La Basílica de la Sagrada Familia está llena de rincones y lugares todavía escondidos al gran público. Uno de los secretos mejor guardados del templo ideado por el arquitecto Antonio Gaudí es la llamada sala Creuer, un espectacular espacio ubicado a unos 65 metros de altura y sobre el cual reposa la base de la futura torre de Jesucristo que coronará el punto más alto del conjunto eclesiástico.
Para poder llegar hasta este recinto inédito para el visitante se tienen que coger dos ascensores diferentes. El primero se encuentra en uno de los laterales de la basílica entrando por el patio de materiales y te permite ascender hasta una primera cota de cerca de 30 metros de altura. Una vez en este punto, los afortunados tienen que atravesar un entramado de andamios y pasarelas de madera hasta llegar a un ruidoso montacargas de vistas privilegiadas que se eleva hasta aproximadamente los 60 metros de altura, justo al mismo nivel que uno de los puntos más altos que actualmente los turistas pueden visitar libremente de todo el conjunto.

La antesala de la torre de Jesucristo
El ascenso continúa en este punto por unas escaleras que se adentran en el corazón de una torre de Jesucristo en construcción. Una vez superado este desnivel, el visitante se encuentra inmerso en una espectacular sala circular de color blanco, vertebrada por grandes columnas y hasta once ventanales que desembocan en unas vueltas ubicadas a cerca de quince metros de altura. El blanco deja protagonismo a medida que gana altura a tonos más grises que se entrelazan con detalles en color rojizo en el techo. También hay unas gradas ya construidas que indican el propósito final de las instalaciones: un lugar donde se proyectarán videos y de descanso para los turistas.

Este recinto no se puede considerar como tal un cimborio, sino que se trata de un tipo de espacio de recepción que servirá como antesala a los visitantes antes de acceder al cimborio de la Virgen María y, por último, a los brazos de la cruz que coronará la torre de Jesucristo, que estarán ubicados a unos 165 metros de altura y que solo podrán ser accesibles a pie y bajo un estricto control de aforo, dadas sus dimensiones reducidas.

Más allá de Gaudí y prácticamente terminada
Una de las grandes peculiaridades de la sala Creuer es que se trata de un espacio que no fue concebido originalmente por Gaudí. El reconocido arquitecto solo pensaba en este recinto como una caja receptora de luz que se distribuiría a otros puntos de la basílica así como una base sólida para poder soportar el peso de la gran torre del templo que tenía que erigirse encima. Los responsables del conjunto eclesiástico han querido de este modo mantener el espíritu de los usos que planteó Gaudí para el espacio añadiendo una segunda función como sala receptora de las visitas antes de empezar el ascenso final hasta el punto más alto visitable de todo el templo.

La sala se encuentra en estos momentos prácticamente acabada y solo quedan por completar sus accesos. Precisamente, con el objetivo de mostrar los avances del espacio, los responsables de la basílica decidieron ofrecer la última rueda de prensa de presentación del estado de las obras y de novedades que tuvo lugar esta semana en este magnífico recinto del templo, que solo había sido abierto al público ahora hace unos años para otra atención a los medios.
