«Quién sabe si tendremos que cerrar más adelante». Este aviso casi lapidario de Pere, actual propietario del bar Versalles, encendería las alarmas en más de una casa de Sant Andreu. El Versalles es todo un emblema centenario del barrio y actualmente se encuentra en uno de los peores momentos de su historia. Es miércoles por la tarde y apenas hay tres mesas de la primera planta ocupadas y una mujer en la barra. Espera un compañero, dice. El Versalles ha sido siempre un punto de encuentro y el lugar donde han convivido anarquistas con policías, y burgueses con trabajadores de la fábrica. Aquel recuerdo ahora queda lejos, pero Pere es optimista. La marca Versalles es muy potente y, de hecho, la gran esperanza para reflotar el negocio.

El Versalles no ha cambiado mucho. Tan solo el letrero de la entrada, que se ha modernizado, y un par de paredes que lucen un nuevo pintado. Imágenes del antiguo pueblo decoran una planta principal que queda colapsada por la gran barra central. Y al fondo, como siempre, la protagonista es la cocina. Solo un elemento de este idílico espacio puede llegar a alertar a los más veteranos; seguramente echarán de menos los grandes cuadros que lucían a la pared y que el nuevo propietario ha retirado. «Estaban dañados y los hemos llevado a restaurar», se excusa.

Bar Versalles en el barrio de San Andreu. modernismo
Una gran barra central corona el bar| Jordi Play

Con todo, el lugar continúa siendo ideal. La calle de delante se ha pacificado y la ubicación, en el centro de Sant Andreu, es perfecta. Pero fallan cosas. Después del gran legado de la familia Heredero, las sucesiones detrás la barra han sido una constante. Un hecho al cual hay que añadir las obras de la calle Gran de Sant Andreu, la pandemia y una inflación muy alta por la guerra de Ucrania. «Ha sido una detrás de la otra», lamenta Pere.

Más de ciento años sobreviviendo

La historia no deja claro cuál es el año en que se creó el Versalles. Hasta hace poco la única placa que coronaba el local indicaba que el negocio abrió en 1928. Pero no es así. El historiador Pau Vinyes descubrió unos documentos que sitúan los inicios en 1915. «Aquel año aparecen muchas noticias del Versalles en los diarios», explica el vecino de Sant Andreu, que a la vez apunta que «hay muy poca cosa de los años posteriores». Este hecho, dice, «nos hace pensar que hubo una gran inauguración el 1915».

Bar Versalles en el barrio de San Andreu. modernismo
La placa histórica del exterior del bar podría ser errónea | Jordi Play

La historia del Versalles explica la historia de Sant Andreu. Durante los primeros años, la prensa de la época recoge sucesos de todo tipo. El bar no se escapa del ascenso de la CNT y de hechos relacionados con el pistolerismo de inicios del siglo XX. Las noticias del año 1921 recogen ataques violentos que pasaban dentro del mismo bar, denominado entonces Le Petit Versailles, el nombre original que, años más tarde, la dictadura franquista obligó a castellanizar.

Los diarios también recogen otros sucesos que delatan la vida del Versalles, como por ejemplo un asesinato que explicó lo Diario Gráfico: «Cuando llegaron los guardias para detenerlo, el loco, que en efecto, parece que se trata de un demente, había herido con el cuchillo y una botella el amo del bar. Además, causó lesionas de consideración a tres personas más que fueron asistidas al Dispensario de San Andrés», se lee en el diario.

Diario Gráfico, el 17 de junio de 1932 | Pau Vinays

Los Heredero y la Guerra Civil

Así se llega al año 1928, momento en que la familia Heredero coge las riendas del Versalles y empieza a construir una saga familiar que ha dado los años de oro a este establecimiento. Tenían experiencia, pero no eran andreuenses y, por lo tanto, necesitaron un periodo de aclimatación. No los costó. «El día de Navidad hacían turnos por no dejar nunca el bar vacío», detalla nostálgico Vinyes.

Volviendo al presente, bajar al sótano es sinónimo de fiesta. «Cuando nos venden grupos muy grandes, los abrimos la parte de debajo», explica el actual propietario, que ya no tiene nada que ver con los Heredero. Un espacio diáfano con una barra de bar que es similar en cualquier sala de fiestas –pero más pequeña–. Durante la Guerra Civil, eso sí, el sótano no estaba para muchas alegrías. «El pueblo bajaba cuando sonaban las sirenas; se convirtió en un refugio para los vecinos», detalla el historiador.

Bar Versalles en el barrio de San Andreu. antiguo refugio antiaéreo guerra civil
El sótano, ahora una sala de fiestas, se convirtió en refugio durante la Jarra Civil | Jordi Play

Durante la dictadura, el sótano dejó de ser un búnker y el bar volvió a recordar al de aquellos inicios del siglo XX. «Aquí convivían anarquistas con policías. Se conocían. Se sabían los unos de los otros, pero compartían techo», dice en Pau. Los dos grupos han dejado un legado de muchas anécdotas, algunas de ellas surrealistas. «Un año, un policía obligó a cerrar el bar porque el Real Madrid había perdido con el Barça», recuerda el historiador andreuense. «Siempre se han quejado de algo», ironiza.

La marca Versalles, la gran esperanza

Lo Versalles ahora intenta adaptarse a los cambios, tal como lo ha hecho siempre. «Durante muchos años las mujeres no podían entrar, picaban a la ventana cuando querían hablar con su marido, y el hombre salía por la puerta», apunta un Pau Vinyes que recuerda que la única que sí que entraba, hasta muy entrada la posguerra, era la compañera de Eduard, el primero de la saga Heredero. La familia llevó el bar hasta el 2004, momento en que Pere Heredero se jubiló sin descendencia. Un Pere que, por cierto, inspira el personaje del Peris en el Cor de la Ciutat, mítica serie de TV3.

Era una manera de vivir. El mismo hijo reconocía en una entrevista haber renunciado a formar una familia «para centrar mi vida al bar». Un hecho que ha engordado la marca Versalles y que ahora supone, sin dudas, una presión añadida por los que vienen después. Pero el bar continúa abriendo de lunes a viernes. Un hecho que invita a un tímido optimismo al barrio de Sant Andreu, que desea «una larga vida en el Versalles».

Bar Versalles en el barrio de San Andreu. modernismo
Las mujeres picaban al vidrio porque no podían entrar | Jordi Play

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