Este domingo se han celebrado los últimos conciertos del Cruïlla. El festival volvía al Fórum después de haber recuperado, el año pasado, el camino perdido durante la pandemia. Aun así, este año se han superado las buenas cifras de la última edición. Según ha comunicado este domingo la organización, unas 76.000 personas se han hecho ver por el recinto del Besòs durante esta semana. El Cruïlla se consolida, también, entre el público barcelonés, puesto que seis de cada diez personas presentes en el festival eran de Barcelona, según el recuento que ha hecho la organización. Tres de cada diez, prácticamente el resto, proviene de la demarcación de Barcelona y apenas el 7% de otros puntos de Cataluña.

Este festival, que ha contado con grupos conocidos como Viva Suecia, Antònia Font o Leiva, está feliz de estar en Barcelona, aunque ha puesto deberes al Ayuntamiento de cara en el año próximo. El director del festival, Jordi Herreruela, ha lamentado los problemas de movilidad que hay en la zona del Fórum, un recinto que está en un extremo de la ciudad, cerca de Sant Adrià del Besòs. «El Cruïlla no lo puede resolver solo y menos cuando se anuncian las obras con tan poco tiempo de margen», comentaba durante la rueda de prensa de balance. Recordamos que el L4 ha sido cortada estos días por obras de mejora. Desde el festival también lamentan que el metro no funcione las noches de jueves y viernes, y la carencia de taxistas en la zona.

El Cruce se consolida como uno de los festivales de referencia para los vecinos de Barcelona | Jordi Borràs (ACN)
El viernes, el día con más personas entre el público | J.B – ACN

El ruido, problema para los vecinos

Las malas noticias llegan a la otra banda de la ronda Litoral. Los festivales celebrados en el Fórum despiertan cierta indignación entre el vecindario del Besòs y del Maresme, menos combativo con el Cruïlla, eso sí, que con el Primavera Sound. En todo caso, la suciedad con que se despiertan las calles del barrio y, sobre todo, el ruido de los conciertos –en muchos casos activos desde primera hora de la tarde hasta altas horas de la madrugada– han puesto en pie de guerra los vecinos de la zona. «La carencia de empatía de muchas personas es digno de estudio. Hacen falta soluciones definitivas. Barcelona no puede ser la discoteca de Europa», señalan en este sentido desde la plataforma vecinal Stop Conciertos.

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