Tot Barcelona | Notícies i Informació d'actualitat a Barcelona
La memoria de Via Laietana, un problema de estado enquistado
  • ES

Hace unos días se producía un nuevo golpe para las víctimas del franquismo. El juzgado de instrucción número 18 de Barcelona ha rechazado la querella por torturas a la comisaría de Via Laietana presentada por Carles Vallejo, un exsindicalista del PSUC que estuvo encarcelado a la que ahora es suyo de la Policía Nacional. Una decisión que han cuestionado Irídia, la Generalitat de Cataluña y la misma Fiscalía de Barcelona, que considera «prematura» la decisión judicial. Los tres, cada cual desde su posición, han anunciado que recorrerán contra la decisión. Según la consejera de Justicia, Derechos y Memoria, Gemma Ubasart, lo harán porque «hay un deber hacia las víctimas del franquismo que lucharon por la democracia y por un proceso judicial que sería reparador».

La decisión del tribunal supone un nuevo revés contra las víctimas y represaliados del franquismo, que una vez más ven como se los niega el derecho a reparar el daño que sufrieron en uno de los centros de represión franquista más destacados de Barcelona. En este último caso, la jueza se ampara en la amnistía aprobada el 1977 para dejar de investigar la denuncia de Vallejo. Ya sea alegando este motivo u otro, el pasado de la comisaría de Via Laietana continúa siendo un tema tabú, como mínimo para un sector importante del Estado, que corta de pura cepa las embestidas judiciales o dificulta que Via Laietana se convierta en un centro de memoria.

La jefatura de la Policía Nacional en vía Laietana | Meritxell Martí
La jefatura de la Policía Nacional en vía Laietana | Meritxell M. Pauné

Pep Cruanyes, coordinador de la Comisión de la Dignidad, participa de las concentraciones periódicas ante la comisaría que reclaman convertirla en un espacio de memoria. «Vienen personas que fueron bárbaramente torturadas, especialmente hasta el 92, pero también después. La tortura es una cuestión inaceptable en una sociedad democrática, verdad? Por lo tanto, los hechos que hayan ocurrido aquí dentro de no pueden ser escondidos, se tienen que asumir», defiende en conversación con el TOT. Cruanyes, además, recuerda que España ha firmado el Pacto Internacional de los Derechos Civles y Políticos de la ONU.

El catedrático en historia por la UB Manel Risques añade que la amnistía del 77 especifica que no se puede condenar a quien había cometido torturas, pero que «en ningún caso» dice nada que no se pueda investigar. Y aun un apunte más. Risques recuerda que los delitos vinculados con los derechos humanos «no pueden caducar porque son de lesa humanidad». Así las cosas, ¿por qué todavía hay sectores que dificultan cualquier paso que dignifique las víctimas de Via Laietana? Expertos y estudiosos del franquismo y la transición apuntan a diferentes motivos.

Òmnium desplegó una lona reclamante que la comisaría fuera un centro de memoria | ACN

Las mayorías absolutas que cambiaron el relato

Risques mantiene que todo lo que rodea las torturas del franquismo se enfrenta en un debate jurídico «complejo», pero que «sobre todo hace falta decisión política». Llegados este punto, los expertos preguntados por el TOT evitan criticar a la transición, la cual consideran que se hizo en un «entorno complicado». El historiador de la UB prefiere analizar qué pasó unos años después: «El principal problema se genera cuando hay mayorías absolutas democráticas en el Estado, en Cataluña y el País Vasco [Felipe González, Aznar o Pujol, entre otros], momento en que no se hace ningún cambio. Es más, se impulsa el argumentario de la ‘reconciliación nacional’, un discurso que equipara los dos bandos del 36. Durante los años 80, se legitima el golpe de estado franquista«, apunta Risques.

Paola Lo Cascio, doctora en historia y especialista en represión franquista, añade una voz más a favor de este argumento. «La transición se hace en un contexto en el que la dictadura todavía tenía cierto control. Aun así, creo que el impulso antifranquista jugó un papel importante; se tiene que entender que había mucho miedo y nos tenemos que poner en aquel contexto. En cambio, podríamos debatir si el PSOE de los años 80 aprovechó o no la mayoría absoluta», argumenta la historiadora, que también lamenta como, aquí en Cataluña, los gobiernos de Jordi Pujol «no hacen mucha cosa para encontrar desaparecidos hasta los últimos mandatos».

Más allá de gestos y políticas, Lo Cascio también relata el cambio de relato que ha tenido que la dictadura estos últimos años. «Una de las ideas más comúnmente extensas es que el régimen más duro y represivo acaba hacia los años 60. Hay un relato de que entonces la cosa se destensa. Via Laietana es la representación física que esto no es verdad. Lo que pasó es que los sistemas represivos de la dictadura se adaptaron a una oposición que iba cambiando», explica la profesora. En este sentido, a los 60 nace CCOO y afloran las asociaciones vecinales, que empiezan reivindicando pequeñas mejoras, laborales o por el barrio, y acaban haciendo frente al franquismo. «En Via Laietana acaba estallando mucha gente común, del movimiento vecinal o sindical. No solo políticos o agentes contra el régimen», detalla Lo Cascio.

La ley de memoria democrática, un paso adelante lleno de incógnitas

Si durante las últimas décadas se ha difuminado los efectos de la dictadura, la ley de memoria democrática impulsada en el Congreso durante la última legislatura intenta ahora recuperar el tiempo perdido. Para Lo Cascia, la ley «abre unos espacios más amplios y razona quién es víctima de la dictadura». «Da un poco de dignidad y apunta qué papel han jugado las víctimas y contrarios de la dictadura», expone la historiadora, que ve en el nuevo escrito una versión muy mejorada de la ley de memoria de 2007; una ley que nació «tímida» y que topó con el PP, que no puso «ni un duro» cuando llegó al poder. Los expertos, pues, avisan: «El éxito de la nueva ley de memoria dependerá del presupuesto de que se la dote».

De momento, la ley ha facilitado la salida del dictador del Valle de los Caídos. Ahora bien, los expertos alertan que el caso de Via Laietana es totalmente diferente. «Una cosa es rehacernos al tema simbólico, de un monumento de exaltación de la dictadura, y una cosa es resignificar un lugar que hasta el 1975 se cometen torturas», dice Lo Cascia. «Con lo Valle de los Caídos, la significación es muy clara y lo que se está haciendo es resignificarlo cómo al lugar simbólico. Cambiar Via Laietana, en cambio, implica explicar muchas cosas, como por ejemplo que las formas represivas del franquista suponían crímenes contra la humanidad». Explicado en otras palabras: «En el Valle de los Caídos solo había muertos. En Via Laietana había vivos que a veces salían muertos».

A la espera de la voluntad política

El otro aspecto que impide avanzar en la resignificación de la comisaría tiene que ver con su futuro. Qué basura con ella. «En un primer momento se pidió la musealización de VIa Laietana. Pero la pregunta es si esto interesa», suelta Lo Cascia. También sobre esta cuestión, el activista Pep Cruanyes lamenta la poca implicación de los partidos catalanes. «Cuando se aprueba la ley de memoria, hay un centro de detención de Donosti y otro de Pamplona que pasan a ser un centro de memoria. ¿Qué hicieron los políticos de aquí? Yo creo que no tuvieron esta cuestión sobre la mesa, porque era el momento de aclararla», lamenta Cruanyes. Ciertamente, todavía hay muchas incógnitas rodeando VIa Laietana. Y entre todas ellas, una única certeza: «Es una cuestión de determinación política«.

Nou comentari

Comparteix

Icona de pantalla completa