La línea 4 del metro de Barcelona se ampliará, tardará unos años, pero ganará tres nuevas estaciones. Ahora, con la licitación para redactar el proyecto por parte de la Generalitat, la propuesta da un paso más. La empresa que elabore el proyecto dispondrá de unos 15 meses desde que se adjudique el contrato.
Con una inversión de 98 millones de euros, las tres nuevas paradas que se pondrán en funcionamiento serán Santander, Sagrera Alta Velocidad y la Sagrera, donde se podrá hacer transbordo con las líneas L1, L5, L9 y L10 Norte y Rodalies y con la alta velocidad, cuando se estrene la nueva estación de la Sagrera.
Se esperan unos 15 millones de viajeros
Según las previsiones del departamento de Territori de la Generalitat, cuando este tramo de la L4 entre en servicio se espera que lo utilicen cada año 15 millones de viajeros. La estación Sagrera Alta Velocidad será el punto de intercambio más importante del norte del área de Barcelona.
La construcción del túnel en dirección a la Sagrera desde la parada de la Pau supone perforar 2,3 km, de los que 1,9 se hacen con tuneladora y 0,4 entre pantallas. De hecho, buena parte de las obras ya se han ejecutado, ya que una parte importante del túnel es utilizado en la actualidad por el ramal de la líneas L9 y L10 Norte.
Construcción del tramo central del L9
Ahora mismo, los esfuerzos para ampliar la red de metro en Barcelona están centrados en el tramo central de la L9, con la previsión de que los convoyes empiecen a circular a partir de 2027. Territori ha previsto una inyección económica para esta línea de 194 millones, más de la mitad de la inversión prevista en la red ferroviaria de Cataluña en 2024.
Las obras de construcción de la L9 se iniciaron en 2003. Los trabajos del tramo central llevan años de retrasos -estuvieron parados una década y la tuneladora no retomó la actividad hasta mediados de 2022-, y cuando circulen los trenes a partir de 2027 habrán pasado 24 años desde el comienzo del proyecto. La Generalitat prevé un coste total de 6.000 millones, pero un informe de la Sindicatura de Comptes alertaba de un sobrecoste de cerca de 5.000 millones hasta 2016.
