El 17 de junio de 2023 caía sobre la ciudad de Barcelona un meteorito político. Eran las 16.00 h. Nadie, al menos públicamente, había previsto la posibilidad de que aquel meteorito acabara impactando de pleno en un lado de la plaza Sant Jaume. Cuando faltaba una hora para que arrancara el pleno de investidura que tenía que dar la vara de alcalde al ganador de las elecciones, Xavier Trias, por la vía de la lista más votada en ausencia de candidato alternativo, los Comuns anunciaban su voto a Jaume Collboni, que también había atado el sí del PP. Solo unas horas antes, el partido de Ada Colau había negado por activa y por pasiva esta posibilidad, que naturalmente implicaba aliarse con los populares para tumbar una alcaldía independentista. Era, de hecho, la secuela de la perversión Manuel Valls que en 2019 había arrebatado la alcaldía a ERC para dar un segundo mandato a Ada Colau con la complicidad del PSC y de la derecha del ex primer ministro francés.
El precedente Valls era real, pero aquel 17 de junio el pacto PSC-PP-Comuns parecía imposible, más todavía con la convocatoria de elecciones españolas avanzadas y la guerra abierta entre el PSOE y el PP. Pero no era imposible.
«Sin crisis del régimen, Xavier Trias ahora sería alcalde»
De entrada, los tres expertos señalan que Barcelona no está ni mucho menos aislada del contexto político catalán y español, de forma que la Operación Collboni no se puede interpretar en clave de dinámicas locales, como otros muchos pactos que se producen periódicamente en otros consistorios. «Sin la crisis de régimen político en el Estado, sin la lógica de la formación de gobiernos marcada por los dos bloques, Proceso-155, Barcelona ahora estaría gobernada por Xavier Trias, que es quien consiguió más regidores, con una mayoría perfecta con el PSC. Antes del proceso de independencia, la noche electoral habríamos visto como Collboni felicita a Xavier Trias y este le ofrece un gobierno de coalición. Y después, harían frente a los extremos respectivos. Trias, a una ERC que marcaría un impulso pro independentista, y Colau presionaría a Collboni por la izquierda», señala el profesor de Ciencia Política de la UB Raimundo Viejo, exregidor de los Comuns en Barcelona y exdiputado en el Congreso.

En este sentido, el profesor remarca que la lógica seria aquello que en ciencia política se denomina la coalición mínima vencedora, que reparte el poder entre el menor número de partidos que sumen la mitad más uno, en este caso, entre el PSC y Junts. «Pero el sistema de partidos ha dejado de estar institucionalizado y se ha roto en dos partes hasta ahora irreconciliables», apunta Raimundo Viejo, que recuerda que Salvador Illa se encuentra en este escenario en el Parlamento, con «dos sistemas de partidos en paralelo, ninguno de los cuales puede operar porque no tiene mayoría, razón por la cual el candidato del PSC lo fía todo a recuperar el orden del régimen del 78 y arrastrar a ERC al cambio de bloque». De hecho, asegura que si no fuera por esta política de dos bloques, «tampoco habríamos visto la alianza de Colau con Valls em 2019 o con el PP en 2023».
Es más, el profesor considera que, «de no haber sido por la ambición personal de Collboni, que ha querido tensar al máximo la política para conseguir la alcaldía a cualquier precio ante su última oportunidad, Trias habría sido alcalde con el PSC, porque invocó el contexto anterior donde él era alcalde, antes de la escisión proceso sí-proceso no. El error inicial de Xavier Trias fue anunciar el acuerdo con ERC, porque esto legitimó el todo vale del socialista», argumenta.
«La Operación Collboni consolida tres tendencias»
Pase lo que pase en el Parlamento, lo cierto es que la vía Collboni ha planeado también en campaña electoral del 12-M, si bien Illa llegó a decir que descartaba repetirla por «coherencia». En todo caso, la suma aritmética del bloque unionista, en este caso, requiere una abstención de VOX. Para el sociólogo y exdiputado del PP Rafa López, la aritmética del 17-J en Barcelona consolida algunas tendencias de la política catalana. La primera, que «ya es típico que quien gana las elecciones no gobierne, y que, además, los pactos alternativos se hagan a última hora. Lo hemos visto con la Mesa del Parlamento y en las investiduras de Torra, y el intento de investidura de Puigdemont y la de Aragonés».
La segunda constatación, apunta López, es que los candidatos juegan al «todo o nada en campaña electoral, o gano y gobierno, o me voy. El mismo Collboni dijo que si no ganaba las elecciones se marchaba, y también el mismo Trias, que dijo que si no era alcalde se iba a casa, o el mismo presidente Puigdemont». Y una tercera tendencia que López cree que está por consolidar todavía: «Esta geometría variable, que a diferencia de otros lugares, en Barcelona se juega en el Ayuntamiento, la Generalitat y el gobierno del estado, y si se consolidan los dos bloques o se rompen y volvemos al preproceso. Está por ver qué hace ERC», sentencia el sociólogo.
De hecho, Rafa López señala que en la legislatura anterior se empezó a ver cierta rotura de los bloques en el Parlamento con el apoyo del PSC y Comuns a los presupuestos, e incluso el apoyo de Junts y ERC al gobierno de Pedro Sánchez. Y en Barcelona, apunta, «se encontraron los intereses de cada uno de los actores para impedir una mayoría independentista. El PP se vio empujado a considerar como mal menor un gobierno de la izquierda antes que uno independentista, y los Comuns creyeron que entrarían en el gobierno del PSC».

Cordón sanitario en Barcelona y ‘voto republicano’
¿Pero en qué modelo encaja la manera de hacer política en Cataluña los últimos tiempos? El politólogo y ahora senador del PSC Gabriel Colomé apunta a un «afrancesamiento», una manera de hacer «más alejada del modelo español». El experto pone el ejemplo de 2019 con Manuel Valls: «Él venía a ganar y ser alcalde, pero acabó aplicando el voto republicano, es decir, antes de que gobiernen los independentistas, que gobiernen los demócratas. En Francia la línea roja es Le Pen, todos juntos contra Le Pen. Y si aplicas el voto republicano en Cataluña, los independentistas, para ganar, construyeron dos bloques y aplican vetos, como el 2021 contra el PSC, pues automáticamente te hacen un cordón sanitario a ti, y esto pasó en Barcelona el 17-J», argumenta Colomé.
A parecer suyo, «el gran error» de Xavier Trias el 17-J fue «anunciar su pacto con ERC», porque «automáticamente haces que el PP active el voto republicano, a cambio de nada, solo de evitar que los independentistas tengan la alcaldía». Tanto es así que Colomé cree que si «Trias y Juntos no hubieran hecho público el pacto con ERC, ahora sería alcalde para ser la lista más votada. Pero a Madrid se activaron aplicando la lógica de un bloque contra el otro, y los volvieron la jugada del 2021».
¿Y por qué los Comuns participaron de esta operación? Este experto lo tiene claro, una suerte de venganza: «Junts es desde el año 2015 su adversario jurado, y ocho años más tarde, Trias gana por el desgaste de Colau. Y los Comuns, después de ocho años en los que Junts les ha hecho la vida imposible, deciden no regalarles la alcaldía y dársela a su socio de gobierno».
Ahora, un año después, el PSC continúa gobernando en solitario, a la espera, eso sí, de que ERC dé el paso de entrar en el gobierno, cuando resuelva la crisis interna y, probablemente, se resuelva también la investidura catalana. Y mientras tanto, los Comuns son rechazados por Collboni, a pesar de que son pieza clave para garantizar la gobernabilidad a medio plazo de la ciudad.