11 de marzo de 1931. Un comunicado firmado por cinco agrupaciones de periodistas de Barcelona se hace un lugar en la edición diaria del periódico El Diluvio. Los profesionales piden en este escrito el cumplimiento del compromiso al que llegaron tanto con las autoridades del momento como con los promotores de la Exposición Universal de 1929: que la Casa de la Premsa sería para los periodistas de la capital catalana una vez finalizado este evento internacional. Este magnífico espacio proyectado por Pere Domènech i Roura -hijo de Lluís Domènech i Montaner– había servido para acoger a los delegados de los diferentes medios de todo el mundo que se habían desplazado hasta la ciudad para cubrir la cita y desde entonces había quedado en desuso. Solo un año después del cierre de la exposición, este acuerdo parecía quedar en papel mojado después de que el Ayuntamiento aprobara instalar oficinas municipales en este palacete ubicado a la falda de la montaña de Montjuïc.

La publicación de este escrito hace casi un siglo marca la fecha oficiosa -que no oficial- en la cual arranca la cruzada de los periodistas barceloneses para reclamar la Casa de la Premsa. Una lucha latente que quedó dormida durante décadas, primero con la instalación de oficinas municipales en el edificio y luego con la llegada de la Guardia Urbana, y que justo revivió alrededor de 2016, cuando se cumplían treinta años del abandono del inmueble por el traslado de las dependencias policiales a otra ubicación. Agrupados inicialmente en una plataforma que más tarde adoptaría la figura legal de asociación, diversas entidades vecinales y colectivos de trabajadores del mundo de la información y la comunicación hicieron frente común para reclamar la rehabilitación del inmueble, recuperándolo como equipamiento público para el Poble-sec. Las negociaciones con el consistorio terminaron fructificando en una propuesta híbrida, que destinaba las plantas inferiores del recinto a un espacio vecinal vinculado al periodismo, mientras que las superiores servían para albergar la nueva Biblioteca Francesc Boix, ahora en un local de la calle de Blai que ha quedado pequeño.

Exterior de la Casa de la Premsa, en la avenida Rius i Taulet de Montjuïc, durante sus primeros años de vida / Casa de la Premsa
Exterior de la Casa de la Premsa, en la avenida Rius i Taulet de Montjuïc, durante sus primeros años de vida / Associació de la Casa de la Premsa

La pandemia del coronavirus y un problema técnico por la proximidad de la comisaría de la Urbana, que está pared con pared, retrasaron una reforma que por fin parecía comenzar a ver la luz el pasado mes de julio, cuando se adjudicó el proyecto básico al despacho ONL Arquitectura, que prevé unas obras con un coste de cerca de siete millones de euros. Un año antes, durante la campaña electoral, todos los grupos políticos con representación en el Ayuntamiento habían firmado un compromiso para tener lista la rehabilitación en 2027, una fecha que la concejala del distrito, Raquel Gil, dilataba poco después hasta 2029, coincidiendo con el centenario de la Exposición Universal. El calendario, sin embargo, daba un último giro en el último consejo de barrio, cuando el ejecutivo propuso aplazar el traslado de la biblioteca, dejándolo en el aire y solo manteniendo los usos vecinales planteados para la parte inferior del edificio. Este movimiento solo deja dos escenarios posibles para poder llegar a este primer siglo de historia con la Casa de la Premsa reformada: o se hace una rehabilitación parcial o se encuentra otro equipamiento para ubicarlo aunque sea temporalmente en las plantas superiores que ayude a financiar el costoso proyecto.

Detalle de uno de los espacios exteriores de la Casa de la Premsa, en la avenida Rius i Taulet de Montjuïc / Jordi Play

Rastro de decomisos en el reino de las palomas

La Casa de la Premsa se alza imponente a escasos metros de la Fuente Mágica de Montjuïc. La piel exterior de ladrillos rojizos mantiene la sobriedad de antaño y solo algunos detalles como las ventanas sin vidrio, las vidrieras rotas o las diversas grietas que recorren la estructura revelan un cierto abandono. La parte superior del edificio está cubierta por una malla para evitar desprendimientos y la fachada principal está presidida por un balcón donde lucen una bandera con el escudo del Poble-sec y una pancarta de la Associació de la Casa de la Premsa indicando este horizonte del 2029. Nos abre las puertas Gil Toll, uno de los periodistas implicados en el proyecto que hace las funciones de secretario de la entidad. Al cruzar la puerta, el visitante se encuentra con un vestíbulo construido a base de bóvedas donde un tabique bloquea el acceso a la escalinata central. El espacio está a oscuras, pero la tenue luz que entra por las ventanas ilumina un panel donde está pegada una copia de aquel primer comunicado de marzo de 1931, en una especie de recordatorio de los orígenes de la reivindicación.

Uno de los espacios interiores de la Casa de la Premsa, en la avenida Rius i Taulet de Montjuïc / Jordi Play

«Desde la vuelta de las vacaciones de verano estamos sin electricidad», explica Toll, que nos lleva hasta la única sala en estos momentos habilitada del recinto, una habitación cedida por el consistorio a la asociación y que utilizan para reunirse y hacer diversas actividades como charlas o talleres, siempre con el periodismo y el consumo crítico de información como hilos conductores. El primer contacto del actual secretario de la entidad con la Casa de la Premsa fue hace casi nueve años a través de un artículo de La Vanguardia. En la publicación se mostraban diversas fotografías del exterior del palacio y se recogía su historia y los primeros intentos del vecindario del Poble-sec por recuperarlo como equipamiento para el barrio. A partir de aquí se fue gestando el movimiento que después de algunas visitas al interior del inmueble fructificaría en la creación de la asociación. La imagen que se llevaron los protagonistas de aquellas incursiones iniciales al edificio no debía ser muy diferente de la impresión que da actualmente. Eso sí, con la excepción de los efectos provocados por la plaga de palomas que azota desde hace unos años buena parte del recinto.

Uno de los espacios interiores de la Casa de la Premsa, en la avenida Rius i Taulet de Montjuïc, en una imagen de hace unos años / Jose Masterton (ONL Arquitectura)
Uno de los espacios interiores de la Casa de la Premsa, en la avenida Rius i Taulet de Montjuïc, en una imagen de hace unos años / Jose Masterton (ONL Arquitectura)

En la planta baja aún quedan restos del paso de la Urbana, que a pesar de marcharse oficialmente en 1986 aún utilizó durante prácticamente dos décadas más la parte inferior del palacio como almacén. Varias estanterías identificadas con una letra y números señalan los espacios donde se guardaban los objetos decomisados. En una habitación, un archivador tirado al suelo de cualquier manera guarda documentación de operaciones de este tipo llevadas a cabo en 2003. La luz natural ilumina la escalinata principal a través de un gran tragaluz. El suelo está tan lleno de excrementos de paloma que incluso cuesta distinguir su color original. En la planta superior encontramos dos escudos de Barcelona a ambos lados de las escaleras con el año 1929 grabado que se conservan bastante bien en comparación con el resto de la estructura, que presenta grietas y agujeros por todas partes. El techo está completamente pelado -el entramado de vigas ha quedado al descubierto- y entre los escombros que se acumulan en muchos puntos de la planta van apareciendo varios ejemplares de palomas muertas, en algunos casos casi momificadas. En una de las alas del edificio, la planta superior ha sido eliminada y la gran cúpula que caracteriza el palacio tiene numerosos desperfectos y agujeros en su estructura.

Uno de los espacios interiores de la Casa de la Premsa, en la avenida Rius i Taulet de Montjuïc, en una imagen de hace unos años / Jose Masterton (ONL Arquitectura)
Uno de los espacios interiores de la Casa de la Premsa, en la avenida Rius i Taulet de Montjuïc, en una imagen de hace unos años / Jose Masterton (ONL Arquitectura)

Una necesidad de barrio que no casa con los tiempos municipales

La apariencia decadente que presenta en estos momentos el recinto no consigue eclipsar su magnificencia. Cuando se pasea por el interior es imposible no darse cuenta del potencial de unas instalaciones como estas. A lo largo de los años ha habido diferentes propuestas que han intentado revivir este espacio sin éxito. La más ilustre de las cuales quizás el proyecto del Centro Internacional de la Cultura de la Comida que quería impulsar a principios del siglo XXI el artista Antoni Miralda, del cual aún quedan vestigios en el edificio en forma de una pared llena de nombres de personalidades como Pau Riba, Jaume Sisa, Benedetta Tagliabue, Ferran Adrià o Joan Laporta, que hicieron donativos a la causa a través de una subasta benéfica. Ahora bien, ni siquiera esta iniciativa había conseguido llegar tan lejos como la que agrupa periodistas y vecinos del Poble-sec.

«La Casa de la Premsa está pendiente desde 1986. Hasta ahora faltaba una idea clara y un grupo de gente que reivindicara el espacio, pero ahora eso lo tenemos. ¿Por qué debemos eternizarlo cuando se puede dar salida a las necesidades del barrio?», reflexiona Toll, quien apela a la «continuidad institucional» para poder cumplir con este horizonte del centenario y no tener que rehacer un proyecto de reforma que ya está en redacción. Por su parte, el presidente de la Associació de Veïns del Poble-sec, Sergi Gázquez, comparte la voluntad de acelerar esta reconversión en equipamiento municipal, pero apostando por la creación de un nuevo centro cívico vinculado al mundo del periodismo -como ya lo hace el de Albareda con la música- en vez de trasladar la biblioteca. «La Francesc Boix la tenemos en el centro del barrio. Si se fuera a un extremo, estaríamos perdiendo parte de este servicio como punto neurálgico […] Creemos que hacer unas instalaciones lo más polivalentes posibles, donde pueda haber un pequeño estudio de televisión y radio para las nuevas generaciones y un espacio de memoria, tiene todo el sentido del mundo», asegura.

Detalle de uno de los espacios exteriores de la Casa de la Premsa, en la avenida Rius i Taulet de Montjuïc / Jordi Play

Gázquez considera que tener o no lista la rehabilitación del palacio antes de 2029 es una cuestión de prioridades y lamenta que el consistorio ponga los intereses de actores como la Fira de Barcelona, que también debe ampliar y modernizar pabellones, por encima de dar respuesta a las principales problemáticas del barrio, que son la vivienda y la falta de equipamientos. En este sentido, remarca que es importante que haya una descentralización en el Ayuntamiento que dote de más poder de decisión y capacidad de financiación a los diferentes distritos para abordar sus necesidades de manera más independiente. Desde la Associació de la Casa de la Premsa hacen la misma reflexión y critican que las reglas del juego no sean las mismas para todos. «Nosotros solo queremos poder llegar a 2029 con el equipamiento en pleno funcionamiento y no acabando de pintar la puerta. Sorprende que para rehabilitar los palacios feriales se abra un proceso exprés y un concurso internacional y que con la Casa de la Premsa haya todas estas vacilaciones. Nos da la sensación de que no tenemos el mismo peso que los demás», concluye Toll.

Exterior de la Casa de la Premsa, en la avenida Rius i Taulet de Montjuïc / Jordi Play

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