La antigua estación ferroviaria de mercancías de la Sagrera se derribará a principios de 2026 si nada lo impide. Se trata de un edificio centenario sin catalogación patrimonial y debe ser demolido porque está afectado por la construcción de la estación intermodal de la Sagrera. Este jueves, el TOT Barcelona explicaba que ERC pondrá sobre la mesa, en la comisión de Urbanismo del martes próximo, una proposición que plantea revisar el plan urbanístico «desfasado» de este ámbito para salvar el coloso ferroviario y la Nau Bostik, un equipamiento cultural emblemático que en 2025 celebra su décimo aniversario. Y ahora Junts per Barcelona también pide indultar la antigua terminal, construida entre los años 1918 y 1922.
En un ruego registrado en el distrito de Sant Andreu, Junts solicita detener el derribo e impulsar un estudio técnico y patrimonial que valore la viabilidad de conservar la antigua estación y explore «posibles usos públicos, culturales y de memoria histórica antes de proceder al derribo definitivo». La consejera portavoz de Junts en Sant Andreu, Ximena Gadea, añade a esta petición conservar el refugio de la Guerra Civil que se ha encontrado, y del cual no se tenía constancia de su existencia, y que daba servicio a la estación durante el conflicto bélico.

Junts recuerda la importancia de la antigua estación ferroviaria, que estuvo en funcionamiento hasta los años 90 del siglo pasado y centralizó durante siete décadas la entrada y salida de mercancías con trenes de la ciudad, «llegando a actuar como aduana ferroviaria entre 1964 y 1985».
Un refugio de la Guerra Civil «excepcional»
Del refugio, Gadea destaca que no figuraba en el listado que la Junta de Defensa Pasiva elaboró en julio de 1938. Tal como explicó el Ayuntamiento, la instalación se encuentra en un estado «excepcional» y es importante por sus características constructivas «singulares», «tipo búnker», diferentes de la mayoría que se hicieron. Se excavó a cielo abierto y se construyó con hormigón armado, con una losa de cubierta de unos dos metros de grosor preparada para resistir el impacto de bombas de 100 kilogramos. El refugio conectaba las dos terminales de la estación. Una se derribó la década pasada y la otra es el inmueble que queda en pie.
En los últimos meses diversas entidades vecinales y del ámbito ferroviario han pedido preservar la antigua estación. Para Gadea, la conservación del edificio y el refugio reforzaría «la identidad del barrio y la vinculación emocional con su pasado», y se convertiría en «una herramienta pedagógica de primer orden para las futuras generaciones» en un momento en que la transformación urbana «amenaza» con borrar espacios de la historia reciente.

