El tejido vecinal del barrio de Navas ha renovado energías y pide cambios profundos que reivindiquen el legado de la zona. La petición más popular es la del cambio de nombre. Conscientes que Navas fue una imposición franquista que poco o nada tiene que ver con el pasado del territorio, los vecinos quieren que el Ayuntamiento rebautice el barrio con el nombre del Torrent de la Guineu. Este no es, eso sí, el único deseo que se comenta entre las entidades del barrio. Desde la vocalía de patrimonio y memoria de la asociación de vecinos instan a las autoridades a proteger las casetas de la conocida Urbanización Meridiana, una promoción con 406 viviendas de protección oficial que impulsó el régimen franquista alrededor del 1940.
El historiador y activista de Navas Alfred Puig detalla, en conversación con el TOT Barcelona, que estas islas de casas fueron «la primera promoción de vivienda de protección oficial después de la Guerra Civil» en Barcelona y, en cambio, no cuentan con «ningún tipo de protección». Es más, Puig asegura que hay vecinos que ya han retocado la estética de la fachada, subiendo el tejado, por ejemplo. «Creemos que es un núcleo bastante sólido para tener un rango de protección importante. Si tuviera, no creo que estos cambios se hubieran podido producir», reitera el historiador, que teme que algún día llegue una inmobiliaria y «tire a tierra el complejo entero». Puig retira que esta área es, junto con el callejón de Can Eloi, de las pocas que conserva parte del patrimonio histórico del barrio y pide un plano de protección como el que han conseguido los vecinos del Clot-Camp del Arpa.
Desde la asociación vecinal son conscientes que hay que ir paso a paso y que ahora han puesto sobre la tabla del distrito el cambio de nombre del barrio. En todo caso, mantienen que esta reclamación será de las próximas que llamará a la puerta de los políticos. Puig cree que hay gente en el barrio que no entiende por qué se quiere mantener una obra de la falange justo cuando se está intentando eliminar el nombre de Navas. Ahora bien, el historiador mantiene que «son casos diferentes» y reitera que el hecho de ser la primera construcción de viviendas públicas post-Guerra Civil es, desde un punto de vista histórico, motivo «más que suficiente» para protegerla.

El traspaso en la Generalitat y el cierre del espacio
Los vecinos históricos todavía se recordarán jugando en los patios interiores de estas islas de casas, construcciones que forman diferentes aspas y cuentan con zonas ajardinadas. Esta promoción es herencia de las construcciones que había en los años 20 y sigue el estilo inglés, con casetas más bien bajas y con jardín. Hacia los años sesenta el recinto se blindó, cerrando los chaflanes. Y hacia los ochenta se impidió el acceso de los que no eran vecinos. A Puig le gustaría que los interiores estuvieran abiertos en el barrio, pero admite a la vez que, si el recinto es privado, «hay poca cosa a hacer».
El historiador recuerda que los primeros habitantes fueron eran periodistas y funcionarios afines al régimen, que pagaban un alquiler de 700 pesetas anuales hasta llegar a las 70.000. En aquel momento, pasaban a ser los propietarios. En todo caso, en el momento que el régimen cedió el testigo a la Generalitat de Cataluña, la historia de la urbanización hace un giro de 180 grados. Los contratos no obligaban a pagar ni impuestos ni plusvalías por el piso y, por lo tanto, lo primero que hace la Generalitat es reclamarlos estos impuestos. Los vecinos se medio rebotaron y pidieron que, en aquel caso, querían retoques en las casas. El gobierno catalán, explica Puig, acabó cediendo, pero, a cambio, pidió a los propietarios que demostraran la compra. «Hay gente que en 80 pudieron demostrar que habían pagado las 70.000 pesetas, pero cerca de un 40% de la urbanización no lo pudo hacer, porque compraron el piso bajo mano o cualquier otra cosa», detalla el historiador.
Reivindicar el legado del barrio
Las principales entidades del barrio creen que la llegada del metro a Navas lo tapó todo. En aquel momento, la zona queda automáticamente ligada en una batalla de carácter histórico que pasa lejos del barrio. En cambio, otros elementos históricos claves, como el Torrent del Guineu, que atravesaba toda la zona, queda en el olvido. De aquí que los vecinos hayan levantado la voz con este conjunto de reclamaciones. Puig remarca que en Navas hay vida más allá del metro: hubo la fábrica Cinzano, actualmente todavía perdura una promoción de edificios históricos de la Caixa de Pensiones, ha sido una zona clave para la comunidad salesiana en Barcelona y pasaba la Reguera Condal. La Urbanización Meridiana es una más.
