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La resistencia de los vecinos contra un fondo inmobiliario: «Nos quedaremos aquí»

La crisis de la vivienda golpea con dureza las principales ciudades del Estado español. Entre ellas, Barcelona, donde se ha generado una reacción masiva por parte de la ciudadanía con la manifestación de este sábado. El aumento incansable de los precios de alquiler condiciona directamente la vida de los barceloneses, muchos de los cuales se ven empujados a compartir piso -cuando preferirían vivir solos- para poder hacer frente a los costos de la vivienda, o a pagar cantidades desorbitadas por pisos pequeños. En Gràcia, unas sesenta personas que hasta ahora pagaban alquileres asequibles están pendientes de una operación inmobiliaria que busca reformar los pisos y alquilarlos a precios más altos. Tras la muerte del antiguo propietario, los familiares han decidido vender –por el momento– cuatro bloques al fondo Palau&Manfredi, una empresa que adquiere edificios residenciales y los reforma para venderlos como pisos de lujo, que no tiene intención de renovar los contratos. Algunos de estos vecinos llevan décadas viviendo en el mismo piso con una renta inferior a los 860 euros mensuales. El cambio de manos de la propiedad, sin embargo, pone en peligro su continuidad en el barrio. Es por eso que se han comprometido a «agotar todas las vías legales posibles» antes de ceder ante el fondo inmobiliario y abandonar su hogar.

Según detallan los vecinos en conversación con la Agencia Catalana de Noticias (ACN), los «engañaron» para entrar a hacer las tasaciones de los pisos mientras supuestamente se realizaban inspecciones técnicas. Todo comenzó, según aseguran, con la visita de unos arquitectos a ocho bloques del barrio de Gràcia, donde unas sesenta personas pagan alquileres de entre 500 y 900 euros -cifras por debajo del precio de mercado actual: «La inspección será visual, requiriendo solo unos minutos por vivienda. Les rogamos que faciliten el acceso a cada estancia y permitan efectuar fotografías de los problemas constructivos que podamos detectar», detallaba el documento que recibieron los vecinos. Estas inspecciones, sin embargo, no tenían por objetivo detectar problemas de construcción -según denuncian los vecinos-, sino que sirvieron para hacer una tasación actual de los pisos para venderlos: «Vimos que un arquitecto había pasado por todos los bloques y al cabo de pocos meses nos enteramos de que se habían vendido cuatro«, explica uno de los vecinos. Concretamente, el comprador adquirió los inmuebles de la calle Torrijos número 14, calle Martí 36b y 38 y calle Pare Laínez 23.

El preu de l'habitatge ha tornat a pujar en els darrers tres mesos | Laura Guerrero
Las viviendas de Barcelona se están convirtiendo en pisos turísticos que acaban por alojar visitantes y dejan fuera del mercado a los mismos barceloneses / Laura Guerrero

La presión del fondo inmobiliario: «Alarma, obras y a realquilar»

Una vez el fondo comenzó a comprar los bloques de pisos del barrio de Gràcia, la presión hacia los vecinos continuó aumentando. Según detallan, a partir del mes de mayo comenzaron a recibir burofaxes que les reclamaban que salieran de los pisos porque no les renovaban el contrato. «Venderemos el piso que usted alquila y, mediante la presente, pongo de manifiesto que ni yo ni el nuevo comprador tenemos intención de renovar, prorrogar ni reconducir tácticamente su contrato de arrendamiento de vivienda», apuntaba uno de los documentos, al que también ha tenido acceso la ACN. Esta maniobra de presión dio sus frutos en algunos de los vecinos afectados.

De hecho, una de las familias que llevaba más de 25 años viviendo en la calle de Martí optó por ceder y abandonar su hogar cuando recibió la misiva. Pocos días después, comenzó el movimiento de obras para reformar el piso y ahora los vecinos cuentan los días para ver un anuncio en un portal inmobiliario con el espacio reformado y un precio mucho más caro. «Al día siguiente de que se fueran, ya había una alarma puesta y ya comenzaban las obras. Han hecho un piso con dos baños, más de lujo para alquilar. En cuanto se va un vecino, alarma, obras y a realquilar», relata uno de los vecinos que aún resiste en el bloque de pisos. El caso de este vecino, sin embargo, no ha servido de precedente, ya que la mayoría de los vecinos continúan en la finca, algunos fuera de contrato, otros con una nueva propiedad: «No es una situación cómoda estar sin contrato, habiendo recibido el burofax, sin saber si tienes que irte o no. Es una inquietud que tenemos que pasar y la mayoría no lo llevamos bien», argumenta Miquel Albanell, uno de los residentes que resiste.

Cartel de la manifestación del 23 de noviembre que exige la reducción de los alquileres / Jordi Bataller (ACN)

Pisos vendidos sin avisar al inquilino

Miquel Albanell denuncia que recibió la carta certificada el pasado mes de junio, pero que esta contenía errores. En su caso, el residente de la calle Martí recibió una misiva en la que le informaban que tenía un período de treinta días para abandonar su hogar. Albanell, sin embargo, quedó tranquilo, ya que el error en el burofax invalidaba la exigencia de la nueva propiedad. Ahora bien, a pesar de este error, el vecino de la calle Martí se ha encontrado con que ya hace un mes que su piso ha sido vendido y ahora tiene un nuevo propietario sin que nadie le comunicara. El Sindicato de Vivienda de Gràcia denuncia que hay movimientos «sospechosos» entre diferentes empresas el mismo día y con el mismo notario, ventas que creen que se han hecho para «no generar alarma y atraer inspecciones o denuncias»: «Aunque el propietario haya cambiado, a mí me gustaría renovar el contrato cinco años más porque yo no quiero irme. Me iré cuando quiera y no cuando me echen. Cuando un piso queda vacío hacen obras, lo mejoran del todo para hacer no sabemos si alquiler de temporada o pisos turísticos, pero seguro que subirá el precio actual porque a los rentistas no les interesa que paguemos alquileres tan bajos», asevera.

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