataformas de paradas de autobús y las baldosas sobre las cuales andan los barceloneses.
Fuentes municipales confirman al TOT Barcelona que el solar es de titularidad municipal y que se utiliza para “reunir” las vallas New Jersey desde el 2022, cuando se empezaron a retirar de las terrazas. También reconocen que el espacio se usa para guardar otros elementos de mobiliario urbano, como los citados por este diario, y que estos usos son provisionales. A pesar de que, a la vez, indican que el solar tiene calificación de parque y jardín, no pueden especificar qué futuros usos hay proyectados.
Protestas vecinales
Un vecino del barrio, José Antonio Gutiérrez, enseña a este diario que parte de este mobiliario está roto. A pesar de que las fuentes municipales aseguran que el espacio se delimitó con una valla, cualquier persona puede acceder sin problemas. “Esto lo pagamos entre todos los ciudadanos y se está permitiendo que se destroce”, denuncia Gutiérrez. A continuación, asegura que la realidad de este solar hizo estallar anteriormente protestas de vecinos que querían saber qué usos tendría finalmente y si se destinaría a equipamientos o espacios verdes para mejorar uno de los barrios más abandonados institucionalmente. “El Ayuntamiento ha invertido muy poco aquí y mira todo el que gana usando un solar público de almacén”, denuncia.

A los vecinos de la Clota les sobran los motivos para protestar ante una situación así. Gutiérrez recuerda que el barrio no cuenta con equipamientos básicos como un Centro de Atención Primaria (CAP), lo cual obliga los vecinos a ir al CAP de Horta. Este, pero, “se ha quedado pequeño” y, a veces, también tienen que ir a los centros de otros barrios, como el Carmel. Sobre este hecho también se pronuncia en declaraciones al TOT otro vecino, Cecilio, que recuerda que puede ser un problema para gente mayor o con movilidad reducida. “Hay vecinos que tienen problemas para salir del barrio. Estamos pidiendo que el bus 112 llegue hasta aquí”, subraya.
Esto no es todo. Gutiérrez indica que también aviva indignación “el abandono” que ha sufrido el barrio durante muchos años. Asegura que en algunas zonas del barrio los contenedores no llegaron hasta hace pocos años y algunas calles están pavimentadas desde hace poco tiempo. “Queremos que se respete a la Clota”, insiste. En cuanto a la vivienda, ve con buenos ojos las 105 viviendas de protección oficial que se construyeron hace pocos años en la calle del Estatut de Catalunya. “Son necesarias”, recalca. Lo que no acaba de entender, pero, es que justo junto en estas viviendas se encuentra otra promoción de pisos, visible desde el cementerio del urbanismo táctico, que tienen precios de compra que van desde los 300.000 a los 620.000 euros, según los metros cuadrados y las prestaciones. Un precio que, inevitablemente, ha avivado las preocupaciones entre las calles humildes de la Clota. “Traerán gentrificación”, avisa.
La retirada de las New Jersey
Las vallas New Jersey aterrizaron en Barcelona el 2020, después de que los barceloneses empezaran a dejar atrás el confinamiento y salir de casa. El total de 3.000 que se llegaron a repartir por la ciudad no se borraron del mapa hasta hace pocas semanas. Concretamente, fue el diciembre del 2023 cuando se retiraron las últimas vallas que todavía delimitaban 25 terrazas del Eixample. Tal como informó el Ayuntamiento, estas se encontraban en las calles de Rosselló, Bailèn, Floridablanca, Provenza, Sepúlveda, Trafalgar, Enric Granados, Sardenya y las avenidas de Mistral y Paral·lel. Después de la retirada de estos elementos, el Ayuntamiento volvió a pintar las calzadas para recuperar sus usos anteriores: plazas de aparcamiento y de carga y descarga, entre otras.

Más allá de delimitar las terrazas provisionales durante la pandemia, las New Jersey han tenido otros usos en los últimos meses. El pasado mes de noviembre, por ejemplo, la Guardia Urbana colocó decenas en un solar de la avenida de Vallcarca, que al lado del viaducto, para evitar que se ocupara. Las alarmas saltaron unos días antes, cuando unos vecinos denunciaron que se había instalado un asentamiento. Cuando los agentes llegaron, pero, el espacio estaba vacío. La previsión es que se construyan pisos de protección oficial. Las obras empezarán en los próximos meses y la idea es entregar las claves el 2025.