Encontrar por la calle comercios emblemáticos que han bajado definitivamente la persiana se ha vuelto una costumbre en los últimos años. Especialmente sonados son los casos de la Granja Bruselas, en el Eixample, que ha tenido que cerrar porque un fondo buitre ha comprado toda la finca y los echa. En la otra punta del distrito, los periodistas han explicado recientemente el cierre de la Granja Montsant, originaria del 1982. Y en el barrio del Putxet y el Farró ya echan de menos la mítica Vinoteca Jarrera, en «liquidación total» hace unos meses por jubilación.
A pesar de las malas noticias, todavía hay negocios históricos que aguantan firmes en las calles de Barcelona. 209 negocios, concretamente, según el Ayuntamiento de Barcelona. Uno de ellos, para citar un ejemplo, es lo Foix de Sarriá, la emblemática pastelería que resiste en el barrio desde 1923. En Jordi Madern, a sus 86 años, continúa llevando la gerencia de este mítico negocio, que nació de una idea del poeta J.V. Foix y que ahora ya cuenta con medio centenar de trabajadores. «Intentamos hacer una pastelería que tenga aquel punto tradicional, pero siempre teniendo en cuenta los gustos y las tendencias actuales», explica un Madren que, preguntado por el secreto del éxito, destaca aquellos clientes de hace cuatro o cinco generaciones que continúan yendo a Can Foix «a pesar de que vaya cambiando quién está detrás del mostrador».

Más de 200 emblemáticos
Sarrià-Sant Gervasi, con 10 establecimientos emblemáticos, es el distrito periférico que más negocios aporta a esta lista singular. El distrito noble de Barcelona, eso sí, está bastante lejos del Eixample (71) y Ciutat Vella (97). Un hecho que tampoco sorprende, puesto que el centro de Barcelona cuenta con el 80% de establecimientos históricos de la ciudad. Bastante lejos de estas barriadas quedan las cifras de Gràcia (11), Sant Andreu (7), Sant Martín (5), Sants-Montjuïc (5), les Corts (2) y Horta-Guinardó (1). Pero el caso más paradigmático es lo de Nou Barris, distrito que ni siquiera aparece en la recompilación de emblemáticos que hace el Ayuntamiento.
En Josep Maria Roig es presidente de la Asociación de Establecimientos Emblemáticos, que se creó en 2011 para defender el patrimonio inmaterial de las tiendas barcelonesas. «No me creo la lista, es un catálogo hecho con un doble sentido», comenta Roig al TOT Barcelona. «El Ayuntamiento menciona centenares de tiendas y, si desaparecen 12 o 13 de la lista, no pasa nada. Qué son 13 tiendas de 200?», detalla el comerciante, que considera que hay que definir mejor «qué es un comercio emblemático». «A nosotros nos interesa que se priorice el comercio artesanal, con historia e incidencia en el barrio«, concreta poco antes de pedir que todos estos negocios se declaren Bien de Interés Nacional.
Otra asociación que agrupa gran parte de los negocios emblemáticos, la Fundación Barcelona Comerç, apuesta por «no considerar solo emblemáticos los comercios que llevan muchos años». Su presidente, Pròper Puig, cree que también tendría que contar «el entorno y la singularidad», y recuerda que los negocios tienen que adecuar sus espacios a las normativas y que estas, a veces, provocan que se vaya eliminando parte del legado patrimonial. «Yo tuve que retirar un mármol magnífico de mi tienda por cuestiones sanitarias», recuerda a modo de ejemplo.

El poder del centro
Barcelona agrupa la mayoría de comercios singulares en el núcleo antiguo de la ciudad. Un hecho que los comerciantes ya avisan que no es nada singular de la capital catalana. «Ya sea en Manresa, Girona o París, en todas las ciudades pasa el mismo», explican al TOT. En Pròsper Puig sabe de qué habla. Cuando se aleja de su papel más institucional, lo encontramos a la Cansaladeria Puig, un establecimiento que nació el 1957 y que se ubica en un pequeño edificio de estilo modernista a Sant Andreu de Palomar. Es normal, dice, que en el centro, «más grande históricamente», haya más emblemáticos. «Y el núcleo de las ciudades siempre ha tenido mucha fuerza«, añade Josep Maria Roig. «Al extrarradio –continúa– encontramos antiguos pueblos, como por ejemplo Sarrià o Gràcia, que no tenían un núcleo antiguo tan grande como Barcelona».
Por eso hay que ayudar al negocio emblemático del extrarradio. Pero atención, porque «la legislación no lo aguanta todo», puntualiza Puig. «Las ayudas son bienvenidas, pero el más importante es la sostenibilidad de los negocios. Por mucha ley que haya, si un negocio no tira, no harás nada», comenta el presidente de Barcelona Comerç, que recuerda que en el extrarradio viven exclusivamente de la voluntad de los vecinos. «Un negocio necesita gente que pase por delante de la puerta, y los vecinos de Sarrià o de fuera de Barcelona bajan al centro, pero los del centro no van a otros barrios», lo reafirma Josep Maria Roig.

Dos problemas en el punto de mira
Uno de los grandes problemas que viven estos y otros comercios es el aumento sin precedentes del precio del alquiler, aspecto que, en algunos casos, hace imposible seguir con la actividad. Es un problema sobre todo en el centro de la ciudad, donde la «presión turística» ahoga algunos comerciantes, tal como comentan desde Barcelona Comerç. Pero Puig también recuerda que los comercios del extrarradio ya lo han vivido anteriormente, con la expansión y gentrificación de los barrios periféricos, que ha hecho que «muchos emblemáticos salten». El Ayuntamiento reconoce, en el redactado de la
El otro aspecto que ha hecho desaparecer establecimientos emblemáticos es la carencia de relevo generacional. En este sentido, el plan municipal aprobado en 2022 prevé la creación de un protocolo para actuar «cuando se produzca un cambio de titularidad o de uso en establecimientos emblemáticos» y obliga a «a las personas titulares de comercios emblemáticos a comunicar con antelación los cambios de titularidad o de uso». Una manera de tener controlada la salud de los emblemáticos y dar una salida, aunque esto no sea fácil, puesto que, tal como dice Pròsper Puig, es «ridículo» obligar a una persona «a mantener un negocio que no tiene futuro».
