Sexta jornada de juicio ante el tribunal del jurado del crimen de Gaixample. Una vista oral y profusa, donde las acusaciones y las defensas han presentado sus informes finales después de una ingente prueba practicada al Palacio de Justicia. Esta mañana, fiscalía y acusación particular han reforzado sus peticiones de pena por asesinato de Josep Sotomayor por parte del acusado, en Giovanny, ante los miembros del jurado que han escuchado a Mossos d’Esquadra, vecinos, médicos y clientes del bar
La fiscal ha tenido una intervención muy trabada, dura y puntualizada con detalles de la prueba aportada. Su conclusión es que el crimen de Giovanny es una nueva prueba que “el mal gratuito existe”. Es decir, el acusado mató, con alevosía, a un hombre desnudo de 65 años, indefenso y bebido. La acusación particular ha abonado esta tesis. El letrado del acusado, eso sí, no se ha encogido y ha razonado la tesis de la de defensa propia, aportando al jurado detalles de como la vecina que oyó veces “durante veinte minutos” o las heridas que sufría. Unas heridas que la fiscalía ha recordado que solo era un arañazo en la cabeza, “algo tendría que hacer la víctima”.

La salud mental, la clave
El ministerio público se ha invertido a desmontar la hipótesis de que Giovanny tiene una enfermedad mental que le anula su voluntad. Así ha refrescado las valoraciones médicas de los forenses y de los médicos que atendieron el caso. También ha intentado deconstruir la historia que se conocían de antes porque, seis meses antes del día de los hechos, nunca habían tenido ninguna relación telefónica, según los informes de los Mossos d’Esquadra. En el mismo paquete, la fiscal también ha negado que el local fuera un lugar de venta de drogas y que la víctima, atendido el informe toxicológico forense, no tenía ningún rastro de drogas, solo de un medicamento para dormir que tomaba por receta médica. De hecho, la fiscalía ha sido previsora y se ha avanzado a los argumentos que esgrimiría la defensa.
Pero el abogado de Giovanny ha mantenido la posición. Así, ha valorado que después de la muerte estuvo durante casi “una hora dentro del edificio”. O el hecho que se hizo selfis después de la pelea que ha justificado, por la petición de una práctica sexual que el acusado no quería relacionada con el masoquismo. Así, ha remarcado que su cliente estaba bajo los efectos del alcohol y las drogas y la muerte llegó por una pelea por desavenencias sexuales. En el turno de última palabra, se ha dirigido al viudo, Martí, de la víctima, a quien ha pedido perdón. “¡No era yo!”, ha insistido. “No soy un monstruo”, ha exclamado. El jurado se ha retirado a deliberar, en un caso donde la fiscalía le reclama 27 años de prisión y la defiende, la libre absolución y en los peores de los casos, un homicidio sin voluntad. El jurado decidirá hasta mañana a las diez para librar el veredicto.