“Debemos actualizar el legado de Trias y darle un impulso”. Junts encara el segundo tramo de la legislatura en Barcelona necesitado de una reestructuración y con el reto -actualmente complicado, según el resultado de los barómetros- de igualar en 2027 el buen resultado de 2023. El grupo líder de la oposición deja atrás la marca Trias y recupera oficialmente el nombre de Junts per Barcelona y fija la primavera como fecha límite para encontrar un sustituto. Varias voces en Sant Jaume dan por seguro que el nombre saldrá del grupo municipal, pero actualmente ninguna figura genera unanimidad y el expediente sigue abierto.
Dos nombres aparecen, de entrada, en la parrilla de salida: el vicepresidente de Junts per Catalunya y persona de confianza de Carles Puigdemont, Josep Rius, y el actual presidente del grupo municipal, Jordi Martí Galbis, concejal histórico de Barcelona y firme escudero de Xavier Trias tanto en su etapa de alcalde como en su prórroga política, en la oposición. El partido no cierra la puerta a desbloquear el debate en unas primarias, aunque fuentes cercanas al grupo municipal comentan, en conversación con este diario, que la prioridad sería llegar a un consenso previo. Sea como sea, sin una figura mediática como lo era Xavier Trias, el partido ha decidido pisar el acelerador para posicionar al candidato de cara a las urnas de 2027. Y la decisión podría tomarse para Semana Santa.
En conversación con el TOT Barcelona, el politólogo Ferran Fernández recomienda al partido aclarar este asunto “cuanto antes mejor” y recuerda que, históricamente, el votante juntaire ha premiado «liderazgos fuertes». «El PSC gobierna en Cataluña y en Barcelona, pero desde Maragall no tienen uno. No lo fue Clos, no lo era Hereu y tampoco lo es Collboni. Ganan por la maquinaria que tienen y porque históricamente la ciudad ha sido siempre de centroizquierda. Pero Junts, que, en cambio, tiene engrasada la máquina en el total de Cataluña, en Barcelona no la tiene tanto». Fernández cree que el partido, los próximos “cuatro o cinco meses”, no solo debe encontrar un sustituto “al liderazgo potente de Trias”, sino que también “debe poder ofrecer un modelo de ciudad diferente del que ofrece Collboni”.

En esta tesitura, lo que digan las encuestas internas de popularidad podría inclinar la balanza hacia un lado u otro. Según el barómetro, solo un 30% del electorado de Junts sabe quién es Martí Galbis, actual jefe de filas del grupo, y sus votantes lo valoran con un 5,1 sobre 10. El profesor de ciencias políticas Pau Vall ve números “muy bajos” a dos años vista de las elecciones. En este sentido, el analista remarca que Junts “no puede tener un líder tan poco conocido” si quiere acercarse al éxito de 2023. Ahora bien, habría que ver cuáles son los resultados de Josep Rius, que no es líder del grupo municipal y, por lo tanto, no aparece en la encuesta del barómetro. “Sea quien sea el candidato, deberá aprovechar los dos años que quedan para situarse como un buen líder y que la gente empiece a conocerlo”, concluye Vall.
¿Opción a largo plazo?
En 2027, el objetivo de Junts será no perder comba, pero hay quien mira más allá y ve en esta fecha una oportunidad para formar un liderazgo capaz de ganar las municipales siguientes, las de 2031. Ferran Fernández no ve una estrategia mal pensada. Cita ejemplos como los de Felipe González, que se presentó a tres elecciones, Aznar y Rajoy, también en tres ocasiones, el mismo Trias en Barcelona, aunque Trias venía de ser consejero en los gobiernos de Jordi Pujol y tenía más visibilidad. Ahora bien, también están los ejemplos contrarios, como Raimon Obiols, del PSC, que perdió tres elecciones al Parlamento. “No hay una ciencia exacta que diga que, en política, las apuestas a largo plazo dan frutos. Es como un huevo Kinder sorpresa, a veces aciertas y a veces no”, remarca Fernández. En todo caso, el analista sí ve en esta estrategia una posible salida a la ausencia de un líder que pueda plantar cara en dos años. “Las apuestas largas tienen sentido si en el corto plazo no tienes nada que hacer. En este caso, plantearte una conjetura a seis u ocho años vista puede ser más realista”, concluye el politólogo.

En todo caso, Junts no enfrenta una situación que otros partidos tengan superada. En líneas generales, los dos analistas ven el Ayuntamiento sin líderes carismáticos. Aún más, tampoco parece haber, en el radar de los grupos, una figura capaz de dar un golpe de timón como hizo Xavier Trias en 2023 o Colau en 2015, cuando se presentó por primera vez. Algunos estudios calculan que la empatía con el candidato supone aproximadamente la mitad del voto del elector, con lo cual encontrar un buen nombre o una marca es importante, pero Pau Vall cree que “tampoco es vital”. En cambio, “sí lo es definir claramente qué modelo de ciudad quieres o en qué aspectos te puedes diferenciar del gobierno actual”.
En este sentido, el analista cree que los grupos en el Ayuntamiento no están sabiendo hacer “una oposición clara” a Collboni “en ningún aspecto concreto”. “Todos pueden y quieren votar con él y al final no acaba siendo una oposición clara”, considera el politólogo, que pone de ejemplo el caso de Trias y el tranvía. “En la época de Hereu, Trias se erigió en el abanderado del ‘no’ a la conexión y a la nueva Diagonal. Era un tema potente y tenías una posición contraria nítida. Ahora, el elector no tiene claro quién debe votar si no quiere que gobierne Collboni”, detalla. Fernández añade algún matiz; sí ve en Junts una intención de “reubicarse” como oposición y cree que el partido de Martí Galbis está intentando “buscar la manera de explicarle a la ciudadanía que lo que hace Collboni con ERC y BComú es lo antagónico a su modelo”.
Escenario fragmentado
Los últimos años han consolidado un cambio de tendencia política claro. Ya no es época de grandes mayorías. Los tres gobiernos, en Barcelona, la Generalitat y en el Estado, están en minoría. Collboni aún no ha conseguido aprobar los presupuestos por vía ordinaria, Salvador Illa recurre a la prórroga presupuestaria en el Parlamento y los apoyos de Pedro Sánchez tambalean cada día. Pero los tres continúan en sus cargos, en parte, porque el escenario aritmético fragmentado no da pie a posibles alternativas. Los expertos consideran que, en Barcelona, esta característica favorece a Collboni, que agrupa prácticamente toda la visibilidad y ya lidera las encuestas.

En el caso de Junts, también juega un papel importante el escenario fragmentado entre las fuerzas independentistas. En este caso, la consecuencia es ver a muchos electores encerrados en casa el día de las elecciones. Junts podría ver en la situación de ERC, aún recomponiéndose después del Congreso que dio la victoria a Junqueras, una oportunidad de no perder comba en Barcelona. Pero los expertos advierten que el escenario municipal es diferente del nacional. Fernández señala que los ciudadanos que optaron por Xavier Trias “no lo hicieron en clave independentista” y que en 2027 “estaremos en la misma situación”. Pau Vall añade que el votante de ERC en las elecciones de Barcelona es diferente del que vota en el Parlamento. “Aquí también tienen un perfil claramente catalanista, pero con un perfil ideológico mucho más de izquierdas”, hecho que los alejaría, a su parecer, de la papeleta de Junts.
Además, ambos coinciden en remarcar que el debate independentista ya no tiene tanto peso en Barcelona ni tampoco en otras instituciones. “Si Collboni comenzara a poner banderas españolas en cada esquina -comenta Vall-, quizás sí que despertaría el alma nacionalista de los votantes, pero eso no pasará”. En todo caso, en política no hay nada escrito, menos ahora que las estrategias son siempre tan a corto plazo. En este sentido, los expertos piden ver cómo evolucionarán estos dos años que quedan para las municipales en todas las cámaras. Es la teoría de los vasos comunicantes aplicada a la política. Lo que pase, se vote o se deje de votar en un parlamento puede afectar de rebote a otras instituciones, también Barcelona. Por tanto, concluyen los analistas, conviene “estar pendientes más allá del salón de plenos del Ayuntamiento”.



