«Ya te han avisado que hablo mucho, verdad?«. Esta quizás era una de las frases más repetidas por Joan Termes. Era siempre la antesala de una conversación que podía alargarse durante horas, hecho que después complicaba el trabajo de los periodistas que a lo largo de los años hemos tenido que transcribir y sintetizar toda la información que todavía a sus 83 años emanaba con elocuencia y una sorprendente precisión milimétrica de su boca. Termes –que murió este martes– era un hombre sabio, sobre todo por experiencia y por este carácter curioso e inconformista que le caracterizaba, el mismo que, ya cuando era adolescente, le movía a colarse en las obras del metro en su Sant Andreu de Palomar natal y que, años más tarde, le llevó a un activismo que predicó hasta el último momento.

Su faceta final como presidente e impulsor de la Asociación Coordinadora Pro Museo del Transporte de Barcelona, la materialización última de su cruzada para situar a los vehículos históricos del transporte público en el lugar que se les corresponde como parte del patrimonio barcelonés, dejó en un segundo plano toda su reconocida trayectoria en defensa de los derechos de las personas con discapacidad, una realidad que vivía de bien cerca por sus dos hijos y que le valió la Medalla de Honor de la ciudad en 2005. Con este reconocimiento, sobre todo se ponía en valor la tarea llevada a cabo en Horta, su barrio de adopción, para eliminar las barreras arquitectónicas que tienen que salvar las personas con movilidad reducida.

Un electricista aficionado al cine

Termes era todo esto, pero también era un aficionado al cine. Célebres son los videos que cuidadosamente montaba con las fotografías de las diferentes rutas históricas que organizaba muchos fines de semana desde Horta y que siempre enseñaba orgulloso a todo el mundo que mostraba interés. Uno de los últimos que hizo recuperaba la vigésima edición del paseo con sombrero por las calles del centro de la capital catalana, que tuvo lugar el pasado 7 de abril y a la cual acudió acompañado de su inseparable bastón.

Dando un vistazo a su trayectoria, queda claro que su etapa de jubilado fue con diferencia la más prolífica e intensa. Sin embargo, pocos conocen que la profesión que desarrolló prácticamente durante toda su vida laboral fue la de electricista. Termes participó en la restauración de la Font Mágica de Montjuic y también conocía de primera mano los secretos tras la iluminación del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) porque ayudó a reponer los focos. De toda esta experiencia vital, guardaba como un tesoro historias que transmitía oralmente a todo el mundo dispuesto a escucharlas, pero que en muchos casos nunca llegó a poner sobre un papel.

El legado y los relatos perdidos

Ahora bien, es innegable que su campo de pericia por excelencia era el transporte público. No nos quedamos cortos si decimos que era una auténtica eminencia, sobre todo de su historia y su vinculación a Barcelona. Quizás por eso era tan consciente de la joya que Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) tiene entre manos y batalló hasta sus últimos días para poner el proyecto del Museo del Transporte en la mesa de las administraciones. “Muchos historiadores no pueden hablar en primera persona. Yo tengo la ventaja de haberlo vivido desde muy pequeño, cuando me colaba en las obras del metro o indicaba a mis vecinos como llegar desde Sant Andreu de Palomar hasta el centro de la ciudad”, explicaba el pasado mes de febrero en una conversación con el TOT Barcelona, reivindicándose como fuente primaria de muchas de las historias que relataba.

Termes vivió de bien cerca los diversos accidentes que tuvieron lugar en la década de los sesenta en Sant Andreu durante las obras de construcción del metro, en los cuales se calcula que murieron hasta once trabajadores. Una parte de estas intrahistorias tanto de la red del subsuelo barcelonés como del transporte público en general las dejó escritas en sus tres libros: El 50 cumpleaños de la llegada del metro a Horta (2017), De Fabra i Puig a Torras i Bages. 50 años de la llegada del metro al centro de Sant Andreu (2018) y Tranvías de Barcelona y cercanías, 1872-2021 (2021). Otras muchas, sin embargo, se las ha llevado con él y ya solo vivirán en el recuerdo de aquellos que tuvieron el placer de escucharlas.

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