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FOTOS I Barcelona recupera un restaurante histórico cerrado hace una década

Barcelona recuperará este mes de marzo un restaurante histórico cerrado hace una década. Se trata del Quo Vadis del barrio del Raval, que bajó la persiana en 2013. Como avanzó el TOT Barcelona el pasado noviembre, el establecimiento se lo han quedado tres socios, Manel Puig, Tomás de la Vega y Gonzalo Ramos. Situado en la calle del Carme, 7, fue famoso durante décadas por acoger los resopones del Gran Teatre del Liceu. Los nuevos titulares del negocio explican que el nuevo local también se llamará Quo Vadis.

Exterior del Quo Vadis, con el letrero del Beerlinale, a finales de 2023 / JORDI SUBIRANA

En el interior del restaurante, estos días se trabaja a velocidad de vértigo. En conversación con el TOT, de la Vega prevé abrir en «unos 10 días» y Puig asegura que será antes de Semana Santa. La idea es que la carta incluya platos del antiguo Quo Vadis y una oferta más informal para picar. Puig destaca la espalda de cabrito, el canelón de calçot, la cola de buey y el remenat de setas de temporada, en un claro guiño al antiguo negocio, que siempre tenía muy presentes las setas en sus platos. La carta estará en tres idiomas: catalán, castellano e inglés.

Una sala del Quo Vadis, en la planta baja / CEDIDA

57 años con los mismos platos

Hace tres años, el gastrónomo Ramon Roset recordaba en el Va de Gust que el Quo Vadis no cambió en 57 años. Se hacía una cocina de estilo tradicional que miraba de reojo a la cocina francesa, muy bien elaborada y basada en un producto fresco de primera calidad, servido por el mercado de la Boqueria. Se podía comer suflés, arroz a la milanesa, cap i pota, canelones Rossini, ancas de rana a la provenzal, lubina con hinojo, merluza con salsa de azafrán, manitas de cerdo hechas a la parrilla con alioli, fricandó con setas, civet de jabalí o filete de toro.

Los tiradores de cerveza del antiguo Beerlinale, que el Quo Vadis reutilizará / CEDIDA

Fotos de clientes famosos y los tiradores de cerveza

Además del nombre, del antiguo Quo Vadis se recuperará una parte de la estética romana y algunas fotos de clientes famosos que han encontrado, como la de Aristóteles Onassis y Maria Callas, detalla Puig, que tiene otros restaurantes en la ciudad como el Julivert Meu, de la calle Bonsuccés. Puig explica que él conocía bien el Quo Vadis, donde iba a comer una vez a la semana con su familia, y le hace especial ilusión que reabra.

El local también dejará la larga barra con tiradores de cerveza que instalaron los últimos inquilinos, el bar Beerlinale. En un principio, los iban a sacar, «pero abres la puerta y es lo primero que miran los turistas», destaca de la Vega. «Haremos una morfología de lo que era el Quo Vadis y una visión más moderna». De la estética de hace décadas no queda casi nada, solo unos vitrales de una sala que, por ahora, permanecerá cerrada.

Un antiguo vitral del Quo Vadis, de estética romana / JORDI SUBIRANA

De momento, el Quo Vadis «abrirá solo como restaurante», a pesar de que la idea de los socios es hacer también actuaciones de flamenco e incluso exposiciones de pintura. De la Vega dice que quieren «darle un valor» e ir «de menos a más», pero sin molestar a nadie. «Veremos hasta dónde podemos llegar». El local ya está insonorizado, pero la intención de los empresarios es hacer una prueba de sonido que determinará qué pueden hacer. Puig añade que quieren mantener una buena relación con el vecindario.

Una persona trabaja en la reforma del Quo Vadis, esta semana / JORDI SUBIRANA

Inspirado en una película

El Quo Vadis lo abrieron Martí Forcada y Mercè Bonastre en 1956. El nombre lo cogieron de la película Quo Vadis?, que vieron en el cine Windsor dos años antes. Después, se hicieron cargo los hijos de la pareja, Martí y Maria Rosa. Durante décadas, era habitual ver a políticos, escritores, cantantes y público del Liceu. En su mejor época, el restaurante llegó a servir más de 100 cubiertos diarios y tenía unos veinte trabajadores, guardarropa y aparcacoches. En 1980, consiguió una estrella Michelin, que aguantó cinco años. Con el incendio del Liceu, en 1994, el negocio perdió mucha clientela. Y el boom turístico de la Rambla significó el fin del restaurante, que se quedó obsoleto. Martí Forcada hijo se jubiló en 2013 y cerró el Quo Vadis.

Una sala de la primera planta del Quo Vadis / JORDI SUBIRANA

El último negocio que había funcionado en este local de la calle de Carme fue el Beerlinale, un establecimiento especializado en cervezas, con unos treinta tiradores y cerca de 200 variedades de botella, que quedó tocado de muerte por la pandemia. Todavía hoy en el interior del Quo Vadis hay recuerdos del Beerlinale, como el plafón que sale en la fotografía sobre estas líneas, y hasta no hace demasiado en la fachada del edificio todavía figuraba el nombre del bar de cervezas.

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