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De la iluminación al ruido: los grandes obstáculos del parque de la Trinitat

La contaminación de la ronda de Dalt, acústica y medioambiental, se hace evidente la primera vez que pisas el parque de la Trinitat (Sant Andreu), pero sorprendentemente no es el gran inconveniente que señalan los vecinos que más lo frecuentan. No quieren decir que sea agradable, pero cuando se les pregunta por las prioridades del parque, el ruido de los coches no aparece en lo alto de la lista. Al menos, no les impide hablar con orgullo de su parque. Los técnicos de Parques y Jardines se han reunido con las principales entidades y vecinos del barrio este octubre para trazar las líneas maestras de lo que debe ser el próximo plan director, que está previsto para marzo próximo. Una especie de dossier con todas las carencias y oportunidades que tiene el parque.

La idea es tener un listado de prioridades para saber por dónde empezar el día que el gobierno municipal libere los fondos. Por ahora hay una partida de 200.000 euros reservada en el Plan de Barrios para mejoras puntuales. Técnicos municipales con quienes ha podido hablar este diario concretan que la idea es arreglar aquellos desperfectos urbanísticos “que no tengan que revertirse en futuras reformas”. Es decir, reformas que puedan ser definitivas a largo plazo. El resto de aspectos, más enfocados a un replanteamiento general de los usos del parque, todavía se plantean sin una fecha sobre la mesa. El parque de la Trinitat tiene 2.400 metros cuadrados y es complicado pensar en una reforma que no sea por fases. 

Los vecinos, en este encuentro, han señalado por unanimidad la iluminación como el gran obstáculo para disfrutar del parque, especialmente los meses de invierno. Es “inviable” encontrarse con la comunidad “a partir de las seis de la tarde”, argumentan algunos de ellos. Consideran que es necesario “repensar toda la iluminación” de manera que dote de “más sensación de seguridad” a los usuarios del parque. Este hecho, insisten, permitiría “que el parque fuera el gran núcleo de reunión del barrio”. Los vecinos que han participado en la reunión con técnicos –que era pública– señalan la iluminación como uno de los grandes retos de la futura reforma, pero también hablan de fortalecer el “reciclaje” y de “combatir las plagas de ratas”.

La entrada al Parc de la Trinitat desde la salida del metro | Gabriel G. Garrido

El ruido, si bien no es la primera preocupación que les viene a la mente, también es una cuestión que estará presente en el proyecto técnico futuro. Se habla de instalar “pantallas acústicas” para hacer de barrera con los coches que circulan por la ronda, que queda prácticamente a la misma altura de las pistas de tenis y de las mesas de picnic, un espacio concurrido y celebrado por los vecinos. Otra iniciativa sobre la mesa es la creación de un campo de críquet. La afición por este deporte ha crecido y hay personas que saltan las vallas para jugar en la explanada.

Abrir el parque y pensar qué hacer con la balsa

En este encuentro también se ha pedido a los responsables de urbanismo que abran una parte del parque de noche “para que ambos lados del barrio puedan estar conectados” y que se equilibre el espacio para que “puedan acceder las ambulancias medicalizadas”. Urbanísticamente hablando, también se debe decidir qué pasa con la balsa de agua que luce cerca de la entrada del metro, que no genera unanimidad.

La antigua balsa, vacía, en el parc de la Trinitat | Gabriel G. Garrido

Hay vecinos que apuestan por llenar la fosa de agua y fomentar un buen uso, pero los más veteranos recuerdan que la balsa “había sido un drama”. “Todo el mundo venía a bañarse, se ensuciaba y no había un buen mantenimiento”, defienden los críticos. En este sentido, recuperar el agua como piscina provocaría cambios importantes, como la necesidad de cerrar el espacio y habilitar un servicio de socorrista, e incluso el cobro de una entrada.

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