Violeta no puede evitar emocionarse cuando explica su historia. Esta mujer tenía solo 23 años cuando cambió su Perú natal por Barcelona en busca de una vida mejor. No tenía papeles y estuvo malviviendo alquilando habitaciones en varios puntos del área metropolitana. Acabó ocupando un piso en el municipio Sant Joan Despí, pero como no podía acceder a ningún lugar de trabajo optó por la única opción que parecía tener al alcance para mejorar su situación. «Me ofrecieron la posibilidad de comprar un contrato de trabajo. Si pagaba unos 5.000 euros me daban trabajo en una empresa de limpieza y me ayudaban a regularizar los papeles. Incluso, tuve que volver a mi país para formalizar la oferta desde allí y así hacer ver que llevaba menos tiempo residiendo aquí», asegura.
La oferta fraudulenta de esta compañía le permitió acceder a un lugar de trabajo, que aguantó durante un tiempo, pero su situación seguía siendo muy precaria. Se marchó unos años a Argentina, donde tiene una hija, y cuando volvió a la capital catalana se apuntó a un curso de atención sociosanitaria para poder trabajar cuidando a gente mayor. La formación le permitió hacerse con una posición en un centro de Cornellà de Llobregat, donde ya hace dos años que trabaja cobrando algo más de 1.000 euros mensuales. Desde que se instaló otra vez en Barcelona, Violeta probó sin éxito de encontrar un piso, primero sola y después con una amiga aportando los dos sueldos. «A pesar de que tengas contrato de trabajo, te piden al menos dos avales para poder alquilar y así es imposible», lamenta.
La mujer acabó ocupando otro piso con su amiga primero y, después, con su pareja actual, Braulio. Después de cerca de tres años viviendo en el domicilio, ubicado en el distrito de Sant Andreu, la propiedad -el fondo de inversión Anticipa- consiguió desalojarlos a principios del pasado mes de mayo, justo cuando acababa de nacer la primera hija de la pareja en un embarazo considerados de riesgo, puesto que ella tiene 43 años. Durante todo este tiempo les habían ofrecido en varias ocasiones dinero por abandonar la vivienda, una opción que descartaron porque ella ya lo había hecho una vez con una ocupación anterior y no había servido para solucionar el problema de base: la imposibilidad de acceder a un piso. Finalmente, gracias a la mediación de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), acordaron con los titulares que entregaban las claves para evitar el desahucio policial con un bebé de pocos meses.
En el limbo por haber ocupado un piso
Las primeras noches después del desalojo las pasaron en el Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB). La experiencia, pero, resultó especialmente traumática. «A mi hija le picaron chinches y tuvimos que llevarla rápidamente al Hospital de Mar porque tenía mucha fiebre», afirma Violeta. Desde este incidente, la familia está alojada en una pensión ubicada muy cerca de la estación del metro de Pep Ventura, en el municipio vecino de Badalona. Durante este tiempo y desde antes incluso del desahucio, la mujer ha intentado acceder a la mesa de emergencia, uno de los pocos recursos que tiene a su alcance para poder acceder a una vivienda digna. Todos los intentos han resultado infructuosos.
«Me dicen que no puedo registrarme porque he ocupado un piso«, asegura la afectada, que hasta ahora solo ha conseguido una cita para poder ser atendida el próximo mes de julio por parte de los servicios sociales. La jurisprudencia indica que haber ocupado con anterioridad una vivienda no tendría que ser motivo para denegar este acceso a la mesa de emergencia, sobre todo teniendo en cuenta la delicada situación de esta familia. El sueldo de Violeta es el único que llega a casa porque su pareja no puede trabajar legalmente, puesto que no tiene los papeles en regla. Cuando ella se va al trabajo, él se queda cuidando la pequeña. «Yo solo pido poder acceder a un alquiler social. Sé que he hecho cosas mal, pero ya no quiero ocupar más. Quiero rehacer mi vida y criar a mi hija en condiciones«, señala la mujer.
Desde la PAH apuntan que hay muchos casos como el de Violeta que se quedan al margen del sistema por razones diversas y lamentan que, en la mayoría de ocasiones, esta situación en el limbo se puede solucionar rápidamente en función del profesional de los servicios sociales que te atienda y de su voluntad de ponerse manos a la obra.