En medio del Gòtic, decenas de turistas coreanos apretujan la estrecha calle Banys Nous. Se acercan para comprar los churros de la churrería Manuel San Roman, un nombre que aparece en algunas de las guías turísticas de Corea y que los antiguos amos del establecimiento habían promocionado en la televisión coreana. En todo caso, el boom de clientes estalla a inicios del año pasado después de que la estrella K-Pop Jisoo enseñara la tienda en sus redes sociales.
Este idilio con el pueblo coreano es solo el inicio, puesto que la churrería Manuel San Roman atravesará ahora Europa por instalarse en Seúl. «Un hombre, en señor Jo, mostró interés en comprar nuestra marca y explotarla en Corea del Sur. Nos lo pensamos e iniciaron cinco meses de conversaciones que han acabado con un acuerdo. En este tiempo hemos trabajado para legalizar la marca, hacerla internacional y registrarlo todo», detallan al TOT Barcelona Xavi Catalá y Francisco Almendros, los dos socios que regentan ahora una churrería mítica que data de 1968 y últimamente ha cambiado de manos. Los dos han llegado a un «acuerdo económico» con el empresario coreano para recrear cinco churrerías San Román en Seúl.
El acuerdo cede los derechos «del nombre y la estética» del negocio para los próximos 10 años, pero en ningún caso los dos tenderos del Gòtic serán los gestores. «Sí que ofreceremos apoyo logístico: han venido en Barcelona a aprender como hacemos las cosas y en mayo iremos allá para acabar de hacer un control de calidad», dice Catalá. El negocio hace un mes que se promociona en algunos centros comerciales de Seúl y quiere aprovechar la tirada de una pequeña marca barcelonesa con muchos seguidores en Corea.
Un caso único en el Gòtic
La aparición estelar de Jisoo ha cambiado el futuro del negocio del Gòtic, que no ha necesitado hacer mucha más promoción para seguir creciendo entre el público coreano. «No hay que hacer, los clientes vienen porque ya saben que la Jisoo estuvo aquí; es como si viniera ahora Shakira, todo el mundo sabría que ha estado aquí», comentaban las dependientas del negocio al TOT en abril del año pasado. Todo ello ha despertado un efecto dómino entre los
La expectativa por los churros de este establecimiento ha crecido tanto que incluso ha atrapado a algunos guías turísticos. Desde la tienda apuntan como mínimo un caso en que la guía, un chico que tiene familia coreana, desvió su ruta para satisfacer las demandas de sus clientes enseguida que supo la historia. Meses más tarde, el nuevo acuerdo sitúa la churrería del Gòtic a otro nivel. El público coreano ya no tendrá que venir a Cataluña para comprar churros de San Román y los propietarios confían que los nuevos pasos también sirven para «fortalecer la tienda de Barcelona».