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Luz, confort climático y espacios abiertos: así es por dentro una escuela prefabricada

Gimnasio, cocina propia, aula de psicomotricidad, camerino de teatro con tocadores para maquillarse y disfrazarse, un laboratorio de ciencia, un laboratorio artístico, puntos de lectura, sala de descanso, sala de resolución de conflictos, espacio de juego compartido, pasillos amplios, luminosidad y, sobre todo, confort climático. La escuela Flor de Maig, ubicada en el barrio del Parc i la Llacuna del Poblenou, entró en funcionamiento en 2017, ocupando las instalaciones del antiguo instituto del barrio. El exterior de la escuela, módulos prefabricados de color gris oscuro, hace buena la dicha de que la belleza está en el interior. Al atravesar la puerta principal, luminosidad, parqué de color claro, paredes blancas y espacios muy diáfanos. Una gran sala de juego para los alumnos de educación infantil es la antesala de aulas enormes.

“Cuando llegamos a primera hora de la mañana lo encontramos todo muy climatizado, tanto las aulas como los pasillos y las zonas comunes. Poder dar clase sin chaqueta en invierno y no soportar más de 30 grados en verano es básico para el confort físico de los niños, indispensable para garantizar después el bienestar emocional de todos. Y esto, en esta escuela modular está garantizado. Tenemos aire acondicionado en todas partes y paredes muy bien aisladas para el invierno. Además, la luminosidad, las paredes blancas y el parqué claro crean espacios más agradables. Estamos muy satisfechos con las instalaciones”, relata al TOT la directora de la escuela, Sandra Usón.

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Uno de los espacios de juego de la escuela Flor de Mayo, con sala de maquillaje y disfraces. foto: Jordi Play

Ciertamente, desde hace más de un año, muchas escuelas de Barcelona, y de todo el país, han sufrido las consecuencias de una climatización deficiente, que sometía a los niños y maestros a temperaturas muy altas en verano, con la única ayuda, en el mejor de los casos, de ventiladores. En algunas escuelas de la ciudad se superaron los 38 grados, un extremo que llevó a las AFA de las escuelas públicas a salir a la calle en varias ocasiones durante el curso pasado para reclamar medidas urgentes para garantizar el confort mínimo de los alumnos. Algunas escuelas tuvieron la suerte de que se instalara aire acondicionado, pero otros han empezado el curso igual que lo acabaron, dando clase en un horno.

Naturalmente, no todo es perfecto en una escuela modular. “También hemos tenido goteras, problemas con la instalación eléctrica o alguna deficiencia de insonorización, porque las paredes de metal resuenan, pero cualquier edificio, prefabricado o de ladrillo, tiene problemas en algún momento”, dice Sandra, que reconoce que tanto padres como algunos maestros habían sido reticentes ante una escuela modular. «Los barracones están en nuestro imaginario, esto es así, pero solo atravesar la puerta se desmontaron los prejuicios«, resuelve, Además del interior, que nos transporta al estilo nórdico, el inmenso patio que tiene la escuela Flor de Maig compensa cualquier reticencia estética. Por otro lado, Usón remarca que el hecho de ser módulos prefabricados ha permitido ampliar la escuela para ofrecer más servicios, como la cocina propia y el gimnasio, este último, estrenado este octubre.

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Un espacio comunitario donde los niños de la escuela pueden sentar a leer o descansar. foto: Jordi Play

En Barcelona, 3.557 alumnos han empezado el curso 2023-2024 en una decena de escuelas modulares, y en todo el país son 411 los centros educativos que están ubicados total o parcialmente en estas instalaciones prefabricadas. De forma provisional hasta que se terminen edificios de obra o como edificios permanentes que ya no se desmontarán. Las escuelas modulares -encara popularmente bautizadas como “barracones”- arrastran a menudo una imagen de precariedad -en algunos casos justificada-, pero de un tiempo acá se han convertido en una opción que el Consorci d’Educació de Barcelona ha testado y defensa por su sostenibilidad, adaptabilidad a los cambios en la demanda educativa en la ciudad y por el confort climático que ofrecen.

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Pasillos amplios y con espacio para el descanso dentro de la escuela modular foto: Jordi Play

«Una gestión más rápida y eficiente«

Desde el Consorci d’Educació de Barcelona, el director de Equipamientos Educativos, Antoni García Salanova, explica al TOT que los módulos son una herramienta para responder con “más rapidez y eficiencia” a las necesidades de los centros educativos de la ciudad: “Afrontamos la aparición de nuevos centros, la integración de escuelas e institutos en la red pública, la fusión de diversos centras en un solo edificio, cambios en las ubicaciones y edificios que requieren intervención. A todo esto se añaden otros muchos casos que piden obras para abordar necesidades educativas. La ejecución de las obras implica la generación de polvo, ruido, actividad de obreros yendo y viniendo, y una serie de circunstancias que las hacen incompatibles con los meses lectivos”. Y las equipaciones modulares son, según detalla el Consorci, “un recurso altamente valioso, porque ofrecen una velocidad de ejecución que no se puede comparar con las construcciones tradicionales”.

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La nueva cocina de la escuela, construida recientemente. foto: Jordi Play

El Consorci d’Educació también apela a la volatilidad de la demanda de escolarización en varias zonas educativas para justificar la elige de equipaciones modulares en algunos casos: «Estos módulos se fabrican fuera del lugar de construcción y mucho antes de los trabajos, incluso antes de empezar la fundamentación, un hecho que nos permite ahorrar tiempos sin trabajos in situ y aprovechar al máximo la parada veraniega para su instalación y acabados interiores», dice García Salanova. Pero también hay razones ambientales: «Nos ofrecen la posibilidad de hacer los trabajos en la fábrica sin necesidad de montar andamios o deseas torre, mejorando la seguridad, el control de calidad, la optimización del material utilizado, y reduciendo las emisiones de CO₂ y las molestias a los vecinos». Todo ello, añaden desde el Consorci, permite introducir cambios en los edificios, añadiendo o modificando los espacios según las necesidades de cada momento.

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Punto de lectura entre aulas en la escuela modular Flor de Maig foto: Jordi Play

Preguntado por las connotaciones negativas que tienen los módulos prefabricados, el director de Equipamientos Educativos reconoce que «en el pasado» «podrían haber estado» barracones, pero defiende que las instalaciones modulares actuales «no tienen nada a ver. Los acabados y la tecnología utilizada en estas infraestructuras han experimentado mejoras significativas en los últimos tiempos». «Tenemos la climatización de los espacios, cuentan con un aislamiento térmico y acústico excepcional y pueden incorporar características y elementos de innovación y sostenibilidad equivalentes o incluso superiores a los de una construcción tradicional. Además, ofrecen varias opciones de personalización de los espacios y de adaptación flexible a las necesidades de cada proyecto educativo», remarca. Ahora bien, desmiente que la decisión que una escuela sea modular responda a una cuestión económica. «Los costes generales son comparables a los de las construcciones tradicionales, y su calidad y vida útil también son excelentes.”

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El confort climático, una de las ventajas más claras de las escuelas modulares. foto: Jordi Play

Provisionalidad eterna: el caso de la escuela 30 passos

La Escuela Flor de Mayo es un caso de éxito de construcciones modulares pensadas para ser permanentes, pero en la ciudad ha habido reivindicaciones históricas de escuelas que, mientras esperan la construcción de un edificio convencional, se han instalado en módulos provisionales. Una provisionalidad que se ha ido eternizando y que ha generado mucho malestar entre la comunidad educativa. Es el caso de la escuela 30 passos, que hace siete años que funciona con módulos provisionales a la espera de la construcción del futuro instituto-escuela ’30 passos’, al barrio de la Sagrera. Tenía que estrenarse en 2022, pero varias incidencias lo han aplazado hasta como mínimo el 2027. Además, el equipamiento provisional se ubica en el mismo solar donde se construirá el edificio definitivo, de forma que no hay espacio para ampliar la escuela provisional. También es eternamente provisional la situación del IES Vapor del Fil (Sagrera), que hace 14 años que opera en módulos.

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Patio de la escuela Flor de Maig, en el barrio de Poblenou. foto: Jordi Play
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