Cualquier obra en la vía pública que tenga lugar en los barrios más céntricos de Barcelona tiene una alta probabilidad de dejar al descubierto el pavimento antiguo de la ciudad. Los movimientos de tierras en zonas como el Eixample, sobre todo los que implican la retirada del asfalto, aunque sea de manera temporal, acaban haciendo aflorar las losas que antes configuraban el paisaje de las principales arterias de la capital catalana y de muchas vías más secundarias. Fue el caso de la implantación de la supermanzana del Eixample, donde salieron a la superficie viejas estructuras e infraestructuras de tiempos pretéritos que hasta ahora habían resistido cubiertas por el asfalto como este pavimento, algunas edificaciones o las vías del viejo tranvía de la calle de Girona. La mayoría de las veces se vuelven a tapar, pero, en este último caso, se conservaron y ahora un grupo de entusiastas del transporte barcelonés lucha por dignificarlas con la instalación de una placa conmemorativa.
No obstante, este afloramiento no siempre viene acompañado de unos trabajos sobre el terreno. A veces se da de manera accidental por casuísticas diversas, como puede ser el paso constante de vehículos de gran tonelaje, que provocan un desgaste extraordinario de las capas de asfalto. Este parece ser el caso del gran agujero que ha aparecido en un tramo del lado montaña del carril lateral de la Gran Via de les Corts Catalanes, entre las calles de Entença y Vilamarí, en el barrio de la Nova Esquerra de l’Eixample. Según ha podido comprobar el TOT Barcelona, un gran orificio de unos cuatro metros y medio de longitud se abre a la altura de los números 415 y 417 de esta arteria barcelonesa. El socavón se encuentra en medio del carril y con el agua acumulada de la lluvia queda parcialmente anegado, de modo que no se acaba de ver la totalidad de su extensión.

Réplicas en más puntos del barrio
Otro de los lugares donde estas losas salen a la luz es en la misma Gran Via, pero a la altura del número 489, muy cerca del cruce con la calle de Viladomat. Precisamente, en este punto del Eixample, había hasta hace solo una semana uno de los agujeros en el asfalto detectados más grandes y también uno de los que suponían un riesgo mayor para vehículos y peatones. Se encontraba justo frente a una estación de bus -el paso constante de los cuales explicaría por qué era especialmente pronunciado el orificio- y lo pisaban tanto los usuarios del transporte público como las ruedas de los vehículos que circulaban por este carril bus a la derecha de la vía.

El agujero, sin embargo, ya es historia. Los operarios lo han tapado recientemente y aún se puede distinguir sobre el asfalto las marcas del nuevo material colocado sobre las antiguas losas que habían quedado al descubierto.
