El ruido de las excavadoras es desde hace unos años la banda sonora que acompaña a Nora Miquel. Esta vecina de les Corts ha visto de primera mano como las máquinas destruían la Colonia Castells, un núcleo de casetas bajas centenario fundado para acoger a los trabajadores de una fábrica de la zona ya desaparecida. Ella había llegado en 2008 de la mano de su pareja, descendiente de unos de los primeros inquilinos de estas construcciones. Se estuvieron cinco años hasta que los echaron. «Psicológicamente fue muy duro, te hunde. Teníamos los derribos a tres metros de nuestro comedor y sabíamos que nosotros éramos los siguientes. Fue una situación muy violenta», recuerda.

La caseta donde la pareja residió hasta el 2013 era una de las afectadas por los planes urbanísticos municipales que quieren transformar este ámbito en un gran parque flanqueado por bloques de vivienda pública. Una década después de las primeras demoliciones, la Colonia Castells se ha convertido en poco más que un espejismo dentro de un antiguo barrio obrero que parece desaparecer a marchas forzadas. El Camp de la Creu -bautizado así por una antigua cruz de término que se levantaba a finales del siglo XIX entre la actual calle de Entença y el edificio Atalaya- ha visto como el Ayuntamiento de Barcelona derribaba en los últimos meses la mayoría de sus inmuebles históricos, cambiando completamente la fisonomía de la zona y borrando los vestigios supervivientes de este pasado industrial.

Un mar de solares con historia

Pasear por la manzana delimitada entre las calles de Entença, Montnegre, Morales y Gelabert es hacerlo actualmente por un mar de solares donde crecen las malas hierbas. La característica fachada de casetas bajas de la calle Entença ya ha ido toda al suelo y la acogedora plazoleta del Carme ahora presenta un aspecto desangelado muy diferente al que tenía cuando era el centro neurálgico de aquel primigenio núcleo de población erigido entre la fábrica de Can Batlló y la plaza de la Concordia. «Ahora tenemos un barrio muy desestructurado, lleno de espacios vacíos. El calendario de derribos no se ha hecho pensando en la repercusión que una transformación así puede tener en la vida de las personas y en un barrio como este», lamenta Adela Agelet, miembro de la Asociación de Vecinos de les Corts.

Transformaciones urbanísticas en el Camp de la Cruz, Las Cortes. Parque de la Colonia Castells.
Adela Agelet, activista vecinal de las Corts fotografiada en el límite del muro de la antigua Colonia Castells / Jordi Play

Esta veterana del movimiento vecinal todavía recuerda vívidamente cuando se puso por primera vez formalmente sobre la mesa la demolición y realojamiento de los vecinos de la Colonia Castells a través de una promoción privada de nuevos pisos. Fue en el año 2000 en una asamblea del distrito con el entonces regidor Jordi Hereu convocada justo después de que se filtraran a la prensa los planes municipales. «El rechazo fortísimo de todos los afectados hizo que el Ayuntamiento y la Generalitat tuvieran que colaborar para gestionar esta transformación de la zona y garantizar el derecho a un realojamiento público de los vecinos», asegura. Los inquilinos de las casetas bajas, sin embargo, tendrían que esperar todavía un periplo de cerca de una década para poder ver los primeros derribos.

Transformaciones urbanísticas en el Camp de la Cruz, Las Cortes.
Uno de los muchos solares que ahora llenan el Camp de la Creu de les Corts / Jordi Play

De la degradación impuesta a un parque desvirtuado

Durante este tiempo de incertidumbre, la degradación de las construcciones se fue acelerando por la falta de mantenimiento. Los residentes supervivientes no podían obtener las correspondientes licencias de obras para hacer reformas al encontrarse los domicilios afectados por el planeamiento y solo se hicieron pequeñas remodelaciones. «El mantenimiento de las casas se hizo al mínimo y esto magnificó las deficiencias. La mayoría de construcciones no tenían cimientos y había problemas irresolubles como las humedades», remarca Agelet.

La misma situación se vivió entre la primera y segunda fase del proyecto, que justo está previsto que culmine en las próximas semanas. Después de la polémica por el retraso con el realojamiento de los últimos vecinos que quedaban de todo el complejo, los operarios han ido haciendo vía con la construcción del nuevo parque hasta dejar solo de pie las dos hileras de casetas del pasaje de Piera, conservando de uno de los lados únicamente la fachada. El aspecto recuerda al decorado de un western de los sesenta. «Esto no es conservar la memoria. No explica nada de la historia de la zona», sentencia Miquel, que recuerda que desde la plataforma Salvem el Camp de la Creu plantearon recuperar el antiguo trazado de los pasajes e integrarlos en el parque, una propuesta rechazada por el consistorio.

Transformaciones urbanísticas en el Camp de la Cruz, Las Cortes. Parque de la Colonia Castells.
Una de las fachadas de los antiguos pasajes de la Colonia Castells que se conservará integrada en el nuevo parque / Jordi Play

A pesar de que la mayoría de los vecinos realojados durante estos años valoran positivamente el traslado a los nuevos inmuebles, algunos inquilinos señalan que todavía hay muchos pisos de protección oficial vacíos en los bloques ya construidos que podrían ser utilizados por familias en situación de vulnerabilidad o de emergencia residencial.

La Casa del Boc, el último superviviente

Fuera de la Colonia, la dilatación en el tiempo de todo este proceso de transformación también ha ido poco a poc desgastando el Camp de la Creu. Los solares se han multiplicado en esta última década mientras el consistorio construía por fascículos los bloques de pisos donde ha reubicado a los vecinos forzados a marcharse de su casa. Los derribos recientes de la fachada de la calle de Entença, de las fincas de los números 24 y 25 de la calle de Morales o de la emblemática caseta de color grana de la plazoleta del Carme han desnudado el núcleo antiguo del barrio, que prácticamente ya solo conserva íntegras algunas de las viviendas de la calle de Morales.

Transformaciones urbanísticas en el Camp de la Cruz, Las Cortes.
Aspecto actual de la plazoleta del Carme del Camp de la Creu sin la caseta de color grana / Jordi Play

Rodeado de solares y con aspecto decadente se levanta todavía imponente el edificio del número 46 de la calle de Montegre. Esta finca señorial que este año cumple 100 años de historia pertenecía originariamente a Francesc Olivé, un empresario que se dedicaba a la venta de productos cárnicos en paradas de varios mercados como el de la Boqueria, la Concepció o el de Santa Caterina. En la planta superior del inmueble vivía la familia, mientras que en los bajos tenían el almacén. El negocio familiar es precisamente la razón que llevó a los propietarios a colocar una cabeza de carnero presidiendo la entrada principal del edificio, figura que dio origen al sobrenombre popular de Casa del Boc.

La afectación de la finca como parte del plan urbanístico de la Colonia Castells llevó al nieto del empresario, Francesc Remolins, a trasladarse a una residencia a sus 92 años para dejar el inmueble listo para el derribo. La movilización vecinal, sin embargo, consiguió in extremis parar las máquinas y forzó al Ayuntamiento a preservar la cabeza del carnero, que fue retirada y guardada en el Archivo de les Corts para evitar que pudiera resultar dañada con la demolición.

Camp de la Cruz. Las Cortes.
La cabeza de carnero del edificio del número 46 de la calle de Montnegre antes de su retirada / Jordi Play

Una oportunidad perdida?

Un año después de esta retirada, el futuro de Montnegre 46 continúa en el aire. «Cuando sacaron la figura fue para derribar el edificio, que no está catalogado. Si algo de la zona todavía tiene un contenido de memoria histórica que vale la pena conservar es esta finca», asegura Agelet, que considera que el consistorio tendría que apostar por restaurar la casa y convertirla en un equipamiento público.

En la misma línea se pronuncia Miquel, que ve en esta finca una última bala para preservar uno de los pocos vestigios del pasado industrial de la zona. «Hasta ahora lo que se ha conservado ha sido gracias a la iniciativa privada. El Ayuntamiento tiene la oportunidad con este edificio de hacer valer su compromiso con la memoria histórica conservándolo como la puerta de entrada en el antiguo barrio del Camp de la Creu», argumenta, y recuerda que todavía tienen pendiente una reunión con el nuevo ejecutivo para abordar el futuro de este inmueble, entre otros.

Transformaciones urbanísticas en el Camp de la Cruz, Las Cortes.
Aspecto actual del edificio del número 46 de la calle de Montnegre / Jordi Play

Fuentes municipales consultadas por el TOT Barcelona apuntan que a mediados de diciembre tendrían que concluir los trabajos de derribo de las trece fincas afectadas durante esta segunda fase del proyecto de transformación del ámbito y que también en las próximas semanas se acabará de terminar el nuevo parque de 9.600 m². En cuanto a la finca del número 46, el consistorio solo señala que los técnicos están estudiando el caso, pero no precisa si finalmente se conservará o si acabará convertido en un solar como la resta edificios que lo rodeaban.

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