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La renovación millonaria del edificio más desconocido de Enric Sagnier

Una gran pancarta levantó la liebre. El edificio ubicado en el número 246 de la calle Rosselló había pasado durante décadas sin pena ni gloria, abocado en los últimos años a una importante degradación que incluso había desembocado en quejas de los vecinos de los bloques contiguos. Superado un período de ocupaciones y ya sin inquilinos, el inmueble presentaba un aspecto decadente y sin vida, solo roto por el negocio que hasta el pasado mes de enero ocupaba los bajos. La situación, sin embargo, dio un giro de 180 grados hace unos tres meses, cuando el vecindario de la zona comenzó a detectar la presencia de operarios en la finca y se colgó de uno de sus balcones un cartel anunciando el inicio de una reforma integral del edificio.

El repentino movimiento alrededor del inmueble puso en alerta a los vecinos de esta parte de la Dreta de l’Eixample, un barrio donde la compra de bloques enteros por parte de fondos buitres para luego rehabilitarlos y venderlos o alquilarlos más caros está a la orden del día. Sin embargo, las primeras indagaciones pudieron confirmar que este no era otro caso de especulación salvaje y que tenía diversas peculiaridades que lo convertían en una rara avis. Para empezar, la propiedad no es un gran tenedor financiado con capital extranjero, sino que es una ONG con una trayectoria de más de 60 años a sus espaldas: Intermón Oxfam. La entidad incorporó el edificio como parte de su patrimonio en 2001 gracias a la donación de un particular y tras varios años dándole diferentes usos, se decidió a reformar la finca para detener su deterioro y garantizar la seguridad tanto de los peatones como de los inquilinos de los bloques situados a ambos lados.

En segundo lugar, este no es un edificio cualquiera de la zona alta de l’Eixample, muy cercano al cuadrado de oro de la capital catalana. El inmueble lleva la autoría de Enric Sagnier, uno de los grandes arquitectos barceloneses de finales del siglo XIX y principios del XX y considerado como uno de los más prolíficos de la historia de la ciudad. En concreto, la finca se erigió entre los años 1898 y 1899 a petición de Vicenç Corominas, quien fue el promotor de la construcción. Así lo recoge Sagnier. Arquitecte (1858-1931), un libro impulsado por Antoni Sagnier -nieto del arquitecto- y publicado en 2007 que recoge todas las obras realizadas por su abuelo durante su extensa trayectoria. El descubrimiento de esta autoría célebre da un nuevo sentido a la rehabilitación ya en marcha, que podría servir para devolver al edificio el esplendor perdido tras más de 125 años de historia.

Reforma integral d'un edifici d' Enric Sagnier al carrer Rosselló, 246
Reforma integral de un edificio de Enric Sagnier en la calle Rosselló, número 246, en la Dreta de l’Eixample / Jordi Play

Sobriedad en el punto álgido de su carrera

Nacido el 21 de marzo de 1858, Sagnier firma la construcción del inmueble protagonista de esta historia a la edad de 40 años. El arquitecto se encuentra inmerso de lleno en una de las etapas más importantes de toda su trayectoria y ya goza de cierto renombre entre las clases acomodadas tanto barcelonesas como catalanas. Durante las dos últimas décadas del siglo XIX, recibirá el encargo de construir dos de sus edificios más emblemáticos: el nuevo Palau de Justícia de Barcelona, proyecto que emprenderá con Josep Domènech i Estapà, y las instalaciones de la Aduana de Barcelona. Ambos recintos no se terminarán hasta principios del siglo XX.

Mientras estas dos propuestas de gran calibre están en marcha, Sagnier aprovecha para ejecutar en paralelo la edificación de este inmueble de la calle Rosselló, una actuación considerablemente más sencilla y que logra completar en aproximadamente un año. El arquitecto apuesta en este caso por un diseño continuista con la tendencia que entonces imperaba en esta parte de l’Eixample, de aspecto sobrio y aparentemente sin muchas florituras modernistas. Este proyecto será de los últimos que hará antes de aventurarse en la faraónica construcción del Templo Expiatorio del Sagrado Corazón del Tibidabo, cuya primera piedra se coloca en 1902 y una obra que no podrá ver nunca acabada, ya que será su hijo quien continuará con la empresa tras la muerte del arquitecto en 1931 y hasta 1961, cuando las obras se dan oficialmente por concluidas.

Retrat d'Enric Sagnier treballant en el seu estudi. Sèrie nostres artistes núm. 53 / Francesc Serra Dimas 1913-1917 (AFB)
Retrato de Enric Sagnier trabajando en su estudio. Serie nuestros artistas núm. 53 / Francesc Serra Dimas 1913-1917 (AFB)

Una hipoteca para desbloquear la compleja reforma

La reforma de la finca está sobre la mesa de la ONG al menos desde 2018, cuando se encargó a investigadores de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) un estudio de la estratigrafía de estucos, un sistema que toma muestras de las diferentes capas que conforman la fachada de un inmueble para distinguir las más antiguas y determinar cuál era su aspecto original. Este mecanismo ha permitido recuperar el color inicial de muchos edificios de todo el territorio, pero en especial de zonas de la capital catalana como l’Eixample, donde muchos esgrafiados y cenefas se taparon antes de los años noventa con diferentes capas de pintura. De hecho, un experto en la materia consultado por TOT Barcelona y miembro de la Agrupación de Arquitectos para la Defensa y la Intervención en el Patrimonio (AADIPA) indica que este sería con toda probabilidad el caso del número 246 de la calle Rosselló, lo que explicaría en cierta manera el especial estado decadente que presenta actualmente.

Fuentes de Intermón Oxfam consultadas por este medio señalan que la entidad ha tenido que pedir una hipoteca de 1,5 millones de euros para poder sufragar el elevado costo de la rehabilitación del edificio, que está catalogado como parte del patrimonio histórico y artístico de la ciudad, lo que implica que se deben seguir una serie de criterios y requisitos específicos a la hora de reformarlo. En este sentido, la organización indica que todo el interior del inmueble estaba bastante envejecido y contaba con tecnología ya obsoleta como las cocinas de carbón, que por normativa no se pueden tener en fincas de este tipo. Si no hay imprevistos que demoren los trabajos, la previsión es que las obras se alarguen durante todo 2024.

Reforma integral d'un edifici d' Enric Sagnier al carrer Rosselló, 246
Reforma integral de un edificio de Enric Sagnier en la calle Rosselló, número 246, en la Dreta de l’Eixample / Jordi Play

La amenaza de la gentrificación

Con los trabajos de reforma ya en marcha, la gran incógnita que ahora sobrevuela el ambiente es cuál será el nuevo uso de este edificio centenario. La poca información hecha pública hasta ahora sobre el proyecto de rehabilitación ha hecho saltar las alarmas del vecindario, que sospecha que podría convertirse en una nueva promoción de pisos de lujo que contribuyan a gentrificar un barrio ya bastante afectado por esta problemática. Esto se desprende de los pocos detalles facilitados por las empresas encargadas de las obras, que solo indican que se está procediendo a renovar de manera integral una finca plurifamiliar.

Preguntadas por esta cuestión, fuentes de Intermón Oxfam consultadas por TOT Barcelona remarcan que el uso final del inmueble aún no está determinado, pero confirman que no se destinará a uso turístico, al menos a corto plazo, ya que las viviendas solo tienen actualmente licencia residencial. Desde la entidad defienden que los ingresos generados por una eventual venta o alquiler de los pisos, sea parcial o completa, se pondrían a disposición de los proyectos que impulsa la organización para luchar contra la desigualdad y la pobreza en todo el mundo. Así pues, la ONG no descarta utilizar esta finca para sacar el máximo rédito económico, pero afirma que -si lo hace- será en el marco de una estrategia para garantizar su «sostenibilidad a largo plazo» y utilizando de manera «eficiente» los recursos a su disposición.

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