Hace una década, la Torre Garcini, la masía mejor conservada del Guinardó, estuvo a punto de ser derribada por la inmobiliaria Núñez y Navarro para construir viviendas en el solar. En estos 10 años, la finca ha cambiado de manos. Desde marzo del 2018, el edificio es propiedad municipal. El Ayuntamiento pagó a Núñez y Navarro unos siete millones de euros en un proceso de expropiación forzosa que se había iniciado dos años antes para convertir la zona en un bien de dominio público motivado por fuertes movilizaciones vecinales para salvar la Torre Garcini.
Desde un primer momento, la intención ha sido convertir la Torre Garcini en un centro para personas mayores, pero la transformación se ha dilatado en el tiempo hasta ahora. Esta semana, el consistorio, a través de la empresa Bimsa, ha sacado a licitación las obras de rehabilitación de la finca por un valor estimado del contrato de unos 3,7 millones de euros sin IVA, aunque el presupuesto final dependerá de las ofertas de las constructoras y no se puede descartar que sean a la baja, apuntan fuentes municipales. El concurso permanecerá abierto hasta el 20 de enero. Hasta ese día, las empresas interesadas pueden presentar sus ofertas. Según los últimos datos hechos públicos, este proceso se alargará hasta mayo. La reforma está prevista que se inicie el verano próximo y dure unos 19 meses. Es decir, si no se producen retrasos, el equipamiento público podría ser una realidad durante el primer trimestre de 2027.

Restaurar la masía y recuperar los jardines
Situada en la calle d’en Xiprer, 40-46, la Torre Garcini «es uno de los vestigios mejor conservados del pasado agrícola de la ciudad de Barcelona». El proyecto municipal prevé preservar y restaurar la masía original, construir un edificio anexo que funcionará como espacio polivalente y recuperar los jardines para convertirlos en un nuevo espacio público del Guinardó. Según el Ayuntamiento, todo el conjunto tiene una superficie de 1.570 m².
La masía dispone de planta baja más dos plantas superiores y de una superficie construida de 667 m². Desde hace años, la finca está tapiada y en desuso. Además de convertir la Torre Garcini en un equipamiento público, el objetivo de la reforma también es «la recuperación de la memoria histórica de este edificio singular», dice el consistorio. Si bien la cubierta se hará totalmente nueva, las tejas de cerámica se preservarán. También se reciclarán las baldosas hidráulicas, que se reubicarán en la primera planta, y se restaurarán el horno, la chimenea y el pozo.

Construida la segunda mitad del siglo XVIII
La importancia de la Torre Garcini es que se trata de un testimonio casi único de los orígenes rurales del llano de Barcelona. Construida la segunda mitad del siglo XVIII, «con un estilo de arquitectura popular con un uso original residencial y agrícola», subraya el Ayuntamiento, la finca únicamente está catalogada como Bien de Interés Documental, pero es considerada «una pieza muy importante y valorada en el Guinardó y en la ciudad por su interés histórico y arquitectónico». Es un claro ejemplo de las masías que había en el Guinardó, donde se ve «la relación entre el edificio de explotación y la residencia señorial. Incluso los jardines -testimonio de los antiguos campos de cultivo- han sido productivos hasta hace relativamente poco, con el cultivo de flores que se vendían en las Ramblas, y con los huertos», añaden desde el consistorio.
Una vez finalizadas las obras, el nuevo equipamiento tendrá 557 m² de superficie en tres plantas -planta baja más dos-, con aula de informática, taller de cocina, sala de juegos, sala de lectura y galería exterior, entre otras estancias. Por su parte, el edificio anexo tendrá dos plantas con dos salas polivalentes. De 193 m², una de las salas estará abierta a los jardines. Y en cuanto a los jardines, serán de acceso libre. Se prevé conservar el máximo de arbolado y crear diferentes espacios como la plaza de la Era, un taller floral, un jardín floral y el espacio de la balsa y los frutales, explica el consistorio.

Una movilización vecinal salvó la Torre Garcini
La Torre Garcini estuvo habitada hasta el año 2010. En aquella época, la propiedad vendió la finca a Núñez y Navarro, que tenía intención de levantar en el solar viviendas. La movilización vecinal fue decisiva para salvar el inmueble, delimitado por las calles de Xiprer, Escornalbou y el pasaje de Garcini. Como explicaba La Vanguardia en julio de 2014, el consistorio planteó a la constructora una permuta para liberar la Torre Garcini y la masía de Can Ripoll (Sant Gervasi) a cambio de unos terrenos municipales para edificar en la calle de Montevideo. El hecho de que formasen parte del parque de l’Oreneta levantó polvareda y la operación no prosperó por la oposición vecinal, que quería preservar totalmente el parque.

Dos años después, en 2016, el Ayuntamiento impulsó la modificación urbanística para expropiar la Torre Garcini. Fue aprobada definitivamente en abril de 2016 y cerca de un año después, la primavera de 2017, se inició el proceso de expropiación forzosa. La compra de la Torre Garcini se materializó en marzo de 2018 por siete millones de euros. Desde entonces, la transformación del edificio en un equipamiento ha estado demasiados años en los cajones municipales. El verano próximo, parece, que por fin las máquinas entrarán en la parcela.