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El ‘juicio’ de la histórica papelería Canut: «No quiero tener la vida de mis padres»

Situémonos treinta años atrás: José Canut Costal compaginaba una modesta papelería en medio del Eixample con una de las imprentas más conocidas del momento. Pero el segundo negocio le va tan bien que decide finalmente dejar la tienda. Pero, unos años más tarde, las ventas a la papelería decaen y el nuevo propietario pide a los Canut, por favor, que recuperen de nuevo el negocio e intenten reavivarlo. Dice su familia que José paseaba por el Eixample como un día más cuando entró en la tienda para aceptar el reto. Una acción valiente que abrió un nuevo capítulo a la histórica papelería Canut.

Actualmente, la tienda conserva gran parte del escaparate original y algunos de los primeros muebles que se instalaron hace más de cien años. Una decisión que tomó Mercè Canut, nieta de José y actual propietaria del negocio. Todavía recuerda aquellos inicios, complicados, cuando todo estuvo a punto de irse a pique. «Me quisieron echar», explica Mercè al TOT Barcelona. El administrador del local -un hombre «complicado» según la responsable- la llevó a juicio alegando que se había hecho un mal el traspaso del negocio. «Ya lo habíamos comprado y montado todo», especifica poco antes de recordar con orgullo aquella victoria: «No solo nos quedamos, sino que conseguimos la subrogación del local, tanto para mí como para mi hija». Entonces, si su hija Anna quisiera -en condicional- quedarse el negocio, podría continuar ocupando el inmueble actual.

Mercè, con una clienta a la papelería Canut | Coreixample

Empieza un nuevo ‘juicio’ a la Papelería Canut

Anna Torres Canut es maestra y cada viernes pasa por la tienda a ayudar a sus padres. Así lo ha hecho desde muy pequeña. «Cuando bajaban la persiana, yo jugaba a ser dependienta; hacía ver que venían personas a comprar y que las despachaba», explica la hija al TOT. «Lo ha vivido y lo ha mamado», añade la madre. Anna también recuerda cómo es tener una adolescencia y juventud ligada al comercio. «Ganas mucha responsabilidad; si tú apuntas un encargo, lo tienes que hacer cumplir, porque la señora vendrá el día siguiente y lo tendrás que tener».

Las dos relatan un pasado alegre y comprometido con la tienda. Aun así, hay uno ‘pero’ que lo eclipsa todo. «Pero no quiero tener la vida que han tenido mis padres», sentencia la Anna. «No quiero que mi hijo, si tengo, tenga un canguro 12 horas en el día», añade. La histórica papelería Canut vivirá en breve un nuevo juicio, esta vez en casa, que determinará cuál es su futuro. Y en este contexto, Anna no está dispuesta a coger el relevo de Mercè. «No quiero llegar a las diez a casa y tener que ponerme a hacer los deberes con mi hijo, y quiero tener tiempo para mí, cosa que mis padres no han tenido», concluye.

Anna ha crecido entre las paredes de la papelería Canut | Gabriel González

«No trabajaré para el demonio»

La hija de los Canut cree que la situación para el comercio cada vez es «más insegura». Un hecho que se explica por los constantes cambios que tienen que afrontar los negocios. En el caso de la papelería, a los efectos de la pandemia hay que añadir una ubicación ideal de entrada, pero complicada a la práctica. La Canut se encuentra en la esquina entre la calle Girona y Consell de Cent. El primero ha sido portada de los diarios por la lucha de los comerciantes a favor del Plan de Usos. Una política que ya hace tiempo que se ha instaurado y que la Mercè avala a pesar de asegurar que no todos los locales la respeta.

Más crítica es con las obras en Consell de Cent, unos de las calles afectadas por las obras de las supermanzanas. «Nos estamos pensado el futuro del negocio, la superilla ha sido una nueva prueba de fuego», dice la Merced. «Yo aquí no pierdo el tiempo a pesar de que me apasiona el trabajo que hago», prosigue antes de confirmar, de forma tajante, que su familia no perderá ni un solo euro en mantener la papelería con vida. Y es que con el nuevo contexto, muchos clientes, y sobre todo proveedores, están encontrando complicaciones para llegar a la tienda; la paciencia de la familia Canut se agota y la desazón aumenta. «No trabajaré para el demonio», resume Mercè.

El padre de la Anna y compañero de la Merced (en la foto) dejó su trabajo para incorporarse a la tienda | Coreixample

La esperanza de Mercè

A esta historia todavía le falta un capítulo más. En la papelería Canut trabaja un chico que no es de la familia, pero «como si lo fuera». «Vino hace 25 años después de hacer la mili y aquí se ha quedado», explica una Mercè que habla maravillas de su trabajador. «Con el boom del transporte lo ayudamos para que montara su propio negocio de mensajería, pero no le fue bien. Cuando volvió para comentárnoslo, le dije: empiezas aquí mañana mismo», detalla la propietaria.

Mercè asegura que mantiene la lucha por su trabajador y que, si no, ya habría parado antes. Entonces, viendo el panorma, podría la Canunt cambiar de familia en un futuro? «No lo descarto de ninguna de las maneras, pero el problema es que él también ve que las cosas se complican cada vez más», lamenta la propietaria. Aún así, la sentencia final de la papelería Canut todavía no está escrita y, si no, de esto ya se encarga Mercè: «Lucharé por el legado del negocio».

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