La memoria histórica y el patrimonio tienen un peso importante en la sociedad barcelonesa. Los defensores de esta parte de la historia de la ciudad han logrado a lo largo de las décadas grandes victorias en forma de preservación o recuperación de edificios o construcciones emblemáticas de la capital catalana. Son muchos los ejemplos de la importancia de esta lucha por el patrimonio. Sin embargo, las cruzadas vecinales no siempre alcanzan su objetivo y, en muchos casos, la respuesta ciudadana y de las diferentes administraciones competentes llega demasiado tarde. Para evitar la desaparición de estos elementos históricos, más allá del trabajo que realizan las asociaciones de cada barrio y entidades como SOS Monuments, Barcelona aparece en una especie de lista roja donde se enumeran una serie de recintos de todo el Estado que podrían acabar reducidos a escombros si no se actúa con celeridad.
En concreto, el listado lo elabora Hispania Nostra, una asociación sin ánimo de lucro con vocación pública fundada en el año 1976 para la defensa, promoción y reconocimiento del patrimonio cultural y natural de todo el Estado. Desde 2007, la entidad elabora una Lista Roja donde incluye diversos elementos patrimoniales que están en riesgo de desaparición para darlos a conocer, sensibilizar y actuar sobre estos. El objetivo de esta iniciativa es ofrecer a la sociedad una vía de participación en la defensa, la conservación y la mejora de su patrimonio cultural y natural y hacer visibles todos aquellos bienes en riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Cualquier persona o asociación puede solicitar la inclusión de un bien en el listado rellenando la ficha que figura en la página web. Una vez realizada la petición, un comité científico analiza las denuncias y solicita información complementaria a las administraciones competentes, la propiedad u otras instituciones. Si la propuesta se adecua a los requisitos, se incluye en el listado.

Un laberinto en restauración y el futuro hogar de ancianos del Putxet
La capital catalana aparece en la lista roja a través de tres edificios y unos restos medievales. Se trata de cuatro espacios o construcciones con elementos patrimoniales que están expuestos a un inminente peligro de destrucción. De estos, hay dos que presentan una situación razonablemente favorable porque están en proceso de restauración o remodelación. El caso más paradigmático quizás sea el del Laberint d’Horta, que después de muchos años abandonado y degradándose se encuentra ahora inmerso en una reforma integral para devolverle el esplendor perdido. Se trata de un conjunto de jardines de 54 hectáreas creados a partir de 1791 coronados por un palacete magnífico y protegidos como Bien Cultural de Interés Local (BCIL), aunque está en proceso de ser declarado Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN).

El segundo edificio que podría salir rápidamente de esta lista roja es la Casa Tosquella, un conjunto modernista ubicado en el barrio del Putxet que después de años de abandono ahora se convertirá en un centro para personas mayores. Situada entre las calles de Ballester, Vallirana y la ronda del General Mitre, a la finca se accede por la calle de Vallirana número 91-93. Tiene una superficie de 866,96 m², 224 m² de los cuales los ocupa el edificio y el resto es jardín, detalla el Ayuntamiento. Fue un encargo del comerciante Antoni Tosquella al maestro de obras, Juan Caballé como casa de verano a finales del siglo XIX. Más adelante, entre los años 1907 y 1908, fue reformada por el arquitecto Eduard Balcells y está catalogada como BCIN. El Ayuntamiento la compró por 1,1 millones de euros y el proyecto arquitectónico de reforma ha levantado bastante polvo porque prevé construir una puerta de entrada que tapará la fachada de la joya modernista que da a la ronda del General Mitre.

De los orígenes abandonados de Horta a un monasterio desgarrado
En cuanto a las dos construcciones restantes, una de ellas es la torre medieval de Mas Enrich, conocida popularmente como la Torre del Moro y ubicada en la plaza Ciutadella del barrio de Horta. Este conjunto es el último exponente de uno de los recintos más antiguos de este barrio barcelonés porque formaba parte de una masía del siglo XVI que en la época medieval fue un punto de paso importante de camino al castillo de Valldaura y a la sierra de Collserola. Hay constancia de que nobles del calibre del archiduque Carlos de Austria se alojaron allí. A mediados del siglo XX albergó una fundición y durante la dictadura franquista funcionó como imprenta clandestina de publicaciones comunistas, una actividad que nunca fue descubierta por las autoridades. En los últimos tiempos fue ocupada varias veces por colectivos o por chatarreros hasta que a mediados de noviembre de 2021 se acabó precintando ante el riesgo inminente de derrumbe, quedando abandonada.

El edificio está protegido como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) y el consistorio estuvo negociando con los actuales propietarios una eventual adquisición a finales de 2021. Cuatro años después del precintado de la torreta, el ejecutivo confirma que una vez analizada en profundidad esta posibilidad se ha optado por no seguir adelante con la expropiación, tal como reclamaban tanto desde la Asociación de Vecinos de Horta como desde el Grup d’Estudis de la Vall d’Horta i la Muntanya Pelada. Fuentes municipales consultadas por este medio apuntan que la propiedad tiene actualmente varios expedientes abiertos relacionados con el mantenimiento del edificio. El objetivo de estos procesos es lograr que se corrijan toda una serie de deficiencias detectadas tanto en el exterior como en el interior de la torre, además de instar a los responsables a proteger las fachadas para evitar la caída de elementos a la vía pública que puedan ocasionar daños a terceros. También se les emplaza a realizar la rehabilitación de la finca mediante la licencia correspondiente.

El último integrante barcelonés del listado de Hispania Nostra son los restos del monasterio de Sant Jeroni de la Vall d’Hebron, fundado el 18 de octubre del 1393 en la falda de Collserola y abandonado en 1835 con la desamortización de Mendizábal. Los últimos vestigios del recinto que da nombre al hospital perviven ocultos entre la vegetación y bajo la gasolinera que desde los sesenta corona una de las curvas de la carretera de la Arrabassada. De hecho, los depósitos de combustible están encajados en la estructura del viejo claustro. También se conservan ruinas bajo los restos del antiguo Hotel San Jerónimo, fundado con la construcción de la carretera y cerrado en los setenta. La museización del conjunto superviviente y el inicio de las excavaciones arqueológicas están pendientes de un plan director que el Ayuntamiento deberá redactar de la mano de la Diputación y la Generalitat como miembros del Consorci del Parc Natural de la Serra de Collserola. La Asociación Amics del Monestir de Sant Jeroni de Vall d’Hebron es la gran artífice de este compromiso municipal y lleva más de una década luchando para evitar que la historia del monasterio caiga en el olvido y lograr dignificar el entorno.
