La paloma urbana es un problema para Barcelona. Según los cálculos del mismo Ayuntamiento, en estos momentos hay poco más de 100.000. La sobrepoblación de palomas es un problema de salud pública, sobre todo: los excrementos de la paloma son muy corrosivos y el animal puede ser transmisor de algunas enfermedades. Ahora bien, no todas las zonas de Barcelona sufren las consecuencias del mismo modo. En Barcelona, la paloma está ausente de Collserola y de buena parte de la Zona franca, según el informe recogido en el Atlas de Biodiversidad.
No hay un único motivo que explique esta casuística, pero sí que existen algunas características que se repiten en lugares concretos. Las palomas viven en colonias territoriales de menos de 5 hectáreas de dominio vital, es decir, que se mueven poco y se concentran allá donde ya están. En este sentido, el jefe de investigación del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, Joan Carles Senar, explica que la paloma depende de la gente y, por lo tanto, está más presente allá donde viven más personas. En conversación con el TOT Barcelona, el experto apunta sobre todo en los barrios y zonas más envejecidas; hay personas grandes, asegura, que «combaten la soledad» dando de comer a las palomas. Por lo tanto, el poco movimiento territorial y la poca presencia humana en Collserola y la Zona franca son los dos primeros factores que explican la ausencia de palomas en estas zonas, pero no los únicos.

Utilizar edificios como acantilados
Hay un tercer aspecto menos conocido pero igualmente remarcable. La paloma urbana ha evolucionado de una especie asilvestrada acostumbrada a criar en acantilados. Las ciudades no tienen acantilados, pero sí que disponen de edificios altos con agujeros donde instalarse, conseguir alimento y criar. «En los edificios antiguos, entre el techo y el edificio en sí, hay una cámara de aire para romper el puente térmico que necesita ventilación. Muchas palomas crían entre el tejado y el techo. En los más nuevos ya no se hacen estos agujeros y las palomas no tienen estos espacios donde criar», detalla Senar a modo de ejemplo.
Por lo tanto, las palomas se sienten a gusto, sobre todo en aquellas zonas con gente más grande y edificios más antiguos. «Collserola es una zona donde predominan árboles, demasiado forestal en general, y la paloma es un animal de paredes y zonas abiertas», explica Senar. Sea como fuere, independientemente de la fisonomía de las ciudades, el experto recuerda que, para reducir la población, no hay ningún remedio mejor que dejar de alimentarlos. Y más, teniendo en cuenta que hablamos de un animal fértil a los 6 meses de edad y que puede hacer varias postas en el año, entre marzo y octubre. La paloma, que no tiene ningún depredador natural en Barcelona, disfruta de comer gratis y esto la ayuda.