Las últimas cajas de Josefa Viu estaban hoy apiladas en la calle. En el piso del número 192 de la calle de Sants donde ha vivido durante la última década ya no quedaba nada, señal de que esta tercera fecha de desalojo sería con toda probabilidad la definitiva para esta mujer de 80 años. «Estoy mejor que el otro día, más tranquila. Ya he tirado muchas cosas y las otras las he dado a quien las quería. Solo queda esto», señalaba sentada en una silla frente a lo que hasta este lunes había sido su portal. Después de que la convocatoria del Grup d’Habitatge de Sants, que consiguió reunir el martes de la semana pasada a un centenar de personas, sumada a la falta de efectivos policiales disponibles, lograra forzar el aplazamiento del lanzamiento, los Mossos d’Esquadra lo han hecho efectivo esta mañana gracias a un fuerte dispositivo con varias dotaciones de los ARRO.
🔴 ATENCIÓN | Los Mossos d’Esquadra despliegan el ARRO para ejecutar el desalojo de Pepi, una vecina de 80 años de Sants sin alternativa. Cortada la calle de Sants https://t.co/qHNOffOM4t pic.twitter.com/453yX4QiMO
— TOT Barcelona (@TotBcn) June 2, 2025
La presencia de más de medio centenar de manifestantes en las puertas del inmueble no ha sido suficiente para hacer frente al despliegue de la policía catalana, que ha cortado la calle de Sants para poder efectuar el desalojo. Después de un tira y afloja de cerca de una hora, Pepi -como se la conoce en el barrio- ha optado finalmente por entregar las llaves a la propiedad y abandonar definitivamente el piso donde ha vivido desde finales de junio de 2014. La muerte de la propietaria de la vivienda a principios de 2023 precipitó que los herederos quisieran primero poner el piso a la venta y, después, dejarlo supuestamente para un nieto de la antigua titular. Desde ese momento inicial, la mujer ha intentado sin éxito encontrar una vivienda que pudiera pagar con su pensión de jubilación. Su límite está alrededor de los 800 euros, pero las opciones que ofrece el mercado de la vivienda no bajan de los 1.000.

Ante esta situación, Pepi ya lleva unos días instalada en un hostal que le ofrecieron los servicios sociales municipales mientras terminaba de empaquetar y llevarse sus cosas a un guardamuebles. Esta, sin embargo, no deja de ser una solución temporal. La falta de alternativas disponibles en el mercado hace que esta octogenaria esté a la espera de que se libere una vivienda de la bolsa de alquiler social que se adecue a sus necesidades, dado que también tiene problemas de movilidad. Por ahora, desde las administraciones y la propiedad de su antiguo piso, solo se le han ofrecido pisos que no cumplían los mínimos o la posibilidad de ir a un albergue o incluso a una residencia de ancianos, opción que no puede sufragar y que tampoco se adecua a su situación actual. «Yo soy independiente. No tengo hijos ni puedo pedir una hipoteca o pagar una residencia. Solo pido un piso, si puede ser de dos habitaciones, con ascensor -tiene problemas de movilidad- y un plato de ducha», explicaba este fin de semana en un reportaje publicado por TOT Barcelona.

Resignación y profundo agradecimiento
Pepi era consciente de que detener el desalojo era prácticamente imposible y que un aplazamiento solo serviría para ganar un poco de tiempo. Se ha mostrado tranquila durante buena parte de la mañana, hasta cierto punto incluso aliviada de poder «escribir el capítulo final» con este piso. «Si te digo la verdad, me quito un peso de encima así. Me siento más ligera. Desde que me dijeron que tenía que irme sentía que estar aquí era un poco como esperar que pusieran la lápida», aseguraba. A pesar de su entereza, la mujer no ha podido evitar emocionarse cuando las personas concentradas han comenzado con las proclamas de apoyo, coincidiendo con la llegada del grueso de los efectivos policiales. Durante estos minutos antes del despliegue del ARRO, se ha dado una escena en las puertas del edificio muy paradigmática de esta pérdida de comunidad provocada en buena parte por la gentrificación. Algunos vecinos que abandonaban o accedían a la finca se detenían a despedirse de la hasta ahora inquilina, mientras que otros directamente obviaban el escenario de protesta que tenían delante.

Con todo, una vez entregadas las llaves y aún con la movilización cortando la calle de Sants, Pepi ha querido tomar la palabra para agradecer la presencia de todos los manifestantes y el acompañamiento del Grupo d’Habitatge de Sants, con quienes se conocieron hace solo tres semanas. «Me gustaría quedarme por aquí porque es mi barrio, pero, aunque me vaya y esté un poco lejos, vendré una vez a la semana para dar una vuelta por aquí. Son once años de vida: he hecho amistades, conocidos, de todo… Si tengo que irme, no pasa nada. Estoy muy contenta de que estéis todos a mi lado y me apoyéis», decía visiblemente emocionada.
El momento en que Pepi daba las gracias por el apoyo recibido solo unos instantes después de ser desalojada con 80 años https://t.co/bVR0va1o8w pic.twitter.com/hTFMmlNozl
— TOT Barcelona (@TotBcn) June 2, 2025