En la plaza de la Gardunya, situada a la parte posterior del mercado de la Boqueria, confluyen actores con historias de vida muy dispares. Por una parte, están los que son más visibles, tanto en la calle como el imaginario colectivo: los estudiantes de la Escuela la Massana, llenos de inquietudes y sueños; y los turistas que comen, despreocupados, conos de jamón serrano o de pescado frito de los puestos del mercado. Por otro lado, están aquellos a los cuales muchos no quieren mirar e, incluso, pueden llegar a invisibilizar: los 35 inmigrantes que viven en La Tancada, situada al número 5 de la calle de las Floristes de la rambla del barrio del Raval.
Este espacio, que se encuentra en uno de los edificios de la antigua Escuela Massana, nació hace cinco años, cuando lo ocuparon un grupo de inmigrantes que no tenían lugar donde vivir. Durante todo este tiempo, La Tancada ha sido la casa de decenas de personas que marcharon de sus países de origen por escribir un futuro mejor. Ahora, pero, su final podría también estar escrito.
Notificación de desalojo
Este final empezaba a escribirse el 26 de septiembre, cuando los inquilinos recibieron una carta de la concejalía de Ciutat Vella pidiéndoles que acreditaran, en un plazo máximo de 10 días, los títulos que legitimaban su ocupación. Fuentes del mismo espacio explican al TOT Barcelona que el pasado 23 de octubre recibieron otra notificación avisándolos que, ante la imposibilidad de haber podido legitimar su ocupación, tenían 10 días hábiles para marcharse de este espacio del corazón de Barcelona. En caso de no hacerlo por voluntad propia, «se procederá a desalojarlos», afirma la notificación a la cual también ha tenido acceso el TOT. “Calculamos que el desalojo podría producirse a partir del próximo 8 de noviembre”, avisan sin mostrar indicios de haber perdido del todo la esperanza. A pesar de las dificultades, el objetivo es parar el desalojo presentando un recurso de alzada a alcaldía.

Entrar en el interior de este espacio supone cruzarse con decenas de historias de personas que no han parado de luchar para poder vivir con unos mínimos de dignidad. Una de ellas es la Lily, que dejó su Nigeria natal por motivos que ahora prefiere no recordar. Explica al TOT que llegó a Barcelona hace ocho años para buscarse la vida. Los inicios, naturalmente, no fueron fáciles. Pasó un tiempo durmiendo en la calle. “Fue una experiencia fuerte…”, dice sobre una situación de sinhogarismo que no acabó hasta que entró a La Tancada el abril del 2018, justo cuando nació este espacio.
El panorama actual hace que para la Lily sea inevitable pensar que podría volver a aquellos días. Insiste que, en estos momentos, es muy difícil que las administraciones les faciliten algún lugar donde dormir y que vivir en la calle es muy duro. “El Ayuntamiento no puede cerrar este espacio. Llegué sin nada y ahora me gano la vida vendiendo prendas de ropa que confecciono yo misma. Aquí tengo una estabilidad para ir trabajando. Si me quedo en la calle tendré que invertir todos mis esfuerzos a sobrevivir”, señala entre las conversaciones que tienen en paralelo otros integrantes. Uno de ellos recuerda una realidad que agraviará todavía más la situación y que, como cada año, es inevitable que llegue: el invierno. Minutos después, una vecina de la zona, como si hubiera sentido este aviso, llamamiento a la Lily y le regala un abrigo.
«Insalubridad e inseguridad»
Por su parte, los motivos del Ayuntamiento para enviar la notificación de desalojo son varios. “Se actúa por carencia de cumplimiento de requerimientos de seguridad y salubridad exigibles para el uso de este local”, informan fuentes municipales al TOT, que también detallan que solicitaron un informe sobre el espacio a servicios sociales después de que lo examinara los pasados meses de agosto y septiembre. Sobre la seguridad, las fuentes municipales dan más detalles de la valoración hecha por el consistorio. “En el ámbito de la seguridad, se actúa también de acuerdo con las reiteradas actuaciones de la Guardia Urbana por incidentes ocurridos en este espacio y a su alrededor inmediato, por incidentes de orden público”, añaden y, a la vez, recalcan que el objetivo de la “recuperación” de este inmueble es destinarlo a un uso público para el distrito y la ciudad.
Desde La Tancada ven insuficientes estos argumentos. Otro inquilino, Terai Djamal, explica al TOT que el lugar se habría podido mantener en mejores condiciones de salubridad si hubieran contado con la ayuda del personal de servicios sociales. «No ha venido nadie». En cuanto a los incidentes que han requerido la actuación de la Guardia Urbana, Lily asegura que casi siempre los han provocado personas de fuera del espacio, razón por la cual han empezado a organizarse mejor a partir de asambleas. “Estamos haciendo turnos para vigilar la puerta y evitar que venga gente a llevar problemas. He llegado a estar horas sin dormir para asegurarme que no pasa nada”, añade.

Por otro lado, otras fuentes de La Tancada también aseguran que el procedimiento que está siguiendo el consistorio es ilegal. Según han podido saber a partir de asesoramiento jurídico, no puede recuperar este inmueble municipal a través de la vía administrativa —como intenta hacer el consistorio— cuando hace más de un año que está ocupado, sino que “tiene que ir por la vía judicial”. “Pedimos al regidor del distrito, Albert Batlle, en el último Consejo de Ciutat Vella que no desahuciara el espacio. Su respuesta fue que no se puede vivir en estas condiciones. ¿Pero la alternativa qué es, tirar la gente en la calle?”, se preguntan.
Si los planes del Ayuntamiento continúan según el previsto, el destino de Djamal también será vivir en la calle. Hace un año y medio que este hombre originario de Argelia vive en La Tancada y está en medio de largos procesos burocráticos con los cuales intenta conseguir una discapacidad para ser ceguera y, así, poder contar con algunos ingresos. De momento, la incapacidad y evitar el desalojo son su única esperanza para salir adelante. “Aquí no tengo mucho espacio: una cama enganchada a la puerta y poca cosa más. Pero es un espacio”, sentencia.