El edificio tóxico de la Trinitat Vella reabrirá hacia la primavera de 2026 después de haber estado cerrado tres años tras detectarse, a finales de enero de 2023, la presencia de formaldehído, una sustancia tóxica. El edificio es el Centro de Vida Comunitaria, un equipamiento municipal que costó 6,7 millones de euros y solo estuvo operativo durante 10 meses. Hace unos días, el TOT Barcelona ya adelantó que la concejala del distrito de Sant Andreu, Marta Villanueva, garantizaba la próxima reapertura. Previamente a que se ponga de nuevo en funcionamiento, se deberá hacer una revisión básica del inmueble que el consistorio estima que tardará unos tres meses.
El inmueble se clausuró después de que se detectaran «molestias respiratorias» en algunas trabajadoras. En octubre de 2023, el Ayuntamiento vinculó la aparición del formaldehído “con los materiales constructivos del edificio”, en este caso la madera. Concretamente, las causas del formaldehído podían ser los derivados o tratamientos hechos a la madera, como pinturas o barnices, valoró para TOT un experto, el ingeniero y responsable de la madera del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC), Jordi Gené. En todo caso, todos los materiales de la construcción estaban homologados y cumplían con la normativa, ha querido dejar claro el Ayuntamiento. Este viernes, el gerente de Personas, Organización y Administración Electrónica del Ayuntamiento, Jaime Pascual, ha remarcado que la causa ha sido que «el material del edificio que genera el formaldehído de manera natural» se había concentrado en algunos de los espacios por el sistema de ventilación.

Disminución de los niveles de formaldehído
A lo largo de estos casi tres años, el consistorio ha probado diferentes técnicas para eliminar el formaldehído, entre las cuales se ha incluido la optimización del sistema de ventilación «para evitar acumulación de aire no renovado en los diferentes espacios», dijo Pascual. Al mismo tiempo, también se ha aplicado una pintura especial sobre los revestimientos interiores. Estas medidas han permitido reducir de manera efectiva y sostenida las emisiones durante el último año, «alcanzando niveles muy inferiores a los previstos en el aire exterior urbano, así como cumpliendo las normativas establecidas para estas sustancias», dice el Ayuntamiento. Desde el cierre, se han realizado más de 60 mediciones de seguimiento para controlar el nivel de formaldehído en el edificio.
Una vez que el equipamiento reabra, se hará un seguimiento del funcionamiento del sistema de ventilación, con una frecuencia superior a la que establece la normativa, y se aplicará un programa de controles ambientales periódicos -especialmente durante el primer año- para garantizar que las condiciones de trabajo se mantienen en el tiempo, ha subrayado el gerente. «El edificio lleva tres años parado. Se tendrá que hacer la revisión básica -de puesta en funcionamiento, por ejemplo, de los ascensores y del sistema antiincendios-. Calculo que puede tardar unos tres meses».

Cuatro plantas de 500 m²
Proyectado por Haz Arquitectura, el equipamiento, situado en la Vía Favència con la carretera de Ribes, tiene cuatro plantas de unos 500 metros cuadrados cada una, con una superficie total construida de 2.000 m² más la urbanización de una plaza. El edificio se construyó con materiales sostenibles y no contaminantes y acogía servicios sociales y comunitarios. La construcción fue seleccionada para los premios FAD 2023 y nominada al mejor edificio ArchDaily Awards 2023.
La concejala de Sant Andreu ha detallado que a lo largo de estos casi tres años los servicios del Centro de Vida Comunitaria no se han detenido y se han desarrollado en otros equipamientos del barrio. Con la reapertura, todos volverán a concentrarse en un mismo equipamiento. Los servicios que se recuperarán serán los sociales, el PIAD (con un punto de atención psicológica, asesoramiento jurídico y actividades para mujeres y adolescentes), el de interculturalidad, la Sala Jove y Barcelona Activa-Trabajo en los Barrios.

