Cierren los ojos y salgan de la estación de metro de Diagonal en el paseo de Gràcia. Aparecerán encima de la acera, pero no se confíen. Es compartida con un carril de servicio para vehículos. Sin ver, corren el riesgo de no detectar la presencia de vehículos y de ser atropellados. Por no hablar de los patinetes. En este punto no hay elementos físicos que ayuden a una persona ciega o con baja visión a detectar con su bastón por dónde tiene que pasar con seguridad. Tampoco un perro guía está entrenado para entender el concepto urbanístico de plataforma única de uso mixto de peatones y vehículos que el gobierno de Ada Colau ha exportado a las supermanzanas de la ciudad, pero que no es nuevo en Barcelona.

El 2014, bajo el mandato de Xavier Trias, se ponía en marcha una reforma del paseo de Gràcia con el objetivo de reordenar esta gran avenida, pero terminó por convertirse en una trampa más para las personas ciegas y también para otros colectivos, como denunció entonces la Asociación Catalana para la Integración del Ciego (ACIC), que reclamó, sin éxito, que se incorporaran elementos que les ayudaran a detectar el peligro.

Dos décadas de «urbanismo estético» en Barcelona

«Este modelo de ciudad no es un invento de Ada Colau, viene de lejos, del PSC de hace veinte años. Y todos los que han venido después han replicado matemáticamente un modelo de urbanismo basado en la estética y el marketing, pero que en ningún caso garantiza la accesibilidad universal», alerta en conversación con el TOT Barcelona Joan Heras, portavoz de la ACIC. Paseando por la calle, constata que este urbanismo está pensado y diseñado «sólo teniendo en cuenta que las personas que se mueven por la ciudad tienen capacidades suficientes para detectar los peligros». Por lo tanto, concluye que es un urbanismo que excluye a las personas ciegas o con baja visión, pero también a personas con movilidad reducida o muy mayores.

Los problemas de los invidentes y las superilles. Joan Heras explica la problemática de la plataforma única en el paseo de Gracia y calle Consejo de Ciento. ciego, vista, bastón, sentidos, arquitectura urbana friendly
Joan Heras explica la problemática de la plataforma única de uso mixto en Barcelona JORDI PLAY

«Inseguridad y desorientación»

Pero por qué una plataforma única de uso mixto es peligrosa para una persona sin visión, cuando, sobre el papel, es un elemento de pacificación urbana? «No hay diferencia física entre el espacio para el peatón y para el vehículo, porque se suprime la acera, las rampas o los escalones, y todo está al mismo nivel. Perdemos toda referencia, nosotros y un perro guía», detalla Joan, que también lamenta que si bien en algunos puntos se ha hecho una línea en relevo de aviso de peligro -ved imagen inferior-, que tendría que sustituir la función del final de la acera o zona segura, «no se nota suficiente y no nos sirve». Deja claro que la ACIC comparte «totalmente» el reto de reducir el tráfico en la ciudad, pero la experiencia cotidiana les ha demostrado que en calles tan grandes de zonas donde se implantan las supermanzanas, como el Eixample, Poblenou o Sant Antoni, «baja el tráfico, pero este modelo de supermanzana estética acaba siendo una madriguera de inseguridad y desorientación para las personas ciegas o con baja visión».

Todo ello, con el añadido que remarca Joan: «Proliferan los coches eléctricos, y perdemos la pista del ruido, todavía hay carriles bici que van por la acera, como en algunos tramos de la Diagonal o de Marina, y los patinetes eléctricos proliferan. Todo ello nos hace tener miedo en unas calles que definitivamente nos han excluido como colectivo».

Justamente, esta concepción de la movilidad en la ciudad, que la ACIC reconoce que a estas alturas es muy difícil de revertir, hace que el colectivo de personas ciegas o con baja visión se sientan no sólo en peligro, sino cada vez más alejados del derecho a vivir en la ciudad. «Las supermanzanas perpetúan un modelo de ciudad que viene de lejos y que pose toda la responsabilidad en los usuarios de vehículos y del peatón, que tiene que ir siempre en alerta. No es un urbanismo de acceso universal, sino que fía la seguridad de las personas a su capacidad individual para percibir el peligro. Y en el caso de los ciegos o personas de baja visión es evidente que no tenemos suficientes elementos si ya no hay ni aceras, ni rampas ni escalones. Pero tampoco personas con determinadas condiciones físicas o de mucha edad, que quizás ya no tienen los reflejos necesarios para detectar el peligro y reaccionar al instante», denuncia Joan Heras en nombre de la ACIC.

Los problemas de los invidentes y las superilles. Joan Heras explica la problemática de la plataforma única en el paseo de Gracia y calle Consejo de Ciento. ciego, vista, bastón, sentidos, arquitectura urbana friendly
La línea de aviso de peligro, que tendría que sustituir la función del final de la acera o zona segura, no se nota bastante, avisa Joan JORDI PLAY

Y todavía hay otro punto conflictivo para las personas ciegas. El paseo por excelencia de Barcelona, la Rambla, ya está inmersa en una remodelación profunda que también la convertirá en una plataforma única de uso mixto. «Será una plataforma única por donde pasarán autobuses. Entendemos que tienen que pasar porque es una arteria vertebradora de la ciudad, pero una plataforma única convierte la Rambla en otro punto rojo para el colectivo. De forma que las personas ciegas, sobre todo si no son de Barcelona, evitaremos pasear por nuestra seguridad. Una lástima», lamenta Joan.

Procesos participativos «estéticos

La ACIC ha celebrado este sábado un encuentro con entidades y expertos para debatir sobre este urbanismo y las posibles soluciones para garantizar una movilidad universal que no excluya colectivos. Pero más allá del debate y las consideraciones técnicas, la ACIC lamenta que los procesos participativos que han promovido los sucesivos gobiernos municipales en materia de urbanismo han sido “más estéticos que reales”, porque “ya había un proyecto predeterminado y como mucho se ha introducido algún matiz, pero el resultado final ha sido un urbanismo de fachada que no recoge las necesidades de todos los colectivos”. Ahora bien, no hay una receta fácil para convertir la ciudad en totalmente accesible. Joan apunta a la potenciación del transporte público, zonas exclusivas para peatones y mejora de la accesibilidad en calles de barrios, pero reconoce que «no tenemos un modelo donde reflejarnos, porque no es que sólo Barcelona lo haga mal, el urbanismo estético está en todas partes «.

Los problemas de los invidentes y las superilles. Joan Heras explica la problemática de la plataforma única en el paseo de Gracia y calle Consejo de Ciento. ciego, vista, bastón, sentidos, arquitectura urbana friendly
Las supermanzanas no garantizan la accesibilidad universal, denuncia el colectivo de personas ciegas y con baja visión JORDI PLAY

Joan, profesor de filosofía en un instituto de la ciudad, acaba el paseo y recuerda que las reivindicaciones de un urbanismo universal no son sólo para el colectivo de ciegos, sino para todo ciudadano que, por alguna razón, no tiene el control 100% de su seguridad en la calle. «Se está generando una ciudad que nos genera mucho miedo, inseguridad y desorientación. Yo conozco mi itinerario habitual, pero qué pasa si salgo de mi ruta de confort? No sé si estoy cruzando por un lugar por donde pasarán coches o vehículos de servicio, patinetes, bicis… Si me quiero mover de forma autónoma, hay muchos impedimentos. Y ahora imaginad alguien que ha perdido la visión e inicia su proceso de rehabilitación para recuperar autonomía…», concluye Joan Heras.

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