Barcelona, febrero del 1977. Quedan pocos meses para las primeras elecciones democráticas desde el periodo de la Segunda República Española, que se acabarían celebrando el 15 de junio de aquel mismo año. Blanca Serra y su hermana son detenidas, acusadas de los delitos de propaganda y asociación ilegal, y trasladadas a la comisaría de la Via Laietana. Es la primera vez que pisan estas céntricas instalaciones policiales, pero no será la única. Volverán en hasta tres ocasiones entre el 1980 y el 1982.
«Cuando entrabas aquí no era lo mismo ser una mujer catalana que un hombre. Las mujeres hemos sufrido torturas y vejaciones en este lugar que no podemos olvidar. Todavía hoy, cuando paso por delante, cruzo por la otra acera. Es un edificio tóxico para mí», explica Serra. Esta militante histórica de la izquierda independentista de casi 80 años habla también en nombre de su hermana, que murió en 2018 y con quién compartió todos estos episodios de represión política. Durante muchos años, Serra defendió que lo mejor era derribar la comisaría, pero, después de ver el tratamiento que se dio a ciertos espacios represivos de la época dictatorial en Argentina y Chile, cambió de opinión. «Merece la pena que este edificio se conserve como espacio de memoria histórica porque el olvido es lo peor que puede pasar«, asegura.
Serra -número 12 de la candidatura de la CUP a las elecciones municipales del 28M- comparte lista con Alfons Romero. Este hombre de 72 años también pasó unos días retenido en la comisaría de la Via Laietana. Fue en julio del 1974, cuando la policía lo detuvo en plena calle de Ferran por haber participado en la organización sindical de los empleados del Banco General del Comercio y la Industria, donde trabajaba entonces. Una agenda con los nombres reales y los de guerra que los agentes encontraron en el domicilio donde se había celebrado el encuentro le delató. «Me pusieron una pistola en la boca que me hizo vomitar y me tiraron al suelo. En aquel momento te quedas en blanco y solo piensas en que puede pasar», señala.
Después de pasar unos días en los calabozos de los juzgados, Romero fue trasladado a la Modelo, donde estuvo un par de meses. De este periplo penitenciario recuerda con especial impacto el trato que recibía el colectivo LGTBI por parte de los guardas. «Les llamaban
Fuera del debate y la agenda política
Para evitar que testimonios como el de Serra y Romero puedan caer en el olvido, la CUP ha aprovechado esta campaña electoral para reclamar acelerar los trámites para cerrar definitivamente la comisaría de la Via Laietana y convertirla en un espacio de memoria. «Es emocionante escuchar sus testimonios y compartir filas con ellos. No hablamos de épocas tan lejanas y de un régimen tan diferente. Este tema pasa por alto en todos los debates y las agendas políticas, pero creemos que es el momento de hacer pasos decididos para el cierre», ha asegurado Jordi Estivill, número dos de los anticapitalistas. Estivill -que ha comparecido acompañado del diputado de la formación en el Parlament Dani Cornellà– considera que la reforma de la Via Laietana no estará completa hasta que este edificio no deje de tener actividad policial y remarca que los Comuns «pueden hacer mucho más» para presionar al estado español, invitándolos a explorar todas las vías para hacerlo posible.
Desde la CUP insisten también en la necesidad de poner la mira en otros espacios como la comisaría de la Guardia Civil de Gràcia, la de la Policía Nacional de la Verneda o el cuartel del Bruc para hacer efectivo su cierre y avanzar en la «desmilitarización» del territorio catalán.
