Montjuïc fue el gran epicentro de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. La montaña barcelonesa conserva tres décadas después muchos de los espacios donde se celebró el evento, algunos todavía en buen estado como el Estadio Olímpico Lluís Companys, el Palau Sant Jordi o las Piscinas Bernat Picornell. Ahora bien, el legado olímpico va mucho más allá de estas grandes estructuras. Infinidad de detalles recuerdan el paso de los atletas por este pulmón verde que el alcalde Jaume Collboni quiere convertir para el 2035 en un nuevo punto neurálgico metropolitano. Uno de los más desconocidos para el gran público quizás es Lanzamiento, una escultura de bronce diseñada por los arquitectos Òscar Tusquets y Carlos Díaz y esculpida por el artista canario Juan Bordes que se colocó a escasos pasos del Anillo Olímpico.
La pieza, inaugurada oficialmente el 7 de julio de 1992, formaba parte de un conjunto de ocho figuras de los mismos autores ideadas para acompañar cada una una fuente pública. Todas las obras tenían como protagonista a un niño que juega de diferentes formas con el agua y pretendían simbolizar la iniciación a diferentes deportes olímpicos. Estas se instalaron en diferentes puntos de la ciudad, como la avenida del Paral·lel (Pelota), la plaza de las Glòries (Tanteo) o el pasaje de Isadora Duncan de la Vall d’Hebron (Cabriola), entre otros. En el caso de Lanzamiento, el escenario elegido fue una explanada junto a la avenida del Estadio y con vistas privilegiadas al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Allí resistió sin pena ni gloria durante décadas, escondida del escrutinio público y mientras a su alrededor crecían las malas hierbas. La sorpresa saltó en septiembre de 2020. En una Barcelona todavía inmersa en la pandemia del coronavirus, el robo de una de sus esculturas hermanas revelaba que esta también había sido sustraída y troceada para venderla al peso en una ferretería de la capital catalana.

La investigación de los Mossos d’Esquadra iniciada a raíz de la denuncia por el hurto de Pelota culminó con la recuperación de las diez partes en las que había quedado dividida Lanzamiento, de la cual no se había constatado la desaparición. Los agentes habían conseguido interceptar la obra gracias a la colaboración de varias empresas dedicadas al reciclaje de metal, que dieron el aviso de que alguien intentaba vender estas piezas en varias chatarrerías del distrito de Sant Martí. La actuación policial terminó con un chatarrero de 41 años y nacionalidad española detenido como presunto autor del robo. El juez decretó entonces su ingreso en prisión porque el individuo tenía antecedentes y alguna cuestión pendiente con la justicia. Los trozos de la figura recuperados fueron entregados al Ayuntamiento, que se comprometió a trabajar para reponerla. Del paradero de la segunda escultura sustraída, no se volvió a saber nada más.
Dos pedestales desnudos y la incógnita de Can Tunis
Cerca de cuatro años han pasado de aquella intervención de los Mossos d’Esquadra. Aunque entonces se pudo recuperar una de las obras por partes, el mal estado de las piezas incautadas parece que no permitió reconstruirla para volver a colocarla en su lugar original. Así pues, cualquier persona que se acerque a la avenida del Estadio y trate de localizar el emplazamiento de la escultura, se encontrará solo con el pebetero completamente desnudo donde reposaba la figura hasta 2020. El espacio de la fuente -que se encuentra completamente inoperativa desde que el Gobierno decretó la fase de alerta por sequía hace un año y medio- mantiene un charco pequeño de agua estancada frecuentado por las palomas. El conjunto presenta un aspecto desangelado y, a primera vista, solo una inscripción metálica con los cinco anillos olímpicos y el año 1992 grabado recuerda el origen de la estructura. Si observamos en detalle, se pueden ver dos placas más, una con el logo de Aigües de Barcelona y otra más recargada donde aparecen los nombres de los autores y también los de la empresa constructora (Concau) y la fundición que se encargó de la obtención de los materiales (Magisa).

Una imagen similar presenta el pedestal ubicado en la avenida del Paral·lel, muy cerca del portal de Sant Madrona y del Museo Marítimo de Barcelona, que acogió hasta hace cuatro años la escultura Pelota. Esta fuente también tiene un velo ligero de agua estancada, pero tampoco está operativa. Donde debería estar la figura esculpida por Bordes que muestra a un niño sosteniendo entre las manos un objeto esférico, no queda rastro alguno. Ni siquiera los pies mutilados de bronce que habían quedado como único vestigio de la obra cuando esta fue robada en septiembre de 2020. Los dos pebeteros sobreviven hoy día incompletos, sin atraer demasiada atención de curiosos y transeúntes, a la espera de la prometida reposición de las piezas que los coronaban y de la puesta en marcha de la fuente, una vez concluido el episodio extremo de sequía que azotó hace unos meses la capital catalana.

Sin embargo, estos no son los únicos pedestales de la época olímpica que resisten en los alrededores de Montjuïc. A los pies de la cara sur de la montaña, en el solar del antiguo barrio de Can Tunis que desde hace tiempo se utiliza como almacén municipal improvisado al aire libre, una de estas estructuras asoma entre la vegetación que engulle este espacio. Aquí también están los fragmentos del friso dedicado a los padres de la Unión Europea (UE) de la plaza de Europa, en el Anillo Olímpico, que se han ido despegando a lo largo de los años. El pebetero es fácilmente reconocible porque está hecho con la misma piedra que los otros dos y también tiene la inscripción de los cinco anillos. Ahora bien, en este lugar inhóspito a las puertas de la histórica fábrica Riviere no encontramos indicio alguno de la figura que lo acompañaba originalmente. ¿Cómo es que esta estructura terminó aquí? ¿A cuál de los ocho conjuntos proyectados por Tusquets y Díaz perteneció? Son preguntas por ahora sin respuesta.
Réplicas para combatir un historial negro
Fuentes municipales reconocen que buena parte de las ocho esculturas de este proyecto de fuentes olímpicas han sido objeto de vandalismo y robos a lo largo de los años. Bajo la coordinación del Departamento de Patrimonio Arquitectónico, Histórico y Artístico del Ayuntamiento de Barcelona, se han llevado a cabo restauraciones para corregir desperfectos puntuales detectados en las piezas o bien se han pedido réplicas al escultor. Este es el caso de las figuras Cabriola y Chapoteo, que se volvieron a instalar en 2022 en el pasaje de Isadora Duncan de la Vall d’Hebron y la plaza de Alfons Comín, respectivamente. Hay una tercera copia hecha, correspondiente a la escultura Tanteo, que está previsto que se instale de nuevo en la plaza de las Glòries cuando termine la remodelación de esta zona de la ciudad.

En cuanto a las obras Lanzamiento y Pelota, el consistorio apunta que la voluntad es poder encargar las réplicas como parte del presupuesto de este mismo año 2025. Faltará ver si los números permiten también incluir en este pedido la réplica de Voga, la pieza colocada en la avenida del Litoral, cerca de la calle de Salvador Espriu de la Vila Olímpica, robada en 2018. Mientras tanto, los barceloneses pueden volver a disfrutar de Zambullida, una de las esculturas mejor conservadas de la colección que con la reforma del Puerto Olímpico ha quedado más accesible que nunca para la ciudadanía, que la puede encontrar al final del nuevo paseo que se ha construido sobre el dique de Recer.





